Sophie Scoll, la estudiante que se opuso a Hitler e inspira a Alemania
Su actividad en la resistencia fue relatada en libros, películas y obras de teatro. Este mes se conmemora el centenario de su nacimiento
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Su nombre no es muy conocido más allá de Alemania, pero Sophie Scholl es una figura icónica en su país y su historia es extraordinaria. Este mes se conmemora el centenario del nacimiento de esta mujer que le hizo frente a Adolf Hitler y ello le costó la vida.
Su actividad en la resistencia ha sido relatada en libros, películas y obras de teatro. Y continúa inspirando a la gente hoy en día. Scholl nació en 1921 en un país por aquel entonces convulsionado. Pero su niñez fue segura y cómoda.
Su padre era el alcalde de la ciudad suroccidental de Forchtenberg (aunque la familia se mudó después a Ulm) y Sophie y sus cinco hermanos se criaron en un hogar luterano que respetaba los valores cristianos.
“No me digas que es por la patria”
Al principio, Sophie y su hermano mayor Hans apoyaban a la formación que lideraba Hitler desde 1921, el Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán (NSDAP, por sus siglas en alemán), conocido coloquialmente como Partido Nazi.
Como muchos otros jóvenes, él se unió al movimiento Juventudes Hitlerianas y ella a la homóloga organización para niñas, la Liga de Muchachas Alemanas.
Se dice que su padre, un ferviente crítico de Hitler, estaba horrorizado por el entusiasmo inicial de sus hijos, y que su influencia, así como la del resto de la familia y los amigos fue poco a poco surtiendo efecto en ellos.
Al final, los hermanos no pudieron reconciliar sus propias tendencias liberales con las políticas del Tercer Reich, como se llamaba entonces al Estado alemán, y, al darse cuenta de cómo sus amistades judías y artistas estaban siendo tratadas, empezaron a ser cada vez más críticos del régimen.
Para cuando Hitler invadió Polonia, en septiembre de 1939, su postura pasó a ser de oposición.
Los jóvenes alemanes estaban siendo enviados a la guerra, y en ese contexto Sophie le escribió a su novio Fritz Hartnagel, quien también era soldado: “No puedo entender cómo algunas personas continuamente ponen la vida de otros en riesgo. Nunca lo entenderé y pienso que es horrible. No me digas que es por la patria”.
Sophie siguió los pasos de su hermano Hans y entró en la Universidad de Munich, donde él estudiaba medicina. Allí hermano y hermana compartieron círculo de amigos, a quienes les unía el gusto por el arte, la cultura y la filosofía.
A Sophie, que estudiaba esta última materia además de biología, le gustaba bailar, tocar el piano y era una pintora talentosa, dicen.
Pero aquellas eran épocas violentas. Algunos de los estudiantes ya habían prestado servicio militar. Estaban viviendo bajo un gobierno militar y estaban decididos a resistir.
“No nos callarán”
Con ese objetivo, Hans Scholl y su amigo Alexander Schmorell fundaron el grupo Rosa Blanca, al que luego se unieron Sophie, Christoph Probst y Willi Graf, además de uno de sus profesores, Kurt Huber.
Apoyados por una red de amigos y simpatizantes, imprimieron y distribuyeron volantes en los que instaban a la ciudadanía a resistir al régimen nazi, denunciaban asesinatos de judíos y exigían el fin de la guerra.
“No nos callarán”, se leía en una de aquellas hojas. “Somos la Rosa Blanca, tu mala conciencia, y no te dejaremos en paz”.
El grupo emitió su sexto panfleto a comienzos de 1943. “El nombre de Alemania quedará dañado para siempre si la juventud alemana no se subleva, toma venganza y se expía al mismo tiempo, aplasta a sus torturadores y funda un nuevo espíritu europeo”.
El 18 de febrero de 1943, Hans y Sophie estaban distribuyendo volantes en la universidad.
No está claro por qué Sophie subió al piso superior del edificio principal de la universidad, desde el que se veía el atrio, y arrojó un manojo de panfletos por encima de la baranda. Muchos suponen que quería que la mayoría de los estudiantes los vieran.
Pero un conserje vio a las páginas caer y la denunció a la Gestapo,la policía secreta. Ella y su hermano fueron interrogados y, después de un juicio corto, sentenciados a muerte.
Rehusaron divulgar la identidad del resto de miembros del grupo, pero las autoridades dieron con ellos de todas formas. En pocos meses todos habían sido ejecutados. En la mañana en la que Sophie, quien por aquel entonces tenía 21 años, enfrentó la guillotina, dijo: “Que día tan lindo y soleado, y debo marcharme... ¿Qué importa mi muerte, si por nosotros, miles de personas despertaron y fueron motivadas a emprender acciones?”.
Esas palabras, su valentía, siguen siendo honradas hoy en Alemania, donde escuelas y calles llevan su nombre y el de su hermano. Y muchos lamentan que los otros miembros de la Rosa Blanca no sean tan recordados.
Sin embargo, el nombre de Sophie también se ha explotado con otros fines. Hace unos años hubo indignación cuando el partido de extrema derecha AfD emitió el eslogan “Sophie Scholl hubiera votado por AfD”.
Durante un evento político en Hanover, el pasado noviembre, una joven mujer saltó al escenario y se comparó con Sophie Scholl. Ahora, con motivo del centenario de su nacimiento, la Casa de la Moneda de Alemania emitirá una moneda conmemorativa, habrá habrá misas en su honor y un nuevo canal de Instagram dedicado a ella.
Muchos reflexionarán en silencio sobre la vida de una joven mujer cuya valentía y convicción todavía conmueven los corazones y mentes.
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