Sorpresa: el Papa rechazó la renuncia del cardenal Reinhard Marx por la “catástrofe” de los abusos
En una carta, Francisco elogió el coraje del arzobispo alemán, que la semana pasada provocó un terremoto con su dimisión y llamó a todos los obispos a asumir “la historia del pecado que nos asedia”
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ROMA.- Con una rapidez inusitada, a menos de una semana de que el cardenal alemán Reinhard Marx hizo estallar una verdadera bomba en Alemania, en la Iglesia universal y el Vaticano al presentar repentinamente su renuncia al arzobispado de Munich y Freising por su “corresponsabilidad en la catástrofe de los abusos”, el Papa no aceptó su dimisión.
En una carta directa y clara, evidentemente escrita con el corazón en español y llena de porteñismos que difundió este mediodía el Vaticano (por supuesto traducida al alemán), Francisco rechazó su paso al costado y volvió a hablar claro sobre el escándalo de abusos en la Iglesia. Coincidió con Marx en “calificar de catástrofe” este terrible delito y el modo de enfrentarlo que tuvo la Iglesia en el pasado, elogió su “coraje” al asumir “la tremenda realidad del pecado” y le pidió seguir siendo arzobispo de Munich y Freising.
“Me decís que estás atravesando un momento de crisis, y no solo vos sino también la Iglesia en Alemania lo está viviendo. Toda la Iglesia está en crisis a causa del asunto de los abusos; más aún, la Iglesia hoy no puede dar un paso adelante sin asumir esta crisis”, le escribió el exarzobispo de Buenos Aires, voceándolo, a Marx. Se trata de un peso pesado del ala progresista, expresidente de la Conferencia Episcopal alemana, que no está involucrado en ningún caso de abuso ni de encubrimiento y que justamente por ello había sorprendido al renunciar a su cargo. “La política del avestruz no lleva a nada, y la crisis tiene que ser asumida desde nuestra fe pascual. Los sociologismos, los psicologismos, no sirven. Asumir la crisis, personal y comunitariamente, es el único camino fecundo porque de una crisis no se sale solo sino en comunidad y además debemos tener en cuenta que de una crisis se sale o mejor o peor, pero nunca igual”, agregó el Papa.
El viernes pasado, la renuncia de Marx, de tan sólo 67 años (los obispos están obligados a presentar su renuncia a los 75 años, que solo el Papa puede aceptar) provocó un verdadero terremoto. En un carta al Pontífice que hizo pública Marx -que es uno de los cardenales del consejo de consultores de Francisco y también presidente del Consejo para la Economía del Vaticano-, consideró que la Iglesia está en un “punto muerto” y denunció una “falla institucional y sistémica”.
En su carta de dimisión, con la que esperaba sacudir las aguas y provocar un “nuevo inicio”, Marx también advertía que no todos en la Iglesia habían asumido la catástrofe de los abusos, que golpeó como nunca la credibilidad de la Iglesia. Y el Papa compartió este análisis.
“Estoy de acuerdo contigo en calificar de catástrofe la triste historia de los abusos sexuales y el modo de enfrentarlo que tomó la Iglesia hasta hace poco tiempo. Caer en la cuenta de esta hipocresía en el modo de vivir la fe es una gracia, es un primer paso que debemos dar. Tenemos que hacernos cargo de la historia, tanto personal como comunitariamente. No se puede permanecer indiferente delante de este crimen. Asumirlo supone ponerse en crisis”, indicó Francisco. El Papa también coincidió en que “no todos quieren aceptar esta realidad, pero es el único camino, porque hacer propósitos de cambio de vida sin ‘poner la carne al asador’ no conduce a nada”.
“Las realidades personales, sociales e históricas son concretas y no deben asumirse con ideas; porque las ideas se discuten (y está bien que así sea) pero la realidad debe ser siempre asumida y discernida. Es verdad que las situaciones históricas han de ser interpretadas con la hermenéutica de la época en que sucedieron, pero esto no nos exime de hacernos cargo y asumirlas como historia del pecado que nos asedia. Por tanto, a mi juicio, cada obispo de la Iglesia debe asumirlo y preguntarse ¿qué debo hacer delante de esta catástrofe?”, siguió, dándole un enorme espaldarazo al cardenal alemán.
Francisco en su carta recordó que la Iglesia hizo más de una vez y ante muchas situaciones “mea culpas” por errores históricos del pasado. “Y esta misma actitud es la que se nos pide hoy. Se nos pide una reforma, que -en este caso- no consiste en palabras sino en actitudes que tengan el coraje de ponerse en crisis, de asumir la realidad sea cual sea la consecuencia. Y toda reforma comienza por sí mismo. La reforma en la Iglesia la han hecho hombres y mujeres que no tuvieron miedo de entrar en crisis y dejarse reformar a sí mismos por el Señor. Es el único camino, de lo contrario no seremos más que ‘ideólogos de reformas’ que no ponen en juego la propia carne”, advirtió.
En momentos en que la Iglesia alemana se encuentra en un difícil camino sinodal y a semanas de que se anunció una investigación pontificia ante presuntos casos de encubrimiento de abusos sexuales en la diócesis de Colonia, que implicaría al cardenal conservador Rainer María Woelki, al arzobispo de Hamburgo, Stefan Hesse, que ya ha dimitido de su cargo, y otros dos obispos auxiliares, en la carta el Papa respaldó sin medias tintas a Marx.
“Bien decís en tu carta que a nada nos lleva sepultar el pasado. Los silencios, las omisiones, el dar demasiado peso al prestigio de las Instituciones sólo conducen al fracaso personal e histórico, y nos llevan a vivir con el peso de ‘tener esqueletos en el armario’, como reza el dicho”, escribió Francisco, que volvió a reafirmar su voluntad de dar vuelta la página, a través de transparencia y tolerancia cero.
“Es urgente ‘ventilar’ esta realidad de los abusos y de cómo procedió la Iglesia, y dejar que el Espíritu nos conduzca al desierto de la desolación, a la cruz y a la resurrección. Es camino del Espíritu el que hemos de seguir, y el punto de partida es la confesión humilde: nos hemos equivocado, hemos pecado”, aseguró. “No nos salvarán las encuestas ni el poder de las instituciones. No nos salvará el prestigio de nuestra Iglesia que tiende a disimular sus pecados; no nos salvará ni el poder del dinero ni la opinión de los medios (tantas veces somos demasiado dependientes de ellos)”, indicó. “Nos salvará abrir la puerta al Único que puede hacerlo y confesar nuestra desnudez: ‘he pecado’, ‘hemos pecado’... y llorar (...). Y entonces sentiremos esa vergüenza sanadora que abre las puertas a la compasión y ternura del Señor que siempre nos está cercana. Como Iglesia debemos pedir la gracia de la vergüenza, y que el Señor nos salve de ser la prostituta desvergonzada de Ezequiel 16″, sentenció.
Finalmente Francisco le pidió a Marx, que en su carta de renuncia le había anunciado que quería seguir siendo sacerdote y obispo y seguir su servicio de modo más intenso, empeñándose en una renovación de la Iglesia, continuar con eso, “pero como arzobispo de Munich y Freising”.
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