Sorpresa en Londres: encuentran tiburones, focas e hipocampos en el río Támesis, declarado “biológicamente muerto”
El legendario cauce de agua que atraviesa la capital británica es ahora hogar de cientos de especies silvestres gracias a los esfuerzos de saneamiento de las últimas décadas
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Hace unos 60 años, algunos tramos del río Támesis fueron declarados biológicamente muertos. Pero ese legendario cauce de agua que atraviesa la ciudad de Londres fue devuelto a la vida y ahora es hogar de cientos de especies silvestres, desde hipocampos hasta tiburones.
El último informe “Estado del Támesis”, difundido el miércoles por la Sociedad Zoológica de Londres, reveló que los esfuerzos de saneamiento de las últimas décadas redujeron los niveles de químicos como el fósforo y ayudaron a preservar las marismas salinas para la proliferación de aves y peces, haciendo que actualmente el río sea hogar “de una miríada de especies silvestres, tan diversa como la propia Londres”.
El informe también destaca los problemas que sigue enfrentando el Támesis, incluido el aumento de la temperatura y el nivel de las aguas debido al cambio climático. Los investigadores descubrieron, por ejemplo, que en algunas partes del río la temperatura durante el verano está aumentando un promedio de 0,19° Celsius desde el año 2007. Hasta la menor modificación en la temperatura estacional puede alterar el ecosistema del río y degradar el hábitat de los seres vivos.
Los investigadores también encontraron elevadas concentraciones de nitratos, que amenazan la calidad del agua, y no hay que olvidar que gran parte del agua que consumen los londinenses sale del Támesis.
En comparación con los ríos que atraviesan otras ciudades modernas, el Támesis no siempre ha sido precisamente un modelo exitoso de protección ambiental. Durante la Revolución Industrial, el Támesis se contaminó fuertemente con los efluentes tóxicos de las curtiembres y los desechos humanos que iban a parar al río. El “Gran Hedor” de 1858, provocado en parte por las aguas servidas que se volcaban al río, obligó al Parlamento británico a ordenar la construcción de mejores sistemas de tratamiento de efluentes.
Pero en 1959 los niveles de oxígeno en el Támesis eran tan bajos que el Museo de Historia Natural lo declaró biológicamente incapaz de albergar vida marina. Por ese entonces, las autoridades empezaron a invertir en mejores plantas de tratamiento de aguas servidas y a monitorear más de cerca los indicadores ambientales más importantes. A partir de ese momento, la tendencia empezó a revertirse.
Otro peligro
Tal vez hoy el Támesis esté libre de muchos desechos tóxicos, pero tiene una de las concentraciones de microplásticos más altas en el mundo, por encima de otras importantes vías fluviales urbanas, como el río Chicago o el interminable Danubio en Europa, según un estudio de científicos británicos del año pasado.
Estos diminutos fragmentos de plástico, en su mayoría desprendidos de pedazos más grandes de basura, pueden ser ingeridos por animales, “planteando posibles amenazas fisiológicas y toxicológicas”, advierte el informe de la Sociedad Zoológica. Los ríos son la vía de ingreso más común de los desechos plásticos a los océanos del mundo, una doble amenaza para la vida silvestre.
A medida que crece la conciencia ambiental y el interés de las personas por la vida urbana a orillas del río, en las últimas décadas muchas otras ciudades han intentado sanear sus causes de agua. El pintoresco río Hudson, en Nueva York, estuvo contaminado durante décadas por un refrigerante químico ahora prohibido llamado PCB, que las plantas de General Electric vertían en sus arroyos tributarios. No fue sino hasta principios de este siglo que el gobierno de Estados Unidos le ordenó a la empresa el dragado y saneamiento del Hudson.
Por su parte, y por tercera vez en los últimos cuatro años, el informe le puso una calificación aprobatoria al río Anacostia, de Washington, y una organización ambiental local dijo que sus aguas van camino de ser “aptas para nadar y pescar”. El Distrito de Washington ha destinado fondos en varios proyectos, como la construcción de una red de túneles de 2700 millones de dólares para evitar que los desechos vayan a parar al sistema fluvial de la ciudad.
Por Amy Cheng
Traducción de Jaime Arrambide
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