Simon Kuper: "¿Qué efectos tiene la pandemia en la salud mental de los hinchas de fútbol?"
El coronavirus no podrá con el fútbol profesional, dice Simon Kuper. No pudieron las guerras, ni la Gran Depresión, y tampoco podrá este virus. Causará, sí, un sacudón de novela en los clubes y los jugadores serán la gran variable de ajuste. Pero más relevante será su impacto en la salud mental de muchos hinchas, anticipa el gran analista deportivo. En especial, de aquellos que se abrazan a un equipo como única herramienta de integración a la comunidad. Para esas personas, remarca, "los clubes de fútbol son su único medio de comunicarse con otros".
Kuper sabe de desarraigo y de integración. Nació en Uganda de padres sudafricanos, se crió en Holanda –y lleva a su seleccionado, la Naranja Mecánica, en el corazón–, pero tiene pasaporte británico, vivió en media docena de países y, desde hace 18 años, reside en París. Desde allí escribe sobre deportes, libros, economía y ciudades para el Financial Times, y accedió a dialogar con LA NACION.
"Casi todos los equipos de fútbol sobrevivirán a la pandemia", vaticina. Se apoya en los números que muestran que, aun si los ingresos de los clubes se redujeran a la mitad, se retrotraerían a lo que fueron en 2008. Será complicado, sí, en especial para los clubes más chicos que dependen de la recaudación en sus estadios. Pero "el fútbol es más resiliente que muchos bancos", dice, para luego apoyarse en los registros históricos de los últimos 130 años para concluir que "la forma en que los clubes sobreviven es pagándoles menos a los jugadores".
Formado en Oxford y en Harvard, Kuper es mucho más crítico, sin embargo, cuando se trata de los Juegos Olímpicos . Y más aún cuando aborda lo que observa en Estados Unidos . Pero si le preguntan, cuenta que le intriga saber "cómo cambiarán las ciudades como resultado de la pandemia". Allí es donde, intuye, "se producirán grandes cambios".
–En 2009, usted publicó el libro ¡El fútbol es así! (Soccernomics). ¿Esta pandemia confirma o afecta sus conclusiones sobre la perdurabilidad de los clubes, la influencia del fútbol en el sentido de pertenencia de sus hinchas o los jugadores como variable de ajuste?
–Bueno, apenas han pasado cuatro meses pero estoy muy seguro de que, como ocurrió con la recesión de 2008, casi todos los equipos de fútbol sobrevivirán a la pandemia. Si miras a Inglaterra, que es la liga con más historia, y miras la lista de clubes de 1914, justo antes de la Primera Guerra Mundial, prácticamente todos aquellos clubes existen hoy. Sobrevivieron dos guerras mundiales, la Depresión, la Gran Recesión. Los clubes que desaparecieron en Europa Occidental son muy, muy pocos, y tienden a ser equipos muy pequeños, algunos sobre los que nunca escuchaste hablar, y aun en esos casos de inmediato surgió un nuevo club que lo reemplazó. Tenemos al Salamanca, en España, por ejemplo, un club muy pequeño que desapareció en 2008, y crearon otro llamado "Unionistas de Salamanca", que en realidad es el mismo club. El fútbol es muy resiliente. Si miras a un club como el Barcelona, hace cien años sus jugadores probablemente no cobraban nada de dinero, en los años 50 Barcelona seguía allí y sus jugadores cobraban muy poco, y hoy Barcelona existe y sus jugadores ganan 10 millones de euros cada uno, promedio. Y si los ingresos de Barcelona se redujeran a cero, aun así tendrías un equipo de fútbol, como ocurrió en el pasado. Así que el fútbol es muy resiliente y la forma en que los clubes sobreviven es pagándoles menos a los jugadores.
–O como usted planteó Soccernomics, "el fútbol es más seguro que el Banco de Inglaterra"…
–[Sonríe] ¡Sí! Bueno, aclaremos que el Banco de Inglaterra está bien ahora porque puede imprimir dinero, pero el fútbol, definitivamente, es más resistente que muchos bancos multimillonarios. Vemos colapsar a los bancos, pero mucho menos a menudo vemos colapsar clubes de fútbol.
–En esa línea, y más allá del fútbol, ¿extrajo algo de todo lo vivido durante estos meses, desde que el Covid-19 golpeó en Europa?
–Sí, lo primero que aprendimos, al menos aquí, en Europa, y en Estados Unidos , donde tenemos ingresos altos y donde esos ingresos caerán mucho, acaso 10%, es que no tenemos cobertura médica universal. Es notable, porque somos mucho más ricos como sociedad que en los 60 o 70 y vivimos ahora muchos más años, pero la pandemia nos ha mostrado que subinvertimos en cobertura médica. En promedio invertimos 10% del PBI en ese rubro y creo que todos seríamos más felices y viviríamos mejores vidas, por más años, si invirtiéramos más en esto. Creo que esa es la primera lección. En términos de Europa, podemos decir ya que parece comenzar a recuperarse, así que no me preocupa tanto. Y Gran Bretaña , por supuesto, le hizo un gran favor al resto de Europa mostrándole que abandonar la Unión Europea [UE] es complejo y afecta a las empresas. Así que no me preocupa que ocurra un colapso de la UE. Aun con el cierre de sus fronteras, Europa es la región en la que más fácil se puede viajar en la historia del mundo. Quizá no hoy, pero volveremos a serlo para, espero, agosto o septiembre.
