Shaesta Waiz, la pionera de la aviación afgana que no piensa volver a su país: “Los talibanes están en contra de todo lo que yo represento”
Su familia se refugió en Estados Unidos cuando ella era bebé y ahora ve con pesimismo el futuro de Afganistán
- 10 minutos de lectura'
Shaesta Waiz está rodeada de nubarrones. La piloto afgana intenta sortear las tormentas en su pequeño avión pero no puede concentrarse. Le pica la cabeza. Cuando estuvo en Asia se contagió de piojos y no encontró tratamiento. Ahora lo lamenta. Se rasca con vehemencia pero no puede controlar la picazón. Llora desconsoladamente mientras esquiva los relámpagos. Esto es una tortura, piensa. Pero ni siquiera los bichos que se alojan en su cuero cabelludo la detendrán porque la joven refugiada tiene una misión: dar la vuelta al mundo en un avión de un solo motor.
Este no ha sido el único contratiempo que Waiz experimentó durante “The Global Flight”, el viaje en solitario alrededor del mundo que realizó en 2017 en un Beechcraft A36 Bonanza. Sobrevoló la India durante la época de monzones, perdió la única antena que la comunicaba con su equipo en el suelo en la mitad del Atlántico y voló 14 horas seguidas de Hawái a California con clima extremo. Pero ella “Necesitaba hacer ese viaje por más difícil que sea porque las niñas necesitan más modelos a seguir en el campo de la aviación”, cuenta en una entrevista exclusiva con LA NACIÓN la primera piloto civil mujer de Afganistán y la más joven en dar las vuelta al mundo.
Durante la entrevista, Waiz habla sobre su historia, la situación actual en Afganistán, su crecimiento profesional en un campo dominado por hombres y su misión de inspirar a más mujeres a animarse a perseguir carreras en las ciencias.
-En los últimos años rompiste muchas barreras; con 30 años te convertiste en la primera piloto mujer en la historia de Afganistán, en la mujer más joven en dar la vuelta al mundo en un avión de un solo motor y la octava mujer en hacerlo, ¿cómo se siente?
-Es un gran honor pero también me hace sentir un poco triste el hecho de que tan pocas mujeres hayan triunfado en la industria de la aviación. Por eso espero que mi trabajo inspire a más mujeres a ir tras sus sueños aunque parezcan imposibles. Yo crecí pensando que a lo mejor que podía aspirar en la vida era convertirme en una ama de casa, como mi madre, mi abuela y la mayoría de las mujeres en Afganistán. Sin embargo, cuando terminé la secundaria encontré la aviación y me enamoré. Y fue un momento muy grato pero también frustrante porque pensé que tenía muy pocas posibilidades de lograrlo. Nadie en ese rubro se parecía a mí, nadie compartía mi misma historia ni luchas ni desafíos. Pero luego pensé, ‘si yo me siento así, ¿qué hay de las otras millones de chicas alrededor del mundo que piensan igual?’. Así supe que debía dar un salto de fe y perseguir mi sueño para demostrar a las demás mujeres que no importa de donde hayas venido o lo que hayas atravesado, puedes lograrlo si te comprometes y te esfuerzas.
-La aviación no es un camino muy común ni accesible para la mayoría de las personas, ¿cómo incursionaste en él? -Cuando crecí tampoco era accesible para mí. No vivía cerca de un aeropuerto, en mi familia no había pilotos y honestamente lo único que había escuchado sobre aviones eran los accidentes aéreos en las noticias. Así que les tenía miedo. De hecho, la primera vez que me subí a un avión tenía 18 años. Iba de California a Florida a visitar a unos parientes. Viajaba sola y estaba aterrada. Pero cuando el avión despegó recuerdo que miré por la ventana y vi lo pequeño que era mi pueblo y lo grande y excitante que era el mundo. Y por primera vez en mi vida sentí que pertenecía a algún lugar, porque como refugiada jamás me sentí lo suficientemente afgana para Afganistán ni lo suficientemente americana para Estados Unidos. Y ese sentimiento de pertenencia fue lo que me impulsó a construir una carrera en el campo de la aviación. No fue fácil porque tenía cinco hermanas y mi padre no podía pagarlo. Entonces esperé dos años, me anoté en una universidad barata y cercana para desarrollar mis habilidades científicas y luego apliqué a todas las becas que encontré. Finalmente fui aceptada en la Embry-Riddle Aeronautical University in Florida.
