Siberia en llamas: el incendio que es más grande que todos los del resto del mundo combinados
Advierten que 2021 puede convertirse en el peor año en la historia del país; según los especialistas, las autoridades minimizan el daño
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MOSCÚ.- Para Rusia, los incendios que arrasan actualmente Siberia son de dos clases: los que autoridades intentan extinguir y los que dejan avanzar.
Eso se debe a que Siberia es un territorio tan vasto que algunos incendios, por feroces que sean, pueden dejarse arder sin que representen una amenaza para los centros poblados, los sistemas de transporte o la infraestructura de la región. Pero esos fuegos que arden libremente se suman a los demás focos en toda Rusia, cuya sumatoria supera a la de todos los demás incendios forestales que arden en el mundo.
Por un lado, los incendios en Siberia son parte de un ciclo anual, pero en el pavoroso alcance de los fuegos de este año muchos climatólogos ven una nueva señal del creciente riesgo de fuego en todo el mundo a causa del calentamiento global, un círculo vicioso que los incendios forestales potencian, al liberar ingentes emisiones de carbono a la atmósfera.
Rusa está combatiendo más de 190 incendios forestales en Siberia, que han obligado al cierre de rutas y aeropuertos, forzado evacuaciones masivas, y formado una nube de humo y cenizas que se extiende hasta el polo norte. Pero el país ha decidido dejar librados a su suerte otras decenas de focos que abarcan miles de kilómetros cuadrados, y no hace nada para frenarlos.
Y mientras Rusia enfrenta una de sus peores temporadas de incendios, los ambientalistas dicen que todos los años las autoridades rusas se ocupan de minimizar la gravedad del hecho.
“Hace años que los funcionarios y líderes de opinión de Rusia dicen que esos fuegos son normales, que la taiga siempre está en llamas, y que no hay por qué preocuparse. La gente ya está acostumbrada”, dice Alexander Yaroshenko, experto forestal de Greenpeace Rusia. La taiga es un cinturón forestal de coníferas que rodea el planeta entre los 50 y 60 grados al norte del ecuador.
Mientras Rusia experimenta eventos climáticos cada vez más extremos asociados con el cambio climático, la rápida propagación de los incendios en Yakutia -una vasta región boscosa de Siberia del tamaño de la Argentina- llegó con las sequías, temperaturas récord y fuertes vientos.
Los incendios que arrasan Siberia son más grandes que la suma de los incendios en Grecia, Turquía, Italia, Estados Unidos y Canadá, y los analistas advierten que 2021 puede convertirse en el peor año de incendios de Rusia, superando a 2012, según Yaroshenko.
En el pasado, los incendios forestales en Siberia apenas tenían repercusión en los medios rusos, pero según Yaroshenko lentamente eso está comenzando a cambiar. Aun así, muchos rusos ignoran el riesgo de hacer pequeñas quemas de parcelas en condiciones climáticas volátiles, convencidos de que los grandes incendios son el resultado de grandes terratenientes delincuentes o funcionarios corruptos que encubren esos crímenes: teorías conspirativas de las que hay poca evidencia.
Más de 8600 bomberos, peones rurales, soldados y otros trabajadores de emergencia combaten actualmente incendios forestales que ya han convertido en cenizas más de 160.000 km2 desde principios de año, según Greenpeace, una superficie de casi el doble del tamaño de Austria.
Las autoridades locales dicen estar buscando desesperadamente más voluntarios y más fondos para combatir los incendios.
Al mismo tiempo, también permiten que ardan sin freno otros 69 focos de incendio, porque son demasiado difíciles de combatir o no representan una amenaza para los centros urbanos o la infraestructura económica. Estos incendios librados a su suerte ya han consumido 20.000 km2, una superficie casi 10 veces mayor que la del devastador “Dixie Fire” actualmente en California.
En Estados Unidos, los más de 100 incendios forestales activos de este año han consumido más de 23.000 km2, según el Centro Nacional de Bomberos. En Columbia Británica, Manitoba, Ontario y el Yukón, en Canadá, en lo que va de año se han quemado más de 33.000 km2, según el Sistema de Información Canadiense de Incendios Forestales.
