Hace unos meses parecía muy difícil ver esta imagen: Carlos Slim Helú, el empresario más rico de México, aplaudiendo sonriente al lado del presidente Andrés Manuel López Obrador. La escena ocurrió este martes después de la conferencia de prensa que cada mañana ofrece el mandatario.
En este encuentro se anunció un acuerdo para mantener la construcción de siete gasoductos que el gobierno pretendía modificar porque los consideraba "leoninos" para el erario. El conflicto, que se encaminaba a resolverse en tribunales internacionales, ponía en riesgo el abasto de gas natural en el país.
Muchos se sorprendieron con la presencia de Slim, quien no hace mucho llegó a ser el hombre más rico del mundo. Desde octubre pasado la relación entre el magnate y el entonces presidente electo parecía distante. Slim, por ejemplo, cuestionó la cancelación del Nuevo Aeropuerto Internacional de México (NAIM), donde tenía fuertes inversiones. Y en los meses siguientes López Obrador criticó los contratos de obra pública donde participan empresas del magnate.
Algunos analistas veían impensable una eventual reconciliación. Pero ahora el ambiente es otro. Slim no sólo se tomó una foto con López Obrador, también respaldó su política económica. "En los objetivos que tiene este gobierno creo que todos hemos estado 100% de acuerdo" dijo. Y agregó: "Combatir la corrupción, la impunidad, crecer al 4% (anual), bajar el gasto corriente. Creo que hay unanimidad, hay un gran acuerdo".
Tal distancia fue motivo de controversia. Slim es el mayor inversionista de México, y López Obrador el presidente con mayor respaldo en la historia reciente. La separación fue vista como una señal de incertidumbre para algunos especialistas. Ya no más.
¿Por qué cambió la relación entre estos poderosos personajes?
Historia de desencuentros
En el fondo, coinciden especialistas, Slim y López Obrador entendieron que nadie gana con una confrontación entre el gobierno y el sector privado. El magnate, como otros empresarios, "piensan estratégicamente", le dijo a BBC Mundo el especialista Mario Maldonado, columnista de finanzas en el diario El Universal. "No terminan de convencerse de sus proyectos pero no son tontos, dicen: si nos peleamos vamos a perder".
La confrontación empezó desde que López Obrador era presidente electo, a partir de agosto de 2018. Desde entonces mantuvo una relación difícil con Slim y otros empresarios, a quienes acusó de tener una considerable influencia en administraciones anteriores. "El gobierno no estará al servicio de una minoría", dijo en octubre pasado. "Se acabó el predominio de una minoría y la vinculación del poder económico y político, que el gobierno esté sólo al servicio de un grupo", sostuvo.
Uno de los momentos más complicados fue la cancelación de la construcción del aeropuerto NAIM, el mayor proyecto de infraestructura en la historia reciente del país y donde Slim era uno de los principales inversionistas. El magnate inclusive ofreció hacerse cargo de la obra y reducir costos para no usar recursos públicos. López Obrador se negó, según documentó la agencia Bloomberg. A partir de ese momento la relación se complicó. En varios eventos Slim insistió en la necesidad de mantener la inversión privada en el país, algo que según especialistas no parecía promover López Obrador.
"No sólo son cablecitos"
Una vez en el gobierno López Obrador cuestionó la asignación de contratos para construir nueve gasoductos para suministrar combustible a plantas de la gubernamental Comisión Federal de Electricidad (CFE). Según el presidente, las condiciones en que se firmaron los acuerdos eran "ventajosos" para las empresas, entre ellas Carso Energy, propiedad de Slim. "Esos contratos eran abusivos, yo les llamé leoninos porque se entregaron con todos los beneficios para las empresas", dijo. El consorcio del magnate respondió que su contrato con la CFE "fue resultado de una licitación pública internacional".
Otro desencuentro ocurrió cuando el gobierno ofreció al sector privado una red de 50.000 kilómetros de fibra óptica de la CFE para brindar servicio de Internet en todo el país. Ninguna compañía participó en la licitación. El presidente criticó el desinterés por el proyecto. "Como a las empresas no les resulta rentable, no dan el servicio en los pueblos apartados", dijo. "¿Saben cuánto territorio del país está comunicado por Internet? Sólo 20%".
También cuestionó a los concesionarios de telecomunicaciones por no ampliar la cobertura en regiones marginadas. Así, dijo, las autoridades se harían cargo del servicio. "Háganse a un lado porque ahora el gobierno va a tener su empresa para comunicar con Internet a todos los mexicanos". Carlos Slim, quien es el mayor proveedor de telecomunicaciones en el país, respondió al comentario presidencial. "Se deben tener redes de comunicación avanzada de última generación y muy alta penetración poblacional y territorial", dijo. "Es fundamental y eso no necesariamente tiene que ser con cablecitos y fibra óptica".
La reconciliación
Hace unas semanas las diferencias entre Slim y López Obrador empezaron a conciliarse. El presidente invitó al magnate a una comida privada en Palacio Nacional, donde vive y tiene sus oficinas. Al día siguiente López Obrador dijo que el empresario le anunció que se retiraba de los negocios, pero después de 2024, cuando termina su gobierno. "Está dispuesto a apoyar no sólo en la parte empresarial, sino también en acciones de bienestar para nuestra población", expresó.
Luego, a mediados de julio, el presidente asistió a una cena con los empresarios más ricos del país. Después del encuentro López Obrador matizó su discurso hacia la inversión privada, e inclusive estableció una mesa de negociación con las empresas que construyen los polémicos gasoductos.
El gobierno buscaba mejores condiciones para la CFE, y para conseguirlo promovió un arbitraje internacional. Las empresas pretendían que se cumplieran los contratos. El consorcio de Slim fue el primero en negociar un acuerdo, y después el resto de las compañías hicieron lo mismo.
Analistas como José Yuste, especialista en finanzas de Grupo Fórmula, dijo que fue "un entendimiento práctico de lo que se debe hacer". Es decir, "honrar los compromisos firmados. Si crees que hubo contratos leoninos pues tratas de flexibilizarlo, lo que debe existir es certidumbre jurídica" explicó a BBC Mundo.
Pero no sólo los empresarios actuaron con pragmatismo, advierte Mario Maldonado, pues el gabinete de López Obrador pareció entender la necesidad de enviar señales de estabilidad a los inversionistas.
Un factor clave fue el crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) en el segundo trimestre del año, que según datos oficiales fue de 0,01%. "Se dieron cuenta de que si no manda un mensaje de que va a negociar y repensar las cosas en sectores estratégicos no va a llegar la inversión, y su gobierno tendrá un crecimiento económico estancado".
El resultado fue el mensaje de reconciliación de Carlos Slim. "Estoy convencido que vamos a crecer bien y pronto" dijo el magnate. "Este año no sé si crezcamos o no crezcamos, creo que es intrascendente, lo relevante es que hay un potencial y grandes posibilidades de crecimiento".
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