Solo se vive una vez: la pandemia le da la bienvenida a la economía YOLO
Como consecuencia del coronavirus, muchos renunciaron a un empleo seguro y se aventuraron con sus propios emprendimientos; con nuevas prioridades, asumen nuevos riesgos y recuerdan que “la vida es ahora”
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NUEVA YORK.- Algo raro les está pasando a los exhaustos trabajadores tipo A de la generación millennial en Estados Unidos. Tras un año encorvados sobre sus MacBooks, soportando reuniones por Zoom mientras levaba el pan casero y pedaleaban en la bicicleta fija, están pateando el tablero cuidadosamente ordenado de sus vidas para arriesgarlo todo.
Algunos están abandonando un trabajo cómodo y estable para arrancar un nuevo negocio, convertir aquel pasatiempo en una actividad rentable de tiempo completo, o dedicarse finalmente a escribir el tan soñado guión. Otros se resisten a la orden de sus jefes de volver a la oficina y amenazan con renunciar si no los dejan trabajar dónde quieren y cuándo quieren.
Están envalentonados por el aumento de los niveles de vacunación y por la recuperación del mercado laboral. Y como se pasaron un año encerrados sin gastar en nada mientras los activos financieros se disparaban por las nubes, sus cuentas bancarias engordaron y eso los anima a correr más riesgos. Algunos simplemente se deciden a cambiar de trabajo, pero hay otros que directamente se están bajando de la rutinaria cinta caminadora de sus carreras.
Si este nuevo movimiento tiene un grito de guerra, sería “YOLO” —en inglés “you only live once”, “solo se vive una vez”— una sigla popularizada hace una década por el rapero Drake y que desde entonces sacan a relucir quienes apuestan al riesgo. El término es un meme entre los operadores bursátiles en Reddit, que lo aplican a esas apuestas irresponsablemente riesgosas que a veces igual salen bien. (El affaire GameStop de este año fue una “YOLO” arquetípica.) En un sentido más amplio, la expresión se usa para describir la actitud que han adoptado cierto tipo de oficinistas aburridos en los últimos meses.
Para ser claros: la pandemia no terminó, y hay millones de personas que siguen llorando la pérdida de sus empleos y de sus seres queridos. No cualquier puede permitirse dejar de lado la cautela. Pero los que tienen colchón financiero y habilidades para las que hay demanda, el miedo y la angustia del año pasado va dando paso a una nueva temeridad profesional.
Empecé a escuchar ese tipo de historias a principios de este año, cuando varios conocidos anunciaron que dejaban sus empleos muy bien remunerados para apostar a un proyecto que los apasionaba. Desde entonces, lo que empezó como un goteo de modificaciones en los perfiles de LinkedIn se convirtió en un torrente. Mencioné el tema en Twitter y mi casilla se llenó de decenas de historias, todas variaciones de un mismo guión: la pandemia cambió mis prioridades, y me di cuenta de que no tenía que vivir así.
Brett Williams es un abogado de 33 años de Orlando, Florida, y dice que tuvo su epifanía YOLO durante una mediación por Zoom, en febrero. “Me di cuenta de que estaba sentado en la barra de la cocina 10 horas al día sintiéndome totalmente infeliz”, dice Williams. “Y de pronto pensé: ¿Qué tengo que perder? Mañana podemos estar todos muertos”.
Así que renunció, dejando atrás un puesto de asociado y un sueldo de empresa grande, y aceptó un trabajo en la pequeña firma de su vecino de al lado, para pasar más tiempo con su esposa y con su perro. “Sigo trabajando como abogado, pero hace años que no sentía tanto entusiasmo por lo que hago”.
Si la emoción predominante del 2020 fue “languidecer”, la tendencia dominante de este año tal vez sea “apostar”. Una reciente encuesta de Microsoft reveló que más del 40% de los trabajadores a nivel mundial estaban considerando dejar sus trabajos este año. Blind, una red social anónima muy popular entre los empleados de empresas tecnológicas, reveló recientemente que el 49% de sus usuarios planeaban cambiar de trabajo en el transcurso de este año.