También este año, los incendios en Turquía ya llevan consumidos más de 1700 km2, según el Sistema Europeo de Información sobre Incendios Forestales. En Grecia, el fuego arrasó 1100 km2, y en Italia se quemaron otros 1000 km2 más, según datos de la misma agencia europea.
Aproximadamente la mitad de los bosques de toda Rusia no tiene protección de las autoridades regionales, principalmente debido a la escasez de fondos para sofocar los incendios, dice Yaroshenko, el experto forestal de GreenPeace Rusia.
“Estos bosques juegan un papel muy importante en la regulación del medio ambiente”, dice el experto. “La mayoría de los bosques en áreas desprotegidas se encuentran en el extremo norte. Crecen muy lentamente, son muy sensibles y si se queman, el impacto en el medio ambiente es enorme.”
Cientos de focos de incendios se desatan anualmente en los bosques y llanuras de Rusia. Greenpeace basa sus cifras en estadísticas de los servicios de bomberos rusos que monitorean el avance de esos focos.
Pero el Ministerio de Recursos Naturales y Ecología de Rusia solo lleva la cuenta de los incendios en zonas forestales cercanas a las áreas pobladas, dejando de lado los incendios en las estepas abiertas o en las tierras de cultivo. El ministerio estima que el área quemada por incendios forestales este año es de poco más de 77.000 km2, menos de la mitad de la cifra calculada por Greenpeace.
Aun así, el ministro, Alexander Kozlov, solicitó la semana pasada un aumento de más del 100% en el presupuesto para la extinción de incendios forestales, de 81 millones de dólares a 190 millones de dólares anuales.
El martes, el presidente ruso Vladimir Putin dio órdenes al Ministerio de Situaciones de Emergencia para que amplíe la dotación de los equipos de extinción de incendios y aumente los operativos de los aviones contra incendios en Yakutia.
Pero al mismo tiempo Putin envió a Grecia dos aviones de extinción de incendios Ilyushin-76 y dos helicópteros Mi-8 para colaborar con los esfuerzos contra el fuego en ese país, según informó el miércoles la agencia estatal de noticias Tass, y ya había enviado otros aviones de las mismas características a Turquía. Actualmente, en Rusia hay 18 aviones abocados a combatir los incendios forestales en el territorio, pero muchos se oponen al envío de equipos de extinción a otros países, dada la escala de la crisis en Rusia.
Yaroshenko dice que uno de los grandes problemas es la histórica tendencia de los funcionarios regionales de maquillar las estadísticas locales para evitar meterse en problemas con sus superiores en Moscú.
“Los funcionarios locales simplemente mienten sobre la escala del problema, es decir, tergiversan deliberadamente los datos, porque cada funcionario es responsable de asegurarse de que parezca que todo anda bien. En general ya no es posible ocultar el fuego, porque todos pueden ver lo que pasa a través de las imágenes satelitales, pero la costumbre es esa, y siguen intentando taparlo”, señala Yaroshenko.
El director forestal de la región, Sergei Sivtsev, le dijo al periódico Kommersant que en junio las temperaturas en el centro de Yakutia fueron las más altas desde 1888.
Pero los funcionarios y los medios estatales minimizan el problema, y dan informes diarios sobre cuántos incendios han apagado o contenido, pero nunca dicen cuánto se ha quemado. No se enfocan en la pérdida de bosques primarios vulnerables y no hay estimaciones de pérdidas de ejemplares de la vida silvestre, dice Yaroshenko.
La semana pasada, la autoridad máxima de la región de Yakutia, Aisen Nikolaev, adjudicó los incendios al cambio climático.
“Estamos viviendo el verano más caluroso y seco en la historia de las mediciones meteorológicas, desde finales del siglo XIX”, declaró a la agencia de noticias rusa RIA Novosti.
Según las imágenes satelitales de Copernicus, la agencia europea de monitoreo atmosférico, el humo de los incendios en Siberia ya cubre más de 5 millones de km2, una nube que se extiende sobre el Ártico y el polo norte.
The Washington Post
(Traducción de Jaime Arrambide)
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