-¿Cuáles fueron los mayores desafíos que enfrentaste al construir tu carrera en una industria predominantemente masculina? -Fue una lucha constante. Cuando comencé a estudiar éramos 10 mujeres en la clase y terminamos solo tres, lo cual es muy decepcionante porque la aviación es una profesión muy empoderadora. Pero no solo es una industria predominantemente masculina sino también blanca. Recuerdo que una vez hace 10 años fuimos con mis compañeras de clase a una conferencia en la que exponía el CEO de una compañía de aviación muy importante. Ellas eran americanas, rubias y de piel clara. Luego de que nos presentáramos con el CEO, automáticamente centró su atención en ellas y me ignoró por completo por el resto de la charla. No creo que lo haya hecho a propósito pero creo que muchas personas no te toman en serio si luces diferente o tienes otro pasado. Entonces ha sido muy difícil para mí pero creo que en los últimos años las cosas han mejorado aunque todavía queda un largo camino por recorrer.
-¿Y cómo superaste esos desafíos? -Pensé que la solución era buscar personas en la industria que se parecieran a mí. Entonces le escribí una carta al gobierno afgano para que me enviaran una lista de todas las mujeres piloto del país. La respuesta me sorprendió: “En la historia de Afganistán jamás ha habido una mujer piloto. Si te conviertes en una te reconoceremos como la primera piloto civil de nuestro país”. Para mí ese fue un momento revelador y se convirtió en mi motor, me recordé constantemente que estaba abriendo un nuevo camino para las mujeres de mi país.
-¿Trabajaste para alguna aerolínea comercial? Lo pregunto porque existe un gran prejuicio hacia las pilotos y muchas personas piensan que el vuelo será menos seguro porque hay una mujer al mando. -Hice una pasantía en Alaska Airlines y es totalmente cierto. No solo eso, muchas personas dicen que las mujeres no pueden volar por su ciclo menstrual o porque tienen niños en casa. Yo siempre digo que los aviones son máquinas, no distinguen entre una mujer, un hombre, alguien de Estados Unidos o de Afganistán. Y además creo que los vuelos que tienen una mujer al volante son aún más seguros porque las mujeres son grandes multitareas, extremadamente detallistas y tienen mucha intuición a la hora de volar. De cualquier manera, aunque respeto mucho a los pilotos comerciales –mí marido es piloto para una aerolínea– mi pasión no es transportar pasajeros. Yo vuelo para inspirar a las personas, algo que jamás se ha hecho anteriormente. Por eso creé mi propia ONG Dreams Soar.
-The Global Flight, tu viaje en solitario alrededor del mundo, tenía como objetivo inspirar y empoderar a las mujeres para que sigan carreras relacionadas con las ciencias, la tecnología, la ingeniería y las matemáticas. ¿Sentís que el resultado fue positivo? -Organizamos encuentros con mujeres en todas las paradas para hablar sobre aviación y educación y eso fue muy positivo. Recuerdo que cuando iba camino a Cerdeña, Italia, pensé que nadie iba a saber quién era y que no les iba a importar. Pero cuando aterricé, había un gran grupo de periodistas esperándome y estaban orgullosos de que una mujer afgana viajara sola por el mundo y eso me hizo sentir muy bien. Y lo mismo me sucedió en casi todas las escalas. Antes del viaje tenía miedo de que me pensaran que era peligrosa o una terrorista pero las personas fueron muy cálidas y eso habla de la compasión que hay en el mundo por la situación en Afganistán.
