Sorpresas trágicas y otras inspiradoras de la guerra en Ucrania
Desde el blitzkrieg que no fue, hasta el derrumbe del precio del petróleo y el millonario apoyo de la gente común a los ucranianos, el conflicto no deja de impactar con sus novedades
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NUEVA YORK.- Toda guerra trae sorpresas, pero lo que más impresiona de la guerra de Vladimir Putin contra Ucrania -y de manera indirecta contra todo el Occidente democrático-, es que hasta ahora la mayoría de las sorpresas desagradables han sido para Putin y las buenas sorpresas han sido en gran medida para Ucrania y sus aliados de todo el mundo.
¿Por qué? Bueno, estoy prácticamente convencido de que a la hora de pergeñar esta guerra, Putin dio por sentado que a tres semanas de iniciado el conflicto ya habría dado su discurso de la victoria en el Parlamento de Ucrania para recibir de nuevo al país en el seno de la Madre Rusia. Probablemente también supuso que a esta altura el presidente Volodimir Zelensky estaría exiliado en un Airbnb de Polonia, que las tropas rusas todavía estarían retirando las flores que los ucranianos habían arrojado sobre sus tanques para darles la bienvenida, y que estaría celebrando con el presidente chino Xi Jinping por haberle mostrado a la OTAN y a Joe el Dormilón quién pone las reglas del sistema internacional de ahora en adelante.
Por el contrario, los ucranianos les han dado a los rusos un tutorial de lucha y sacrificio por la libertad y la autodeterminación, a riesgo de la propia vida. Putin parece encerrado en su propia cámara de aislamiento libre de gérmenes, probablemente preocupado de que cualquier militar ruso que se le acerque le ponga una pistola en la cabeza. Zelensky habló este miércoles de manera virtual ante el Congreso de Estados Unidos. La globalización no terminó, sino que muy por el contrario, en todo el mundo la gente está usando las redes para monitorear e influir en la guerra de formas totalmente inesperadas: con un solo clic, envían dinero para apoyar a los ucranianos, y con un par de clics más les dicen a todos, desde McDonald’s hasta Goldman Sachs, que deben retirarse de Rusia hasta que los soldados rusos se retiren de Ucrania.
Y acá va otra sorpresa que casi nadie vio venir, especialmente China y Rusia. Para combatir el Covid-19, China usó sus propias vacunas, junto a una política de tolerancia cero y confinamiento inmediato para impedir la propagación del coronavirus. Pero lamentablemente las vacunas chinas resultaron ser menos efectivas que otras, así que “actualmente hay decenas de millones de personas de las provincias chinas y de ciudades como Pekín, Shanghai y Shenzhen que están en cuarentena por la oleada de la variante ómicron: los viajes interurbanos fueron cancelados, las líneas de producción están paradas, y los centros comerciales volvieron a cerrar”, como informó este martes el diario The New York Times.
Resultado: la demanda y el precio del petróleo se derrumbaron, de los casi 130 dólares el barril de crudo al inicio de la guerra, a menos de 100 dólares este martes. ¿Y qué país necesita desesperadamente que el precio del crudo se dispare, porque es casi lo único que tiene para venderle al mundo y así financiar su deuda? La Rusia de Putin. Así que la estrategia sanitaria contra el Covid de China está dinamitando la estrategia petrolera de Putin, causándole tal vez más daño que todo lo que pueda hacer Estados Unidos. Seguimos todos muchos más conectados de lo que podría pensarse.
Nunca me hice demasiadas ilusiones y siempre pensé que una vez lanzada esta guerra, Putin haría lo que tuviese que hacer para poder declararse “ganador”. Lo que sorprende, sin embargo, es lo rápido que Putin se complicó a sí mismo. En el lapso de tres semanas, pasó de decir que venía a liberar a Ucrania de su dirigencia “nazi” y llevar a la oveja descarriada de nuevo a su redil natural con Rusia, a aplastar sus ciudades y bombardear indiscriminadamente a sus civiles para someter a sus designios a la resistencia ucraniana.
¿Cómo hace un líder para pasar de decir que Ucrania y su gente son partes integrales del alma y el tejido de Rusia, con idiomas, cultura y religión compartidos, a darse vuelta de un día para otro cuando es rechazado y dejar el lugar en ruinas, sin explicación alguna para los ucranianos, el mundo o el propio pueblo ruso?
Es esa clase de locura tóxica que uno espera de un amante rechazado o en un “asesinato por honor”. Pero impactante y paralizante ver que se manifiesta en el líder de una superpotencia que tiene 6000 ojivas nucleares. Este tipo tiene algo que augura sorpresas más siniestras.
Siempre me asombra el coraje que manifiesta en la guerra la gente común. En este caso, no solo los ucranianos, sino también los rusos que se niegan a tragarse las mentiras de Putin, a sabiendas de que los está convirtiendo en una nación paria. Por eso me maravilla el impresionante coraje demostrado el lunes por la noche por Marina Ovsyannikova, la empleada del Canal 1 de la televisión estatal rusa que irrumpió en una transmisión en vivo del programa de noticias más visto de Rusia al grito de: “¡Alto a la guerra!” y sosteniendo un cartel que decía: “Acá te están mintiendo”. Ovsyannikova fue interrogada y por el momento liberada, probablemente porque Putin temía convertirla en mártir.
Recuerden ese nombre: Marina Ovsyannikova, la mujer que se atrevió a decirle al zar que estaba desnudo. Qué coraje.
Finalmente, en las guerras también se manifiestan extraordinarios actos de bondad. Y en esta guerra, algunos de esos gestos surgieron de manera espontánea y por donde nadie lo esperaba: el sitio de alquiler de alojamiento Airbnb. Los ejecutivos de Airbnb dicen a principios de marzo notaron que los miembros de su comunidad estaban usando la plataforma de una manera nueva y novedosa: habían transformado su sistema de reservas online en un servicio de ayuda persona a persona desde el extranjero.
Según datos de la empresa, en las últimas dos semanas, los usuarios de 165 países reservaron más de 430.000 noches de alojamiento en casas ucranianas sin intención de usarlas, sino simplemente para donar dinero a estos anfitriones ucranianos a quienes no conocían. Airbnb ha renunciado temporalmente a su comisión por las reservas en Ucrania, o sea que esa ayuda se tradujo en 17 millones de dólares que fueron directamente a manos de los anfitriones ucranianos. La mayor cantidad de reservas fueron desde Estados Unidos, Gran Bretaña y Canadá, un ranking que completan Australia, Alemania y varios otros países europeos.
Además, hasta el domingo pasado, unas 36.000 personas de 160 países se habían inscripto a la rama sin fines de lucro de Airbnb, llamada Airbnb.org, para recibir en sus hogares a los refugiados que huyen de Ucrania.
Ni la gigantesca Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional habría logrado un impacto igual en tan poco tiempo.
Muchos de los anfitriones ucranianos que recibieron esos donativos les han respondido a esos huéspedes que tal vez nunca conocerán, y se han forjado nuevas amistades que en contrapartida ayudan a los extranjeros a entender mejor el verdadero impacto de esta guerra. No hay nada como comunicarse persona a persona con alguien que está escondido en un sótano de Ucrania y explicarle que uno está más que dispuesto a alquilárselo para nunca usarlo. Esa comunidad de bondad espontánea no alcanza para derrotar a los tanques de Putin, pero refuerza la determinación de quienes han decidido resistir su avance y les recuerda que no están solos: el que está solo es Putin.
Traducción de Jaime Arrambide
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