Sin el empuje de los votos, el sueño de la independencia se estanca en Escocia
El Partido Nacionalista Escocés (SNP) ha perdido fuerza, mientras no existe una senda clara a seguir para los independentistas
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EDIMBURGO.- Los resultados de una elección anticipada el mes pasado en una circunscripción escocesa del Parlamento británico de Westminster sentó como un auténtico balde de agua fría en el seno movimiento independentista escocés, liderado por el Partido Nacionalista Escocés (SNP, por sus siglas en inglés). La formación no solo perdió el escaño que obtuvo en 2019, sino que ha sufrió una severa derrota, una señal más de que el sueño de una Escocia independiente permanece aún lejano. De momento, Escocia se debe conformar con gestionar la autonomía que recuperó en 1999.
En la circunscripción de Rutherglen y Hamilton West, cercana a la ciudad de Glasgow, el claro vencedor fue el Partido Laborista con más del 55% de los votos, doblando el respaldo obtenido por el SNP. Y quizás lo que resulta todavía más preocupante para los nacionalistas escoceses es que obtuvieron apenas 9000 votos, menos de un tercio de los recibidos hace cuatro años.
El líder laborista británico, Keir Starmer, interpretó los resultados en clave nacional, y aseguró que anticipan una gran victoria laborista sobre los conservadores del premier Rishi Sunak en los comicios que se celebrarán el próximo año. “Este es un resultado sísmico. La gente de Rutherglen y Hamilton West han enviado un mensaje claro: es la hora del cambio. Y está claro que creen que este Partido Laborista cambiado puede hacerlo”, declaró Starmer en un comunicado público.
Aunque este escaño ha ido cambiando de manos entre los laboristas y el SNP en cada elección desde 2010, por lo que la mayoría de predicciones sugerían una derrota nacionalista. Ahora bien, la escala de esta resultó sorprendente.
Es cierto que estas elecciones llegaban en un momento especialmente difícil para el SNP. Para empezar, se celebraron porque su diputada en la circunscripción, Margaret Ferrier, fue la protagonista de un sonado escándalo pues la descubrieron en plena pandemia de Covid-19 saltándose repetidamente las normas de confinamiento decretadas por el gobierno. Por esta razón, fue expulsada del SNP, pero se negó a dimitir de su cargo, por lo que tuvo que ser el Parlamento británico el que acabara forzando su caída.
Además, la justicia está investigando las finanzas del partido después de que su carismática líder, Nicola Sturgeon, elegida primera ministra de Escocia en 2014, se viera forzada a dimitir el pasado mes de marzo al estallar un escándalo de corrupción que implica a su marido. “Por desgracia, ella ha sido una gran decepción. Sturgeon era la única política en todo el Reino Unido que realmente luchaba por el ciudadano de a pie”, explica apesadumbrado Keiran, un joven simpatizante del SNP.
Las sospechas de corrupción, junto con la elección de un nuevo líder, Humza Yousaf, menos popular entre los escoceses, ha representado un duro golpe para el SNP. De hecho, las encuestas auguran que la formación independentista podría perder la hegemonía en la política escocesa de la que ha gozado en los últimos quince años, y que se vio impulsada por la travesía del desierto experimentada en la última década, por el Partido Laborista, el dominante en la región durante el siglo XX.
Ahora bien, no todo son malas noticias para el independentismo escocés. La erosión en la popularidad del SNP no parece haber dañado el apoyo a la independencia entre los escoceses, y las encuestas auguran un empate técnico en caso de celebrarse un referéndum de autodeterminación. Y es que, en parte, parte de los votantes desilusionados del SNP han ido a parar a los verdes escoceses, también partidarios de la causa independentista.
El problema para los nacionalistas escoceses es que no existe una senda clara hacia la independencia. El Reino Unido no dispone de Constitución, por lo que no está explícitamente regulada la celebración de referéndums de autodeterminación. El que tuvo lugar en 2014 fue posible gracias a la luz verde del primer ministro británico de la época, David Cameron. En aquella ocasión, el “no” a la independencia se impuso con el 55% de los apoyos, pero los partidarios del “sí” ganaron unos diez puntos durante la campaña, todo un éxito.
En 2016, el Brexit cambió los equilibrios internos en Escocia, pues a diferencia de Inglaterra, una clara mayoría del 62% de los escoceses de decantó por permanecer en la Unión Europea. Este hecho explica el aumento del apoyo a la secesión, y la decisión de Sturgeon de solicitar un segundo plebiscito, ya que el contexto había cambiado. Sin embargo, esta vez, Londres se negó a autorizarlo. La premier acudió entonces al Tribunal Supremo británico, que hace un año dictaminó que el Parlamento escocés no tiene la capacidad de convocar un referéndum unilateral.
Así las cosas, el SNP se halla dividido sobre qué camino seguir. Algunos, consideran hay que centrarse ahora en otras prioridades más urgentes para la ciudadanía, como paliar el incremento el coste de la vida. En cambio, otros, como el diputado Angus McNeil, expulsado recientemente del partido por sus opiniones discrepantes, sostienen que la pérdida de apoyo al SNP se deben a la desilusión de los votantes por haber desplazado la independencia del centro del programa.
Tras la derrota, el premier Yousaf adoptó una posición intermedia: el partido acelerará el proceso de autodeterminación solo si en las elecciones generales del próximo año el SNP obtiene más de la mitad de los 59 escaños en liza en Escocia.
El nacionalismo escocés se halla en una difícil encrucijada, pues a medida que se acerquen las elecciones generales del año próximo, el debate político se bipolarizará en Westminster entre las opciones laborista y tory. Y ante la falta de una hoja de ruta clara hacia la independencia, muchos votantes nacionalistas podrían priorizar echar a los conservadores de Londres. La otra alternativa, realizar un referéndum ilegal, es muy arriesgada, como se demostró en Cataluña. “Creo que si hubiera un referéndum lo ganaríamos seguro. Sobre todo ahora, que mandan los denostados tories. Pero me temo que no habrá referéndum en años”, comenta Kerian escéptico.
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