Sigue la luna de miel de Meloni con los italianos pese a los frentes que la acechan
Aunque estalló la bomba de la crisis de migrantes, la premier italiana tiene una alta popularidad; el Financial Times advirtió que los mercados comienzan a estar un poco inquietos
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ROMA.- Se cumple este lunes, 25 de septiembre, el primer aniversario del triunfo electoral de Giorgia Meloni, la primera mujer en la historia de Italia que logró llegar a la jefatura de gobierno. Un año después de esa victoria que marcó la llegada al poder de la coalición más a la derecha de los últimos tiempos, aunque justo estalló la bomba de la crisis de migrantes, la luna de miel de Meloni con el país continua, más allá de las dudas del Financial Times, que hace unos días advirtió que los mercados comienzan a estar un poco inquietos.
Las turbulencias tienen que ver con una situación económica complicada debido a un menor crecimiento con respecto al del año pasado (del orden del 1%) y la enorme deuda pública de Italia -equivalente a casi dos veces su PBI-. Pero Meloni sigue siendo la líder más popular del siempre agitado escenario político.
“Aunque hubo algunas flexiones, son mínimas y Meloni sigue cosechando un consenso de entre el 39 y el 41%”, dijo la analista Alessandra Ghisleri, que destacó que Hermanos de Italia, su agrupación, sigue estando por arriba de ese 26% que obtuvo en las elecciones del año pasado. “No podemos decir que la luna de miel se terminó, aunque hay un juicio más severo porque las personas se esperan hechos más concretos”, agregó. La encuestadora destacó que Meloni sigue siendo, lejos, la líder con mayor índice de confianza, en el marco de un escenario en el que la oposición de centroizquierda sigue sin encontrar su rumbo. Aunque algunos apostaron a que otra mujer, la líder del Partido Democrático, de centroizquierda, Elly Schlein, pudiera hacerle frente, nada de esto ocurrió.
Profesional de la política
¿El motivo? Los analistas coinciden en que Meloni es una profesional de la política, con años de experiencia. Excelente oradora, en cualquier conferencia de prensa suele opacar a los socios que la acompañan. Tanto es así que duplica las preferencias que se le adjudican a otras figuras de su alianza como pueden ser el canciller Antonio Tajani, líder de Forza Italia después de la muerte de Silvio Berlusconi; y Matteo Salvini, vicepremier y ministro de Infraestructuras, de la xenófoba Liga.
Incluso a nivel internacional, con su alineación a Estados Unidos y a la OTAN de cara a la invasión rusa de Ucrania, detrás de las huellas de su predecesor, el prestigioso economista, Mario Draghi, Meloni ha cosechado gran credibilidad. Pero enfrenta varios problemas candentes.
La crisis migratoria, la ardua batalla de Meloni
Uno de ellos es su aliado, pero en verdad, adversario interno, Salvini. Ya en campaña electoral en vistas de las elecciones europeas del año que viene, ante las recientes imágenes de caos en la isla de Lampedusa, donde en pocos días arribó una cantidad de migrantes extraordinaria, que colapsó el centro de acogida y superó a la población local, Salvini aprovechó para tirarle dardos. Le enrostró a Meloni un sonoro fracaso justo en uno de los temas más sensibles de la derecha, es decir, cómo frenar la “invasión” de migrantes. Meloni en campaña había prometido un “bloqueo naval” y había tenido palabras hostiles hacia la Unión Europea (UE). Pero desde principios de año llegaron a Italia más de 125.000 migrantes, el doble que el año pasado.
Ante este fenómeno totalmente irresuelto a nivel europeo y cada vez más ingobernable, la líder de Hermanos de Italia, lejos de comportarse como en su momento Salvini, que siendo ministro del Interior, en 2018, le cerró los puertos a las naves de las ONG que salvan a los desesperados en el Mediterráneo, demostró menos soberanismo y más pragmatismo.
En lugar de enfrentarse a la UE y más allá de los recurrentes cortocircuitos con Francia y Alemania, hizo buenas migas con la presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen. Junto a ella viajó en julio a Túnez para negociar un controvertido plan para frenar la oleada de migrantes a cambio de ayudas, aún en veremos. Y el domingo pasado visitó junto a ella la isla de Lampedusa, símbolo del drama de quienes dejan su tierra escapando a miseria y guerras, para que quedara claro que el fenómeno de la migración no puede ser una cuestión que Italia puede enfrentar sola, sino que es un problema común, a resolver junto a la UE.
Von der Leyen esbozó un plan de 10 puntos que hasta ahora son sólo palabras, mientras que el gobierno de Meloni aprobó un paquete de medidas muy cuestionado, por el que se construirán más “CPR” en toda la península. Los “CPR” -centros para la permanencia y repatriación-, son virtuales cárceles, según denuncian la oposición y diversas organizaciones que defienden los derechos humanos. “Italia no puede convertirse en el campo de refugiados de Europa”, clamó Meloni en la plenaria de la ONU en Nueva York, insistiendo en una respuesta colectiva.
Aunque Meloni fue la única que estuvo en la oposición en tiempos del gobierno técnico de “Súper” Mario Draghi, con enorme pragmatismo, al asumir el poder no tuvo dudas. Siguió su línea también en cuanto a finanzas y prudencia fiscal, así como en la necesidad de respetar las reglas europeas, más allá de los costos políticos internos. Le puso fin a la “renta de ciudadanía” aprobada por el gobierno de Giuseppe Conte, subsidio criticadísimo por Draghi. En agosto, no obstante, decidió aplicar una tasa a las ganancias extraordinarias de los bancos no digerida por el establishment financiero y tampoco por sus aliados de Forza Italia. Se trata de una medida que ahora podría ser revisada, según adelantaron.
Es justamente la economía lo que más preocupa y el otoño “caliente” que se avecina. El Financial Times, la biblia de los economistas, hace unos días advirtió en un artículo que aquí encendió todas las alarmas que “la luna de miel ha terminado” y que la ley de presupuesto que deberá aprobar Meloni próximamente pondrá a prueba la “inestable relación con los inversores”. Hace un año Meloni heredó la ley de presupuesto de Draghi, pero ahora “deberá encontrar un equilibrio entre los recursos económicos en disminución y el mantenimiento de las promesas electorales sobre recorte de impuestos y ayudas a las familias en dificultades”. “Los inversores están observando atentamente para determinar si Meloni mantendrá su compromiso de disciplina fiscal, aunque la economía italiana vacila, o si será tentada por una política fiscal expansivas u otras medidas no ortodoxas”, escribió.
Más allá de las dificultades, Meloni celebrará el primer aniversario de su victoria con un evento –previsto para este domingo, pero que debió aplazar por la muerte del presidente emérito Giorgio Napolitano-, que cuenta con un título triunfalista, acorde a su narrativa: “Italia ganadora, un año de resultados, cómo el gobierno de Meloni está haciendo volver a arrancar la Nación”.
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