Sin Fidel, la incertidumbre de los cubanos es la economía
Muchos creen que la muerte del líder no generará cimbronazos políticos y exigen más reformas a Raúl
LA HABANA.- Soldador, mecánico, chofer, albañil y lo que haga falta. Jorge C., de 65 años, trabaja en lo que sea para sobrevivir. Para resolver, como dicen los cubanos. "¿Que si es dura la vida en La Habana? Dura no, ¡dura y media! Y esto no va a cambiar, Raúl Castro no aflojará", responde con el habitual gracejo cubano, un paliativo contra los malos momentos.
Este habanero fue por lealtad a la despedida de Fidel , pero no cumplió con los nueve días de duelo nacional, que terminan hoy. Demasiado tiempo para quien vive al límite. Jorge ya piensa en el año que viene. "Todo se pondrá todavía más difícil, con precios más caros, casi imposibles para nosotros. En los 80 [cuando Cuba recibía las ayudas millonarias de la Unión Soviética] todo era mejor", afirma quien ni piensa en jubilarse. "Eso sería cerrar la habitación."
Cuba termina el año que no olvidará en mucho tiempo, marcado por los vaivenes. La visita de Barack Obama desató un optimismo que el Congreso del Partido Comunista de Cuba (PCC) y la crisis económica aplacaron. "Todavía queda algo de esperanza, porque si la perdiéramos del todo...", remarca Jorge.
La isla cerrará el año con un crecimiento del 0,4% en el PBI y una estimación de caída de dos puntos el año próximo, según Omar Everleny Pérez, experto que formaba parte del Centro de Estudios de la Economía Cubana de la Universidad de La Habana, hasta que fue expulsado en abril. En el primer año sin la presencia física de Fidel y con la irrupción de Donald Trump, Cuba "debe hacer grandes cambios en su economía", concluye Pérez. A su perenne debilidad económica se unió una determinada contracción en los suministros de combustible (al menos el 20%) pactados con Venezuela, como reconoció el propio Raúl Castro.
"¿Más reformas económicas? Eso hay que preguntárselo a Raúl, nosotros, el pueblo, no sabemos nada. Ni siquiera estoy convencida de que él mismo lo sepa. La política cubana se hace día a día", responde Wendy Guerra, autora del profético libro Todos se van. Las generaciones nacidas en los 80 y 90 "están yéndose, en desbandada total", señala.
El escepticismo tomó las calles del país. Los cubanos consultados por LA NACION coinciden en que políticamente todo seguirá como hasta ahora. Nada de incertidumbre ni de aventuras. "Apostaría que hasta 2018, con un nuevo presidente que no tenga las manos atadas, todo seguirá al ritmo de Raúl: pasito y medio para adelante, uno hacia atrás", proyecta Darién C., de 34 años, agente de telecomunicaciones en el este de la isla.
La economía es otro cantar muy distinto. "Gran parte del interés internacional en invertir en Cuba proviene del restablecimiento de las relaciones con los Estados Unidos y un posible levantamiento futuro del embargo. Sobre estos cambios pesa ahora, con el triunfo de Trump, una gran incertidumbre", señala Pavel Gómez, economista, ex analista del Banco Central y miembro de la corriente crítica-moderada Cuba Posible.
"La situación económica en el país es horrible y Raúl sabe que lo único que funciona bien aquí son los cuentapropistas [iniciativa privada]", estima, por su parte, la economista Martha Beatriz Roque, la única mujer entre los 75 disidentes encarcelados por Fidel en 2003.
Estas "nuevas formas de gestión no estatal", como los define el gobierno, suman más de medio millón de emprendedores y sus propios asalariados, en una isla de 11 millones de habitantes. El embrión de un nuevo sistema económico.
Zapateros, cerrajeros, relojeros, afinadores de instrumentos musicales, artesanos, carpinteros, profesores de baile, masajistas, cuidadores de baños, hieleros, payasos, y así hasta 200 oficios por cuenta propia, con todo lo relacionado con la gastronomía (un 20% del total) a la cabeza.
Entre las medidas urgentes que reclama Omar E. Pérez se destacan la inclusión de más oficios para los cuentapropistas, así como la creación de un mercado mayorista para ellos. Añade la aprobación de inversiones extranjeras y una nueva ley de empresas. "Pero mientras tanto aquí todo sigue igual. Esta herramienta me costó 14,95 CUC [pesos convertibles cubanos], se la compré al Estado. ¡Es carísima!", muestra Noel P. (42), que lleva todo el año para cosntruir una habitación para su hija.
"Necesitamos que inyecten dinero fresco a la economía y también cambiar muchas cosas. Las inversiones no están entrando porque los trabajadores estatales no son como los cuentapropistas", añade Roque.
"En Cuba se puede vivir bien sin matarse a trabajar, como mi padre, que vive en Orlando y ni siquiera descansa los domingos. ¡En el capitalismo se trabaja muy duro! Aquí tenemos las mejores mujeres, el mejor clima, una buena casa que heredé de mi familia española... No entiendo cuando mis amigos dicen que no se vuelven del Yuma [Estados Unidos] aunque se estén muriendo de hambre", dice con desparpajo un buscavidas en los alrededores del Hotel Habana Libre.
De todo hay en la Cuba de Raúl, incluido el bromista opositor que asegura querer trabajar como socialista y cobrar como capitalista. Pero mientras no se produzcan milagros de tal calibre, se agravan los problemas de transporte, de electricidad, de agua y de comida, revela Martha Beatriz Roque. "En Cuba, la esperanza la contratan en otro país", concluye la economista.
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