–Si Europa parece recuperarse y no ve un riesgo de colapso de la UE, ¿dónde centra sus preocupaciones al pensar en un escenario pospandémico?
–Me preocupa mucho Estados Unidos. No estoy seguro de que el país dé un vuelco democrático en esta elección y, por el contrario, creo que es muy probable que haya una escalada violenta. Creo que no hay país del mundo occidental más cerca ahora de una eventual guerra civil que Estados Unidos. Pienso que la elección se dará en un momento muy peligroso. Lo más cerca del colapso que vi a un país de Occidente fue cuando visité la Argentina en 2002, poco después de que [Fernando] De la Rúa había abandonado el palacio presidencial en helicóptero. La fe en la democracia era muy baja y, de repente, los ahorros de toda una vida de millones se habían evaporado. Pero lo que veo ahora en Estados Unidos creo que es más aterrador que lo de la Argentina en 2002, por su potencial de violencia.
–Eso es mucho decir... Por el contrario, ¿observa rasgos esperanzadores en el escenario actual?
–Que en muchos países de Europa, como así también de otras regiones, de la Argentina a Sudáfrica , hemos visto que los gobiernos les pidieron a sus ciudadanos que permanezcan en sus casas, les anticiparon que perderían ingresos y empleos, pero les explicaron que debían hacerlo porque era lo correcto, y sus poblaciones lo aceptaron. La vasta mayoría de la población se mantuvo unida y dándose apoyo recíproco, y atravesó este período tan dañino en términos económicos con más solidaridad que antes. Me impresionó que en Gran Bretaña, por ejemplo, la gente armó grupos en Facebook para coordinar la ayuda en sus vecindarios, para encontrar a los mayores que necesitaban asistencia para las compras. Pienso que la pandemia mostró que nuestras sociedades son bastante resilientes.
–En uno de sus artículos recientes, usted clamó con candor que quiere que le devuelvan "su" Europa. ¿Cómo es eso?
–En París , por ejemplo, todos están afuera ahora, puedes comer en los salones de los restaurantes, puedes hacer casi todo salvo ir a un partido de fútbol y no hemos visto un retorno del virus en toda Europa. Incluso en Estados Unidos, donde el virus es muy fuerte, poca gente está muriendo, el tratamiento médico va mejorando y se están desarrollando vacunas… Me siento animado por el extraño comportamiento del virus y, de hecho, podemos ver cuán increíble es nuestra ciencia médica. En cuestión de meses científicos de todo el mundo han llevado a cabo un trabajo muy alentador. Los hospitales están mucho mejor, hoy, en sus procedimientos a la hora de cuidar a los pacientes. Hemos aprendido mucho y muy rápido en tres o cuatro meses. Por eso, aun si no hallamos una vacuna pronto, bueno… la sociedad ha pasado por cosas mucho peores. ¡Europa pasó por dos guerras mundiales!
–Volvamos al mundo del deporte y avancemos otro paso. ¿Y los Juegos Olímpicos? ¿Dónde estamos parados con respecto a Tokio 2021? ¿Hay algo allí para mirar?
–Empecemos por lo central: las ciudades usualmente malgastan su dinero en los Juegos. Río de Janeiro es el último ejemplo de eso. Construyen cosas que dos días después de los Juegos ya no necesitan. Y Río fue un caso muy especial porque encima gastaron fortunas en medio de una recesión, mientras que Tokio puede afrontar ese gasto. Pero si yo estuviera en Tokio ahora… puedo imaginar qué están haciendo: están planificando unos Juegos con muy pocos espectadores y con distanciamiento social en las gradas. Por supuesto que podrán desarrollar muchas de las competencias, prácticamente todas, con excepción de la lucha libre olímpica y alguna más, y televisar todo. De hecho, mucho de los Juegos son eventos para televisión. Así que pienso que harán los Juegos el año próximo, en casi cualquier circunstancia, pero serán unos Juegos muy limitados.
–Dada su experiencia y conocimientos, ¿qué sugeriría investigar si estuviera al frente de un equipo de periodistas como editor?
