Sí, hay que vacunar a los chicos contra el Covid-19, y los expertos explican por qué
Que el Covid-19 enferme y mate a menos niños que adultos no implica que los niños estén o vayan a estar libres de riesgo
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NUEVA YORK.- Las vacunas para inmunizar contra el Covid-19 a los niños de pocos años de edad están a punto de ser aprobadas en Estados Unidos. El martes, el panel asesor de la Administración de Medicamentos y Alimentos (FDA, por sus siglas en inglés) recomendó por abrumadora mayoría que esa agencia federal norteamericana autorice la aplicación de la vacuna de Pfizer-BioNTech a los chicos de entre 5 y 11 años.
¿Y por qué habría que vacunar a los niños pequeños contra el Covid-19? La pregunta es atendible. Mientras algunos padres esperaban ansiosamente la posibilidad de vacunar a sus hijos, otros todavía dudan. Y estaba el tema de los efectos colaterales, como con cualquier fármaco, especialmente considerando el bajísimo riesgo de que los niños desarrollen cuadros graves de la enfermedad, en comparación con los adultos.
Pero que el Covid-19 enferme y mate a menos niños que adultos no implica que los niños estén o vayan a estar libres de riesgo.
En Estados Unidos, más de 6 millones de chicos se contagiaron el SARS-CoV-2, el virus causante del Covid-19, y más de 23.500 de ellos tuvieron que ser internados. Más de 600 niños norteamericanos de menos de 18 años murieron de la enfermedad, según los Centros para el Control y la Prevención de las Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés).
En gran medida, eso se debe a la feroz propagación del coronavirus por todo Estados Unidos. La aceptación de la vacuna entre los adultos norteamericanos ha sido menor que lo deseable. Todo eso, sumado a la circulación de la supercontagiosa variante delta y del relajamiento de las medidas de contención, como el uso de barbijo, se ha cobrado su precio.
Algunos expertos incluso sugieren que sin una campaña de vacunación infantil, la pandemia tal vez no termine más: la vacunación de los niños ayudará a frenar los contagios entre los no vacunados y los adultos de mayor riesgo, reduciendo así el sufrimiento de todos.
Cuando existen medidas tan efectivas y seguras como una vacuna, cualquier número de niños muertos, por pequeño que sea, resulta inaceptable. Y los pediatras, así como recomendamos que los niños viajen en al asiento de atrás con el cinturón de seguridad puesto, también recomendamos que nuestros pacientes, los niños, sean vacunados contra el Covid-19.
Los padres pueden confiar en que si una vacuna es autorizada para su uso pediátrico significa que es considerada extremadamente efectiva y que solo tienen efectos colaterales de manera excepcional. Una de las preguntas más frecuentes de los padres tiene que ver con el riesgo de miocarditis después de la vacunación.
La miocarditis es una inflamación del músculo cardíaco que puede tener múltiples causas y rangos de gravedad. Ocurre muy raramente tras la administración de alguna de las vacunas de tecnología de ARNm (mensajero), como las de Pfizer y Moderna, y es más común tras la segunda dosis y en varones jóvenes.
La influencia en mi decisión
Cuando opté por vacunar a mi hijo adolescente, en mi decisión influyeron dos cosas importantes. Primero, el riesgo de desarrollar miocarditis después de enfermarse de Covid-19 es mucho mas alto que el riesgo de una miocarditis causada por la vacuna. Según, caso todos los casos de miocarditis posvacunación son leves, y los pacientes se recuperan rápidamente. La decisión de vacunar a los hijos es fácil cuando uno entiende que, en los niños, el peligro del coronavirus es mucho mayor que el riesgo de la vacuna.
La extensión de la vacuna a otros grupos poblacionales debería llevar paz a los padres de niños en edad escolar, ya que sus hijos ahora estarán más seguros, tanto en las aulas como en las actividades extraescolares. Al mismo tiempo, esos padres también estarán haciendo su parte para acelerar el pleno regreso de todas las actividades.
Los estudios muestran que las capas de protección -desde mantener los ambientes ventilados hasta el uso de barbijo- fueron efectivas para frenar o desacelerar los contagios de Covid-19 en las escuelas y colonias de vacaciones que fueron constantes y rigurosos en la aplicación de esas medidas. Y si bien esas precauciones siguen siendo importantes para proteger a los más chicos, la vacuna es la capa de protección más efectiva que existe, y cuanto antes sea autorizada para su uso en niños, mejor.
La pandemia también profundizó la ya existente crisis de salud mental entre los jóvenes. Más de 140.000 niños estadounidenses perdieron a algunos de sus progenitores o persona a cargo a causa del Covid-19. Desde todo Estados Unidos, los pediatras informan un auge de pacientes jóvenes que llegan con desórdenes alimenticios, depresión e ideaciones suicidas.
Por eso la Academia de Pediatría de Estados Unidos, que yo presido, y otras agrupaciones abocadas a la defensa de los niños declararon recientemente un estado de emergencia nacional de salud mental infantil. Las brechas pedagógicas entre diversas comunidades de niños también se están ensanchando, y varios informes revelan que hay muchos chicos norteamericanos con déficit en matemática y comprensión de textos. Todas esas consecuencias negativas se potencian y multiplican en las familias negras o de bajos ingresos. Pero la vacuna les ofrece a los padres una oportunidad tangible de que sus hijos vuelvan a una cotidianeidad más normal.
Otra manera que tienen los padres y familiares de proteger a los chicos es vacunarse ellos mismos: los adultos que no se hayan vacunado, por favor, háganlo cuanto antes.
Mucho me temo que el impacto de la pandemia calará hondo y de manera duradera en esta generación, a menos que los políticos actúen ahora y piensen en invertir más recursos en los niños y sus familias. Aunque la autorización de la vacunación de los niños pequeños está a punto de salir, queda mucho por hacer. Algunos chicos necesitarán ayuda intensiva para superar las secuelas que les dejó la pandemia. Las organizaciones sociales y escuelas que históricamente estuvieron mal financiadas necesitarán más ayuda estatal.
Los chicos son muy resilientes, pero necesitan estabilidad, esperanza, y tener confianza en los adultos que están a cargo de ellos. Aunque el brutal golpe de la pandemia repercutirá por muchos años, pongamos a los niños primero de una buena vez por todas.
La autora de esta nota es la presidenta de la Academia de Pediatría de Estados Unidos
Traducción de Jaime Arrambide
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