“Solo decí que la elección fue corrupta”: los detalles del fallido plan de Trump para intentar revertir su derrota
El indictment del fiscal Especial Jack Smith ofrece una crónica puntillosa de los esfuerzos del expresidente y su círculo íntimo para resistir en el poder
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WASHINGTON.- Dos días antes del ataque al Congreso, Donald Trump le insistió en el Salón Oval de la Casa Blanca cara a cara a su entonces vicepresidente, Mike Pence, que frenara la certificación de los resultados de la elección presidencial que había perdido ante Joe Biden. “Ganamos todos los estados”, le dijo Trump a Pence, a sabiendas de que era falso.
Pence, acompañado por su staff, se negó. Trump ya le había hecho antes el mismo pedido en al menos cuatro conversaciones que tuvieron en los días previos. El 6 de enero de 2021, antes del asalto al Congreso, a las 11.25, Trump lo llamó para presionarlo por última vez. Pence le dio la misma respuesta. Unos minutos después, a las 11.56, Trump jugó su última carta: arengó a una multitud enardecida en el Mall de Washington a marchar al Congreso, la última jugada de su fallido plan para intentar revertir su derrota.
“Espero que Mike haga lo correcto. Eso espero. Eso espero. Porque si Mike Pence hace lo correcto, ganamos las elecciones”, dijo Trump desde su atril. “Peleamos. Peleamos como el infierno. Y si no pelean como el demonio, ya no van a tener un país”, insistió.
A las 14.13, después de más de una hora de avance constante y violento, la multitud que se había congregado a escuchar el discurso y que luego marchó al Capitolio irrumpió violentamente en el Congreso, perpetrando uno de los peores ataques contra la democracia norteamericana en la historia moderna.
Los detalles del plan de Trump y de sus asesores más cercanos para dar vuelta su derrota en la elección presidencial de 2020 recorren las 45 páginas de la acusación presentada esta semana por el fiscal Especial, Jack Smith, a cargo de la investigación del ataque al Congreso. Ese ataque, dijo Smith, estuvo “alimentado por mentiras”. El indictment del fiscal ofrece una crónica puntillosa y escalofriante del esfuerzo sin precedentes de Trump y su círculo para intentar hacer algo que ningún presidente intentó hacer jamás en la democracia más longeva del planeta: desconocer el resultado de una elección para perpetuarse en el poder, atentando contra la democracia.
Trump fue acusado de tres conspiraciones: una para revertir el resultado de los comicios, otra para impedir que el Congreso la certificara, y otra por desconocer el derecho de los norteamericanos a elegir a su presidente.
“Cada una de estas conspiraciones, que se basó en la desconfianza generalizada que el acusado estaba creando a través de mentiras generalizadas y desestabilizadoras sobre el fraude electoral, tenía como blanco una función fundamental del gobierno federal de los Estados Unidos: el proceso nacional de recopilar, contar y certificar los resultados de las elecciones presidenciales”, dice la acusación de Smith.
Trump y sus seis “co-conspiradores”, que la acusación menciona sin identificar, apuntaron a siete estados que terminaron por decidir la elección: Arizona, Georgia, Michigan, Nevada, Nuevo México, Pensilvania y Wisconsin. Primero, intentaron que las Legislaturas y las autoridades estatales “subvirtieran los resultados electorales legítimos” con falsas denuncias de fraude. Cuando ese plan fracasó, reunieron “electores fraudulentos” -en Estados Unidos la elección presidencial es indirecta- para intentar cambiar la votación reemplazando a los electores legítimos con electores leales a Trump. Cuando ese plan también zozobró y las Legislaturas avalaron los resultados, Trump intentó “reclutar al Vicepresidente para que usara su función ceremonial en el proceso de certificación del 6 de enero para alterar de manera fraudulenta los resultados de las elecciones”, indica el indictment.
La acusación de Smith expone lo que en Estados Unidos se bautizó “la gran mentira” con un hilo de hechos que dejan al descubierto que Trump y sus abogados –Rudy Giuliani, John Eastman y Sidney Powell, entre otros– sabían que la elección estaba perdida, pero de todos modos intentaron revertirla. El 1 de diciembre de 2020, Giuliani, identificado como “Co-Conspirador 1″ en el indictment, se reunió con el presidente de la Cámara de Representantes de la Legislatura de Arizona, uno de los estados en la lista. “No tenemos evidencia, pero tenemos muchas teorías”, le dijo, según la acusación.