–[Piensa por unos segundos] Me interesaría ahondar en cómo funcionan los hospitales y los sistemas sanitarios. ¿Qué está mal en la forma en que funcionan? ¿Qué debería replantearse o reinventarse? La forma en que vamos a ver al médico, por ejemplo, se parece mucho a como era hace cien años y acaso podríamos recurrir más a la telemedicina y a los implantes tecnológicos en los cuerpos humanos que miden la presión sanguínea y otros datos. Acaso podríamos tener países mucho más saludables con esos avances. La Argentina, por ejemplo, afronta muchos problemas, sí, pero lo más importante es la salud de su gente. Entonces, ¿cómo podría la Argentina o cualquier otro país, mejorar la salud de su población, a pesar de sus problemas? ¿Esa mejoría requiere siempre de dinero? ¿O hay formas mejores de prestar el servicio de salud? He estado pensando mucho en eso. Gastar mucho dinero en la cobertura médica no es un buen predictor de mejores resultados. Se puede ver en Estados Unidos, el país que más gasta en ese rubro con resultados terribles, mientras que Grecia destina muy poco pero tiene buenos resultados. Así que, después del Covid-19, ¿cómo podemos reinventar los servicios de salud? Aunque muchos se preocupan estos días por la privacidad de sus datos, creo que debemos avanzar y dejar atrás nuestra cobertura médica del siglo XX. También pienso mucho en la salud mental en relación con el fútbol.
–¿Por qué? ¿Puede explicarlo?
–Hay muchas personas que se interesan por el fútbol que han sido privadas de esa forma de comunicarse y compartir con otras personas. ¿Qué clase de efectos tiene eso en la salud mental de esas personas? ¿Cómo podemos ayudar a esas personas? Me gusta lo que están haciendo algunos clubes, como el Norwich City, de Inglaterra, cuyos jugadores están llamando a sus hinchas durante el confinamiento. Tienen listas de quienes tienen entradas por toda la temporada, muchos de ellos personas mayores, y los llaman para conversar un rato, preguntarles cómo les ha ido esta semana o si necesitan algo o incluso si han hablado con alguien esta semana. Ese tipo de cosas. Porque para muchas personas, en especial las solitarias, los clubes de fútbol son su único medio de comunicarse con otros.
–¿Hay alguna pregunta que no le planteé y desee abordar?
–Hmm… [Piensa] Estoy muy interesado en las ciudades. Vivo en París hace 18 años y veo cómo cambia todo el tiempo. Me pregunto cómo cambiarán las ciudades como resultado de la pandemia. ¿Buenos Aires se convertirá en una ciudad más ciclista, por ejemplo? Creo que será un punto donde se producirán grandes cambios. Pero habrá que esperar. Hace dos meses, era más pesimista y pensaba que todo iba a cambiar, pero ahora en Europa estamos en medio de una suerte de recuperación milagrosa. Puede que no dure y que nos golpee una segunda oleada de la pandemia, pero al menos aquí y por ahora la gente en París está muy feliz de poder ir a los bares o de usar el subte. Me quedo con eso, con que sentimos que la vida está volviendo a la normalidad.
Biografía
Nacido en Uganda en 1969, de padres sudafricanos, vivió en Inglaterra, Holanda, Estados Unidos, Suecia , Sudáfrica, Jamaica y Francia , aunque es ciudadano británico y estudió Historia en la Universidad de Oxford.
Completó sus estudios en la Technische Universität de Berlín y en la Universidad de Harvard con una beca Kennedy.
Escribe para el Financial Times, aunque sus columnas también se publicaron en los diarios The Guardian, The Observer y El País, de España, entre otros periódicos y revistas del mundo.
Autor de numerosos libros, Fútbol contra el enemigo ganó el Premio William Hill al mejor libro deportivo del año en 1994; el analista británico también ganó el Premio Internacional Manuel Vázquez Montalbán.
Su último libro, ¡El fútbol es así! (Soccernomics). Una explicación económica sobre los mitos y verdades del deporte, aborda desde los motivos por los que se pagan fortunas por algunos futbolistas o por qué algunos equipos siempre fichan mal hasta cuál es el impacto del fútbol en los suicidios de fanáticos
Recomendación para aprovechar el tiempo
–Dado que millones de argentinos están forzados a permanecer en sus casas desde que el Gobierno dispuso la cuarentena, ¿qué libros, películas, series de televisión o música les recomendaría leer, mirar o escuchar para "aprovechar" este tiempo? ¿Qué hace usted en su tiempo libre?
–En mi caso no tengo tiempo libre porque estoy escribiendo un libro sobre el Barcelona , sobre Johan Cruyff , el héroe de mi infancia que hizo grande al club, sobre Lionel Messi y cómo hace lo que hace y cuál es su rol en el esquema de poder del club. Lo bueno es que el Barcelona me dio mucho acceso y entrevisté a mucha gente que trabaja allí, pero no tengo tiempo libre. Lo que sí hicimos en familia mientras estuvimos confinados durante 60 días y que disfrutamos mucho fue ver la serie Veep. Creo que les enseñó más a mis chicos sobre la política estadounidense de lo podrían aprender en años y más años de lecciones en la escuela, además de que es muy divertida. Lo otro que le recomendaría a la gente sería una obra inglesa, Una danza para la música del tiempo, de Anthony Powell, que solo puedes leer cuando tienes mucho tiempo para pasar en tu casa, porque son 12 volúmenes, aunque cada uno tiene unas 200 páginas. Comienza con un grupo de chicos de 16 años y los sigue como grupo hasta que llegan a los 60, convirtiéndose en una suerte de historia social de Inglaterra. Es unas de esas lecturas que solo puedes encarar cuando estás confinado. Lo vale.
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