Show en la Casa Blanca: el año de Trump redefine la presidencia norteamericana
"Heredé un lío, ¡un lío! Dentro y fuera del país. ¡Un lío!", se quejó Trump, a mediados de febrero del año pasado, en su primera, célebre y única conferencia de prensa.
Trump terminó de dejar en claro cuál sería su estilo -una antítesis del de su antecesor- el 4 de marzo. "¡Terrible! Acabo de enterarme de que Obama hizo que 'pincharan mis teléfonos' en la Torre Trump justo antes de la victoria. Nada encontrado. ¡Esto es macartismo!", escribió en Twitter el presidente ese día, un domingo, a las 6.35 de la mañana.
"Jesús, ¿ya no puedo dormir más tranquilo en un sábado?", replicó unas horas después, desde California, Jon Favreau, el escritor estrella de Obama, creador de un podcast devenido en una de las principales voces opositoras del presidente republicano.
La rutina de sacudir a Estados Unidos -y al mundo- con un mensaje en Twitter a la madrugada se convirtió en una de las marcas registradas de la presidencia de Trump, para muchos, un reality adictivo, caótico, nutrido en drama, con un único actor excluyente capaz de torcer el humor de un país con sus pulgares.
Trump condenó con ambigüedades a neonazis que marcharon en Charlottesville, defendió a un candidato a senador acusado de abusar sexualmente de adolescentes, tildó de "países de mierda" a Haití , El Salvador y a las naciones de África, entregó premios a los medios por sus "Noticias Falsas", desparramó insultos y falsedades, y les puso sobrenombres a cada uno de sus rivales políticos. "Hombre cohete", una referencia al líder norcoreano, Kim Jong-un, quedó para la posteridad en su primer discurso ante las Naciones Unidas.
Julian Zelizer, historiador de la Universidad Princeton, dijo que su retórica -en Twitter, la televisión o apariciones públicas- será, seguramente, el aspecto más controvertido de su legado.
Está muy lejos de lo que hemos visto en otros presidentes
"Está muy lejos de lo que hemos visto en otros presidentes. Desde insultos a ataques a opositores y los líderes extranjeros, a su disposición a decir cosas que no son ciertas", describió. "Son todos aspectos de la presidencia que no hemos visto antes", insistió.
Arthur Sanders, profesor de la Universidad Iowa, dijo que su voluntad para criticar "a todos y a todo" también es algo nuevo. Los presidentes, señaló, suelen medir sus palabras para no dilapidar relaciones que necesitan para impulsar su agenda. Trump no dudó en pelearse con miembros de su propio partido o de su gobierno. Su energía para ir al frente parece inagotable.
"Lo que más me sorprendió es la buena disposición del Partido Republicano en el Congreso para ignorar este lado de Trump, que parece tan condenable para mucha gente, porque quieren sacarle algunas políticas", evaluó Sanders.
Algunos senadores republicanos salieron al cruce del presidente, sobre todo dos, que anunciaron su retiro: Bob Corker, que tildó a la Casa Blanca de "guardería para adultos", y Jeff Flake, que comparó a Trump con el dictador ruso Joseph Stalin, por sus ataques a la prensa.
Otro influyente republicano en el Congreso, Lyndsey Graham, menos asertivo en su crítica a Trump, intentó describirlo en una frase que sirve para entender el silencio de muchos de sus colegas: "Podés ser el Papa y criticarlo, y no importa. Él va a ir contra el Papa. Lo que decís sobre él importa más que ninguna otra cosa".
Los críticos de Trump machacan día a día con su estilo: lo fustigan por jugar al golf; por viajar demasiado a Mar-a-Lago, su club privado en Florida; por empezar su agenda diaria a las 11 de la mañana; por ver demasiada TV -casi siempre, Fox News-; por descuidar su salud, y, sobre todo, por lo que dice. Para ellos, es racista, xenófobo, ignorante y autoritario.
Sus partidarios parecen divididos: algunos preferirían que Trump fuera un poco menos Trump, mientras que otros lo aman y lo defienden, a pesar de todo y contra todo. Trump está haciendo en parte lo que prometió, y, como se decía en la campaña, "dice las cosas como son", sin filtros políticos clásicos de Washington.
"Nadie aquí va a pretender que el presidente siempre sea políticamente correcto. No lo es. Creo que esa es una de las razones por las que los estadounidenses lo aman. Una de las razones por las que ganó y está sentado en el Salón Oval hoy es que no es un robot con un guion. Él dice las cosas a veces como son, y algunas veces usa un lenguaje duro", lo defendió su vocera, Sarah Sanders, días atrás.
Ryan Murdock, un cineasta que hizo un documental sobre Obama, cree que Trump es muy exitoso en tocar las emociones de las personas para profundizar divisiones.
"La idea de un reality es manipular emociones", indicó Murdock. "Un reality es bueno para manipular emociones, y es ahí de donde viene el poder de Trump: de su capacidad para manipular las emociones de las personas a gran escala. Sabe cómo dividir personas, como si fueran participantes en un reality show de televisión", continuó. "Todos somos participantes", concluyó.
"Trumpismos" y exabruptos a lo largo de todo el año
Los encuentros protocolares, las tragedias y los grandes problemas mundiales no escaparon del particular modo de Donald Trump de abordar la vida política
Apretón de manos fallido
En marzo, en una sesión de fotos en la Casa Blanca, la canciller alemana, Angela Merkel, le propuso en voz baja a Trump darse la mano, pero él miró para otro lado y dejó descolocada a la canciller
El "hombre cohete"
En tono pendenciero, alejado de las formalidades de la ONU, Trump calificó de "hombre cohete" al líder norcoreano Kim Jong-un durante la Asamblea General de septiembre
Empujón en Bruselas
En mayo, durante una reunión de líderes de la OTAN en Bruselas, camino a la sesión de fotos, Trump empujó al primer ministro de Montenegro, Dusko Markovic, para situarse al frente del grupo
Papelón en Puerto Rico
En su visita a Puerto Rico en octubre, tras el paso del huracán María que dejó 34 muertos, rodeado de productos de primera necesidad, Trump se puso a arrojar rollos de papel higiénico a la gente
Piropo incómodo
En una visita a Francia en julio, el presidente norteamericano se excedió en galantería con la primera dama, Brigitte Macron: "Estás en muy buena forma", le dijo, y hasta le reiteró el comentario a Macron
Calentamiento global
El mandatario que retiró a su país del Acuerdo Climático, tuvo un tuit de fin de año burlesco y en referencia a la ola de frío, escribió: "Tal vez nos vendría bien un poco de ese viejo calentamiento global"
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