Siria se asoma a una guerra sectaria
Los refugiados que llegan al Líbano dan testimonio de una creciente ofensiva de los alauitas contra los sunnitas
AL-QAA, Líbano.- Los sunnitas que lograron huir de Siria dan cuenta de que la represión es más generalizada y sectaria de lo que se pensaba hasta ahora, con civiles pertenecientes a la minoría religiosa del presidente Bashar al-Assad abriendo fuego sobre sus vecinos y militares enfrascados en una ofensiva que, según los sunnitas, está destinada a obligarlos a abandonar sus hogares.
Los refugiados, de la ciudad y los alrededores de Qusayr, una localidad de la misma provincia que la ciudad rebelde de Homs, dijeron que al parecer el gobierno llegó a la conclusión de que cuando expulsan a los rebeldes de sus bastiones los combatientes y manifestantes opositores se reagrupan rápidamente en otras áreas sunnitas.
Ellos creen que el gobierno no sólo está atacando los grandes centros urbanos rebeldes, sino también aldeas y pequeños pueblos que hasta ahora no parecían importantes para la revuelta. Esa región del oeste de Siria se encuentra bajo un asedio mucho más intenso de lo que se pensaba, y que probablemente la revuelta allí esté mucho más extendida.
"El ejército quiere alejar a la gente de la zona de las protestas", dijo Abu Munzer, de 59 años, un veterano del ejército sirio. "Si mueren o se van, no va a quedar nadie que proteste."
Según las Naciones Unidas, hay por lo menos 6000 refugiados sirios viviendo en el valle de Bekaa, en el este del Líbano. Ellos dicen temer a los alauitas, y varios dijeron haber visto a los militares repartir rifles a los residentes de las aldeas alauitas vecinas -miembros de la misma rama del islam que Al-Assad- y que sus vecinos les habían disparado.
Los refugiados dijeron creer que la mayoría de los residentes sunnitas de cuatro aldeas -Rabli, Zahra, Joussi y Mazaria- han huido a otros países y otras regiones del interior de Siria.
La mayoría de los sirios son sunnitas, pero el gobierno y las fuerzas de seguridad de elite están copadas por alauitas. El gobierno ha alimentado el miedo sectario, presentándose como el garante de la seguridad de la numerosa población cristiana y alauita de Siria, contra los supuestos ataques de los islamistas sunnitas.
Umm Nasser, una embarazada de 34 años que está refugiada junto a otras mujeres y sus decenas de hijos en una granja de esta localidad, dijo que hace dos semanas, cuando intentaban abandonar su casa en la aldea de Joussi, 15 miembros de su familia recibieron disparos de la cercana aldea alauita de Hasbeeh. Su madre, Umm Khalid, de 65 años, dijo que a partir de octubre pasado había visto a las tropas del gobierno distribuyendo rifles entre los residentes alauitas.
Un médico de Qusayr, que logró trasladar hasta el Líbano para recibir tratamiento a un manifestante gravemente herido por el fuego de los morteros, dijo que había abandonado el Baath -partido gobernante de Siria- apenas comenzó el levantamiento, para atender a los rebeldes y civiles heridos. Ahora, dice que su nombre de guerra es Khalid bin al-Waleed, un combatiente compañero de Mahoma, héroe para muchos sunnitas, el mismo nombre de la mezquita de Qusayr.
Mientras el médico se aproximaba a la mezquita, alguien se acercó para preguntarle si no le preocupaba que los sunnitas se vengaran de los alauitas. Varios informes indican que han matado a integrantes de las fuerzas de seguridad como venganza.
"No", le contestó. "Nuestra religión nos enseña a perdonar." Detrás de él, un residente de Qusayr no estuvo de acuerdo. "¿Tenemos que perdonar hasta que no quede un solo sunnita vivo?", le preguntó.
Traducción de Jaime Arrambide
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