El 2 de enero, Trump llamó al secretario de Estado de Georgia. Trump le dijo que habían votado 5000 personas muertas, a lo que el funcionario respondió: “Bueno, señor presidente, el problema que tiene es que la información que tiene está mal. El número real es dos. Dos. Dos personas que estaban muertas que votaron. Su información está mal”. Trump le pidió en esa llamada que “encontrara” 11.780 votos que necesitaba para ganar el estado, una demanda por la cual hay otra investigación en curso en Georgia, la cual, se espera, terminara en un nuevo procesamiento
“Como los intentos del acusado de obstruir el voto electoral a través del engaño de los funcionarios estatales fracasaron repetidamente, a partir de principios de diciembre de 2020, él y sus co-conspiradores desarrollaron un nuevo plan: reunir a las personas que habrían servido como electores del acusado si hubiera ganado el voto popular en los siete estados específicos”, continúa la acusación. Ese plan surge a partir de un memo, llamado “Memorando Wisconsin”, escrito por el “Co-Conspirador 5″, identificado en los medios como Kenneth Chesebro.
Votos fraudulentos
El plan para impedir que Biden llegara a los 270 votos electorales necesarios para ser declarado presidente electo requería sí o sí de la participación de Pence: el 6 de enero, el día de la certificación, Pence debía asegurarse que se contaran los “votos fraudulentos”, es decir, de los electores de Trump.
A fines de diciembre, después de que todas las Legislaturas certificaron sus resultados estatales y los enviaron al Congreso, Trump y sus asesores recurrieron al Departamento de Justicia –irónicamente, la defensa de Trump alega que ahora Biden lo usa para perjudicarlo– para deslegitimar la elección e intentar instalar a sus electores. “Sólo decí que la elección fue corrupta y dejáme el resto a mí y a los congresistas republicanos”, le dijo Trump en la tarde del 27 de diciembre a Jeffrey Rosen, su último fiscal General. El Departamento de Justicia se rehusó a participar de esa cruzada.
“A medida que se acercaba el proceso de certificación del Congreso del 6 de enero y fracasaban otros esfuerzos para perjudicar, obstruir y derrotar la función del gobierno federal, el acusado trató de reclutar al Vicepresidente para que usara su papel ceremonial en la certificación para alterar de manera fraudulenta los resultados de las elecciones”, indica la acusación.
“Nadie acá debe hablar con el Vicepresidente. Yo voy a hablar con el Vicepresidente”, le dijo Trump a sus asesores en una reunión en el Salón Oval el 3 de enero, tres días antes del ataque.
Al día siguiente, Trump recibió a Pence y a su equipo en la Casa Blanca. Pence se rehusó a ser parte del plan. “Ni siquiera tu propio abogado dice que tengo esa autoridad”, le dijo Pence a Trump en medio del ida y vuelta sobre su papel en la certificación de los resultados.
La presión de Trump a Pence continúo aun en medio del asalto. Diez minutos después de que la turba trumpista irrumpió en el Congreso, Trump tuiteó: “Mike Pence no tuvo el coraje de hacer lo que debería haberse hecho para proteger a nuestro País y nuestra Constitución […] ¡Estados Unidos exige la verdad!”. Un minuto después de ese tuit, el Servicio Secreto evacuó a Pence del Senado.
“Ven, esto es lo que pasa cuando intentan robar una elección”, dijo Trump mientras miraba el asalto por televisión fuera del Salón Oval.
El indictment dice que Trump y su círculo más cercano siguieron llamando senadores luego del ataque para intentar convencerlos de que demoraran la certificación, en un último intento por impedir su salida del poder. A las 11.44 de la noche, Eastman le envió un correo electrónico al staff de Pence para convencerlo de que demorara la votación. Giuliani le dejó un mensaje a un senador en su teléfono para ganar tiempo. “Sé que se volverán a sesionar, pero la única estrategia que podemos seguir es oponernos a numerosos estados y plantear problemas para que lleguemos a la mañana, idealmente hasta le final de mañana”, insistió. El ataque demoró la certificación unas seis horas. A las 3.41 de la madrugada del 7 de enero, Pence anunció la certificación de los resultados, y declaró a Joe Biden presidente electo.
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