“Todos tuvimos un año para evaluar si estamos viviendo la vida que queremos vivir”, dice Christina Wallace, profesora de la Escuela de Negocios de Harvard. “Especialmente esos jóvenes que escucharon que había que trabajar mucho y pagar tus cuentas para disfrutar algún día de la vida, ahora están cuestionando ese modelo. ¿Y si quiero ser feliz ahora, y no después?”.
Temiendo un éxodo de talentos, los empleadores intentan levantar la moral y tratar de aliviar el agotamiento de sus empleados. En estas últimas semanas, LinkedIn le dio un semana de licencia paga a casi la totalidad de su plantilla, mientras que los empleados de Twitter han recibido un día franco extra por mes para descansar y recargar energía. El Credit Suisse les otorgó un bono de “calidad de vida” de 20.000 dólares a sus banqueros junior, mientras que Houlihan Lokey, otra firma de Wall Street, les regaló vacaciones con todos los gastos pagos a muchos de sus empleados.
Los aumentos de suelo y los días francos podrían convencer a muchos de quedarse. Pero para otros el problema es el anquilosamiento, y la única solución que ven es imprimirles un cambio radical a sus vidas. “La sensación que tengo es que durante la última década estuvimos totalmente enfrascados en nuestras carreras, y que esta es la gran oportunidad para pegar el volantazo”, dice Nate Moseley, jefa de compras de un importante minorista de indumentaria.
Moseley acaba de decidir que deja su trabajo de 130.000 dólares al año antes del 1 de junio, fecha estipulada por la empresa para el regreso del trabajo presencial de los empleados a las oficinas.
Siempre ha habido trabajadores desilusionados que como tenían colchón financiero salían en busca del autodescubrimiento, y también es posible que muchos de los impulsores del “YOLO” terminen volviendo a un empleo estable si se gastan los ahorros o sus nuevos emprendimientos nunca despegan. Pero hay dando vueltas un espíritu de osadía que embarga incluso a los más sobresalientes y aversos al riesgo, que suelen aferrarse con uñas y dientes a cada escalón que van subiendo en sus carreras.
En parte, eso se debe a que en estos tiempos cada vez son más los que pueden permitirse correr riesgos. Los cheques de estímulo del gobierno, los mejores beneficios de desempleo y el boom de las acciones bursátiles han reforzado la red de contención de muchos empleados. Muchos sectores enfrentan actualmente una severa escasez de mano de obra, lo que implica que los trabajadores de esas industrias podrían volver a conseguir trabajo si lo necesitan. (Y no son solo las grandes empresas tecnológicas, sino que al sector gastronómico y al del transporte de cargas también les está costando cubrir sus vacantes).
Varios empleados de entre 25 y 35 años —en su mayoría, que asistieron a buenas escuelas, trabajan en empresas prestigiosas y nunca serían clasificados como “trabajadores esenciales”—, dicen que la pandemia ha destruido su fe en la carrera “de cuello blanco” tradicional. También dicen que sus coetáneos de mentalidad independiente se hicieron ricos al sumarse a empresas nuevas o apostar a las criptomonedas, mientras que a ellos sus jefes los siguen tapando de trabajos banales, intentaban automatizar sus trabajos, y en general no los apoyaron durante uno de los años más difíciles de sus vidas.
“El año pasado fue muy revelador para descubrir el valor real que le dan las empresas a su fuerza de trabajo”, dice Latesha Byrd, orientadora profesional de Charlotte, Carolina del Norte. “Es cada vez más difícil trabajar para empresas que siguen funcionando como si no hubiera pasado nada, sin tener en cuenta hasta qué punto cambiaron nuestras vidas de la noche a la mañana”.
Traducción de Jaime Arrambide
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