Sin mencionar a Ucrania, el Papa lanzó un fuerte mensaje desde el Coliseo: “¡Basta con la guerra!”
El pontífice cerró un evento junto a líderes de otras religiones organizado por la Comunidad de San Egidio a 36 años del encuentro interreligioso de Asís concebido por Juan Pablo II en 1986
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ROMA.- En un escenario de los más sugestivo, el Coliseo, el papa Francisco volvió a lanzar este martes un “grito de paz” e hizo suyas las palabras que hace 60 años pronunció por radio Juan XXIII durante la crisis de misiles en Cuba, el conflicto entre Estados Unidos y la Unión Soviética de octubre de 1962. Entonces se temió, como hoy, una terrible deflagración nuclear.
“Suplicamos a todos los gobernantes no quedarse sordos a este grito de la humanidad. Que hagan todo lo que está en su poder para salvar la paz. Le evitarán así al mundo los horrores de una guerra”, pidió el Papa, que junto a líderes de otras religiones participó del evento “El grito de la Paz. Religiones y Culturas en Diálogo”, que organizó la Comunidad de San Egidio a 36 años del encuentro interreligioso de Asís concebido por Juan Pablo II en 1986.
“Este año nuestra oración se convirtió en un grito porque hoy la paz está gravemente violada, herida, pisoteada: y esto en Europa, el continente que el siglo pasado vivió las tragedias de dos guerras mundiales”, clamó Francisco, que aludió a Ucrania, sin mencionarla, hablando desde su silla de ruedas en un palco levantado afuera del anfiteatro Flavio, emblema de Roma. Lo rodeaban un referente musulmán, un rabino, un budista, un hindú, un ortodoxo y de otros credos, la escritora y sobreviviente del Holocausto, Edith Bruck, una refugiada y una vieja amiga, la argentina Alicia Peressutti.
“La indiferencia mata”
Al frente de la ONG Vínculos en Red, de Villa María, Córdoba, Peressutti lucha contra la trata de personas desde hace años y conoce a Jorge Bergoglio, que la ayudó mucho desde sus tiempos de arzobispo de Buenos Aires.
“Si hay trata no hay paz”, dijo Peressutti en su breve discurso, y pidió que la trata sea declarada un crimen contra la humanidad y que todas las víctimas sean rescatadas. “Porque, como dice el papa Francisco, también la indiferencia mata”, explicó. También el dirigente social Juan Grabois fue invitado a este encuentro, que culminó ante unas 2000 personas de todo el mundo, laicos y religiosos, a la sombra del monumento más simbólico de la ciudad eterna.
“En el silencio de la oración esta noche hemos oído el grito de la paz: la paz sofocada en muchas regiones del mundo, humillada por demasiada violencia, negada hasta a los niños y a los ancianos (…) El grito de la paz es muchas veces acallado, además que por la retórica bélica, también por la indiferencia. Es acallado por el odio que crece mientras combatimos”, lamentó en su discurso Francisco.
Aunque solo el presidente de la Comunidad de San Egidio, Marco Impagliazzo, en su intervención mencionó a Ucrania, junto a otros varios países lacerados por conflictos como Siria, Afganistán, Yemen, Libia, Etiopía, esa guerra en el corazón de Europa estuvo presente en las alusiones a la candente y pavorosa amenaza nuclear lanzada por el presidente ruso Vladimir Putin. Ni su nombre ni el de Rusia tampoco fueron mencionados. Pero llamó la atención la presencia del Metropolita Antonij de Volokolamsk, número dos y representante del Patriarca de la Iglesia Ortodoxa Rusa, Kirill, líder religioso que escandalizó a muchos al bendecir la “operación especial” de Putin.
“Toda guerra deja al mundo peor que como lo había encontrado. La guerra es un fracaso de la política y de la humanidad, una claudicación vergonzosa, una derrota frente a las fuerzas del mal”, dijo el Papa, citando su última encíclica sobre la hermandad, Fratelli Tutti.
“Son convicciones que surgen de las dolorosísimas lecciones del siglo XX y lamentablemente también de esta primera parte del siglo XXI. Hoy, en efecto, se está verificando lo que se temía: que el uso de las armas atómicas, que lamentablemente después de Hiroshima y Nagasaki siguieron produciéndose y experimentando, es ahora abiertamente amenazado”, agregó.
El evento por la paz concluyó con la firma por parte del Papa y de los demás referentes religiosos de un llamamiento a la paz. Este fue leído por Elissar, una joven refugiada siria que ahora es estudiante universitaria en Roma: “Con firme convicción, pedimos: ¡basta con la guerra! Detengamos todos los conflictos. La guerra trae solo muerte y destrucción, es una aventura sin retorno en la que todos somos perdedores. Que callen las armas y que se declare enseguida un cese del fuego universal. Que se activen pronto, antes de que sea demasiado tarde, negociaciones capaces de llevar a soluciones justas para una paz estable y duradera”.
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