Sin final a la vista: la guerra en Ucrania se complica y abre algunos escenarios aterradores
Mientras la ventana diplomática sigue abierta, Putin parece decidido a avanzar en un conflicto prolongado que amenaza con generar más destrucción; involucrar a la OTAN, el mayor riesgo
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WASHINGTON.- Estados Unidos predijo acertadamente el inicio de la guerra en Ucrania, y dio la voz de alarma a pesar de las insistentes desmentidas del Moscú y del escepticismo de Europa. Pero predecir cómo va a terminar ha demostrado ser mucho más difícil.
En este momento hay tres canales no oficiales abiertos con el Kremlin para intentar empezar a negociar: el del gobierno de Francia, el de Israel y Turquía, y un recién llegado, el del flamante canciller de Alemania. Pero hasta ahora todos se han chocado con la negativa de piedra del presidente Vladimir Putin ha encarar negociaciones serias.
En el Pentágono tienen modelos de simulación que muestran que un conflicto prolongado provocaría más destrucción y muerte innecesarias en una incipiente democracia europea como Ucrania, y otras simulaciones en las cuales Putin llega a un acuerdo a cambio de que le entreguen su objetivo original: una amplia franja del sur y el este de Ucrania que conecta Rusia por tierra con Crimea, que Putin ya se anexó en 2014.
Pero hay un tercer desenlace mucho más aterrador, donde la OTAN, ya se por accidente o por decisión, se ve arrastrada a un enfrentamiento directo con Rusia. Y este domingo esa posibilidad pareció más cercana que nunca, cuando los misiles rusos impactaron en extremo occidental de Ucrania, una región hasta entonces indemne a los 18 días de conflicto bélico, a menos de 25 kilómetros de la frontera con Polonia. Rusia avisó durante el fin de semana que los continuos intentos de la OTAN para enviar armas a las fuerzas ucranianas a través de esa región convertían a esas caravanas en “objetivos legítimos”, una advertencia de que por más que sean acumuladas en territorio de la OTAN, esas armas no serán inmunes a los ataques rusos.
Las entrevistas a altos funcionarios norteamericanos y europeos en los últimos días revelan un punto de consenso: así como las dos semanas que pasaron muestran que el plan de invasión de las tan endiosadas fuerzas militares rusas fracasó, las próximas dos o tres semanas pueden revelar si Ucrania es capaz de sobrevivir como Estado, y negociar un armisticio. Hasta el momento, hasta los intentos más modestos, como establecer corredores humanitarios, han sido infructuosos.
Y ahora la preocupación es que Putin redoble y extienda los combates más allá de Ucrania.
En privado, los funcionarios occidentales expresan preocupación por la posibilidad de que Putin intente tomar Moldavia, otra exrepública soviética que nunca se unió a la OTAN y considerada particularmente vulnerable. También hay una renovada inquietud por Georgia, cuya guerra con Rusia de 2008 hoy parece un ensayo para el conflicto más grande que se desarrolla en este momento.
Y existe la posibilidad de que Putin, frustrado por la lentitud de su ofensiva en Ucrania, quiera usar otras armas, ya sean químicas, biológicas, nucleares o cibernéticas.
Jake Sullivan, asesor de seguridad nacional del presidente Joe Biden, mencionó ese escenario en el programa dominical “Face the Nation”, por la cadena CBS. “Si Putin está evaluando la posibilidad de recurrir a tácticas extremas, como el uso de armas químicas, se debe en parte a su frustración por los pocos avances de sus fuerzas”. Sullivan agregó que si usa armas químicas, Rusia sufrirá “graves consecuencias”, aunque no dio detalles y esquivó la pregunta sobre cuál sería en ese caso la reacción de Biden. Hasta ahora, el presidente norteamericano ha dicho que lo único que empujaría a Estados Unidos y sus aliados directamente a la guerra sería un ataque a alguno de los países miembros de la OTAN.
Diplomacia: descifrar la ecuación final de Putin
A principios de la semana pasada, hubo una luz de esperanza sobre el posible inicio de negociaciones reales para establecer corredores humanitarios y tal vez empezar a hablar de un restablecimiento de la paz. Dmitri Peskov, vocero del Kremlin y hombre de confianza de Putin, dijo que los ataques militares se detendrían “de inmediato” si Ucrania cambiaba su Constitución para aceptar alguna forma de “neutralidad” y abandonara sus aspiraciones de unirse a la OTAN. Según Peskov, Ucrania también debería reconocer que las áreas separatistas de Donetsk y Lugansk son Estados independientes, y que Crimea es parte de Rusia.
