Era una de las más tenaces “madres buscadoras”, como se conoce a las mujeres que a diario salen a buscar rastros de hijos o familiares con paradero desconocido; hombres armados a bordo de una motocicleta le dispararon mientras ella iba montada en una bicicleta
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En un país con más de 100.000 desaparecidos, Teresa Magueyal Ramírez era una de las tenaces “madres buscadoras”.
Así se conoce a las mujeres que a diario salen a recorrer parajes en los alrededores de ciudades y pueblos de México para buscar algún rastro de hijos o familiares cuyo paradero es desconocido.
Magueyal trataba de encontrar a Jose Luis Apaseo Maguyal, el hijo que salió de su casa en abril de 2020 y del que no se sabe nada desde entonces.
Vivían en San Miguel Octopan, una pequeña población a las afueras de la ciudad de Celaya, en el central estado de Guanajuato.
En esa misma localidad, Teresa Magueyal fue asesinada el pasado 2 de mayo.
Según los reportes, hombres armados a bordo de una motocicleta se aproximaron a la mujer y le dispararon mientras ella iba montada en una bicicleta. Era casi mediodía cuando ocurrió el crimen, a unos cuantos pasos de una escuela.
“Era una señora muy alegre. Aunque tenía el pesar por su hijo desaparecido, era un ejemplo a seguir. Nos alegraba el día”, dice a BBC Mundo Rosa María Alves, portavoz del colectivode madres buscadoras Una Promesa por Cumplir.
El asesinato de Magueyal fue condenado por esa organización y otras de defensores de derechos humanos. La oficina en México de Naciones Unidas en la materia demandó justicia y protección a las personas que realizan búsquedas de seres queridos desaparecidos.
Y es que tan solo en Guanajuato, seis madres buscadoras han sido asesinadas en meses recientes.
Al informar que hay un detenido por este caso, el presidente Andrés Manuel López Obrador dijo este jueves: “Es muy triste que a una madre que está buscando a su hijo se le asesine. Duele muchísimo”.
“Ella siempre apoyaba”
Magueyal se unió a Una Promesa por Cumplir hace tres años, después de que su hijo desapareció.
José Luis Apaseo, quien vivía en San Miguel Octopan, fue visto por última vez por un familiar cuando se dirigía a comprar comida para sus cuatro hijas el 6 de abril de 2020.
Desde entonces ya no supieron nada del hombre de 34 años.
“Hoy se cumplen 3 años que desaparecieron a mi hijo y sigo esperando que alguien me diga dónde lo puedo encontrar, que se apiaden de todas las mamás que están pasando lo mismo que yo”, escribió Magueyal en su cuenta de Facebook en abril pasado.
Como madres buscadoras, las mujeres en Guanajuato y otros estados de México a menudo se internan en áreas peligrosas donde se sabe que las bandas criminales se deshacen de cuerpos. También buscan información que pueda llevar a localizar a sus seres queridos.
“Nos íbamos a las búsquedas de campo, ya fuera con la Comisión Estatal de Búsqueda de Personas o de manera independiente, ella siempre apoyaba. Estaba al pendiente del grupo”, explica Alves.
“Siempre hablaba de su hijo, que era una persona muy trabajadora. Ella se hacía cargo de su nietecita, hija de su hijo, que era la que la acompañaba. Los otros hijos radican en EE.UU., solo una hija vive en otro lugar fuera de Celaya”, añade.
Desde la desaparición de su hijo, Magueyal se quedó a cargo de su nieta. “Era su motivación a seguir adelante en la búsqueda”, cuenta Alves.
“No nos van a detener”
Los defensores de derechos humanos han denunciado durante años la vulnerabilidad de las madres buscadoras, pues a menudo son blanco de las mismas bandas que están detrás de la desaparición de sus hijos.
“Como madres, acudimos a lugares de riesgo con el apoyo de seguridad pública para hacer búsquedas. También recibimos llamadas anónimas o mensajes para que nos reportan sobre tal o cual lugar donde la gente tiene conocimiento de que posiblemente de que quizás se pueda encontrar algo”, explica Alves.
En dos ocasiones, su colectivo ha llegado a encontrar restos humanos semienterrados.
Pero en ocasiones las autoridades locales no ofrecen el resguardo que les solicitan.
“En nuestra desesperación, como madres, como hermanas, como primas, como tías de nuestros desaparecidos, nos organizamos y vamos a hacer búsquedas independientes, a terrenos, a casas abandonadas, o adonde creemos que podemos encontrar algo o a alguien”, señala la portavoz de Una Promesa por Cumplir.
Y agrega: “Hemos acudido a lugares a los que ha llegado gente armada, nos han corrido de ahí porque no quieren que se busque. En algunos lugares nos percatamos que hay gente observándonos a lo lejos y corremos riesgos”.
A pesar de los riesgos, quienes conocieron a la señora Tere, como le decían de cariño, aseguran que ella siempre fue muy activa en las búsquedas. “Ya fuera en su área donde ella creía que su hijo podría estar, como en otros municipios, la señora casi siempre acudía a esas búsquedas”.
El gobierno federal ha reportado que, desde la década de 1960, se han registrado más de 100.000 casos de desaparición en el país. Casi toda esa cifra corresponde a casos sin resolver.
“Las autoridades en realidad no hacen nada. Cada uno va a la fiscalía, y la carpeta de investigación sigue en lo mismo. Lo mismo. Te dicen ‘Si usted sabe algo, dígalo’. Como si nosotros fuéramos los que tienen que investigar, no ellos”, lamenta Alves.
“Por eso aquí en México se formaron grupos de colectivos, porque lo que no hacen las autoridades lo tenemos que hacer nosotros”.
En el colectivo dicen que no dejarán de buscar a José Luis Apaseo, a pesar de que hacerlo represente un alto riesgo en Guanajuato: “Las mujeres que buscamos no estamos seguras, nos matan a plena luz del día, en espacios públicos y en total impunidad”.
“Queremos recordarla como ella era, alegre y tan natural como era, y aunque ella no esté, queremos como colectivo seguir en la búsqueda de su hijo, no vamos a parar, esto no nos va a detener. Si creen que vamos a dejar de buscar, no lo vamos a hacer”, reafirma Alves.
Por Darío Brooks
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