Al día siguiente, en una entrevista con ABC News, el presidente ucraniano Volodimir Zelensky se mostró sorprendentemente abierto a esa idea. Dijo que su idea de unirse a la OTAN se había “enfriado” y que estaba claro que la alianza occidental “no está preparada para aceptar a Ucrania”. Y aunque no aclaró si estaría dispuesto a aceptar la secesión de una parte de su país, sí dijo que “podemos discutir y llegar a un consenso sobre el futuro de esos territorios”.
Pero no está claro si Putin aceptaría un acuerdo como ese. En conversaciones privadas entre el líder ruso y el presidente francés Emmanuel Macron, el canciller alemán Olaf Scholz, el primer ministro israelí Naftali Bennett y el presidente turco Recep Tayyip Erdogan se abordaron esos mismos temas, pero los interlocutores de Putin se quedaron con la sensación de que tal vez quería ganar tiempo mientras sigue la guerra en el terreno.
Una alternativa peor: un conflicto lento y largo
A pesar de los problemas logísticos de su ejército, Putin parece decidido a intensificar su campaña y sitiar Kiev, la capital de Ucrania, Kharkiv, la segunda ciudad más grande del país, y otros centros urbanos importantes.
El director de la CIA, William Burns, antició la semana pasada ante los legisladores del Congreso que las próximas semanas “serán muy feas”.
“Creo que Putin está enojado y frustrado”, dijo Burns, y agregó que es probable que “trate de aplastar al ejército ucraniano sin tener en cuenta las bajas civiles”.
También ante los legisladores, el teniente general Scott Berrier, director de la Agencia de Inteligencia de Defensa, dijo que Kiev no puede aguantar indefinidamente a las fuerzas rusas que avanzan desde el este, norte y sur, en una estrategia de tenaza. “Yo diría que dentro de 10 días o dos semanas, la situación en Kiev se volverá desesperante, por el corte de las rutas de suministros”, dijo Berrier.
Otro alto funcionario estadounidense dijo que las fuerzas rusas pueden tardar hasta dos semanas en rodear Kiev y luego un mes más para apoderarse de ella. Eso requeriría una combinación de bombardeos implacables y semanas o meses de guerra urbana, puerta a puerta.
“Pagará un alto precio en sangre rusa”, dice el almirante retirado James Stavridis, excomandante supremo de la OTAN para Europa. Stavridis advierte que ese alto costo puede llevar a Putin a destruir la ciudad con una lluvia de misiles, bombas y fuego de artillería, “siguiendo con esta serie de crímenes de guerra como no se ha visto en el siglo XXI”.
Abandonar el Plan A y dividir la nación
El asalto ruso no ha logrado ninguno de los objetivos iniciales de Putin, pero en el campo de batalla, está más cerca de alcanzar unos objetivos que otros.
Más allá de Kiev, las ciudades norteñas de Kharkiv, Chernihiv y Sumy están sitiadas o casi, y siguen sufriendo fuertes bombardeos rusos. Y el avance desde el este y el sur, aunque lento y penoso, sigue firme, pero también permite entrever cómo sería una Ucrania territorialmente dividida.
Las fuerzas rusas siguen con su asedio y bombardeo a Mariúpol, pero ya casi han logrado asegurarse el control esa estratégica ciudad portuaria del sur, que les garantiza un puente terrestre desde Crimea hasta la región de Donbass, controlada por separatistas respaldados por Rusia desde 2014.
Y si Rusia logra apoderarse del crucial puerto de Odesa, en el Mar Negro, y tal vez del resto de la costa hacia al sureste, despojaría a Ucrania de un importante acceso al mar.
En el peor de los escenarios: una escalada bélica
Ahora el temor es que la guerra se expanda.
Cuanto más hacia el oeste avancen los combates, más probable es que un misil perdido caiga en territorio de la OTAN, o que los rusos derriben algún avión de la alianza atlántica.
Putin ya ha usado armas químicas contra opositores políticos y desertores, y podría sentirse tentado de hacerlo nuevamente. El uso de armas nucleares en el campo de batalla cruzaría un umbral, y la mayoría de los funcionarios estadounidenses creen que ni siquiera Putin se atrevería a utilizarlas, a menos que sienta que lo fuerzan a retirar sus tropas. De todos modos, los funcionarios dicen que se ha hablado más de un posible escenario nuclear en las últimas dos semanas que en los últimos 20 años.
Y por último están los ciberataques, que extrañamente hasta ahora parecen ausentes en el conflicto. Pero los ciberataques podrían ser la forma más efectiva que tiene Putin para tomar represalias contra Estados Unidos por el grave daño de las sanciones a la economía rusa.
Por David E. Sanger y Eric Schmitt
Traducción de Jaime Arrambide
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