-Ya que mencionas la situación en Afganistán… tu familia escapó en 1987 de la invasión soviética, ¿cómo te hace sentir que 30 años después el país siga en guerra? -Es devastador porque me hace pensar para qué fueron los últimos años en los que vimos un verdadero cambio. Se siente como una regresión. Yo nací en un campo de refugiados y aunque no recuerdo mucho porque era una bebé, me basta con ver todo el sufrimiento que el conflicto le ha ocasionado a mi familia. Para empezar, mi abuelo fue capturado y mi padre, con tan solo 19 años, tuvo que negociar su liberación. Luego vinimos a Estados Unidos y la transición fue muy dura. Al principio mi padre tenía varios trabajos, atendía en una estación de servicio, limpiaba autos. En Afganistán, tenía una casa hermosa, un trabajo, amigos, una comunidad que lo respetaba pero luego vino a Estados Unidos y por mucho tiempo tuvo que sobrevivir. Pienso que algunas de las personas más valientes del mundo son los refugiados porque deben aprender a sobrevivir desde una edad muy temprana. Y pensar en las personas que intentan escapar de Afganistán hoy en día me rompe el corazón.
-¿Qué es lo que más te preocupa de la llegada al poder de los talibanes? -Lo que más me preocupa es lo que sucederá con las mujeres y los niños. La última vez que los talibanes estuvieron en el poder las mujeres eran apedreadas hasta la muerte, eran colgadas, no podían recibir educación e incluso tenían dificultades para acceder al sistema de salud. Los talibanes pueden ser despiadados y temo lo que puedan hacerle a las mujeres que intenten defender sus derechos. También me preocupa la falta de liderazgo. Los talibanes son 80.000 soldados y varios líderes pero están divididos. Algunos líderes hacen promesas que luego otros incumplen.
-¿Te gustaría volver a Afganistán? -Me encantaría pero no creo que sea posible en el corto plazo. Los talibanes están en contra de todo lo que represento: soy una mujer que aboga por los derechos de las mujeres, soy piloto, crecí en Estados Unidos… De hecho, cuando estuve en Kabul durante The Global Flight y me reuní con otras chicas y mujeres para hablar sobre aviación y educación, recibí muchas amenazas, por lo que sería muy peligroso para mí regresar ahora.
-¿Cuál es tu próxima misión? -Comencé un podcast, “Aviate with Shaesta”, en el que entrevisto a mujeres líderes para que compartan sus éxitos, sus fracasos y cómo lograron traer el cambio a sus respectivos campos. Así que estoy trabajando en eso. También creé un fondo de ayuda a través de mi ONG para Afganistán. Me pasaba que la mitad de las veces que donaba dinero dudaba de que llegase a la gente porque hay mucha corrupción. Entonces decidí empezar un fondo en el que tengamos control de la distribución de los recursos y asegurarnos de que efectivamente lleguen a las personas.
-Durante la entrevista hablaste mucho sobre la inspiración, ¿quién te inspira a vos? -Sería fácil nombrar a alguien famoso pero debo decir que el pueblo de Afganistán. Escucho todo el tiempo historias sobre personas comunes que actúan con tanta valentía en un momento tan difícil. Para mi la inspiración viene de las personas que con pocos recursos logran cosas asombrosas.
-La última pregunta está relacionada al cambio climático. Existe un movimiento cada vez más grande que desalienta a las personas a viajar en avión por la huella de carbono que emiten, ¿Qué opinas al respecto? -Creo que los pilotos deberíamos ser los mejores defensores del medio ambiente porque tenemos las mejores vistas de la Tierra y podemos observar constantemente desde el cielo su inmensa belleza. Sería realmente devastador que en 20, 30 años, la próxima generación de pilotos no lo pueda apreciar. Entonces estoy completamente de acuerdo en que debemos hacer cambios serios en nuestro estilo de vida. Y desde la industria de la aviación debemos evaluar mejores opciones de combustible e implementar mejores regulaciones.
Otras noticias de Afganistán
Más leídas de El Mundo
Nueva fase. El juego político en las potencias mundiales que explica la última escalada en la guerra de Ucrania
Tensión en Ucrania. EE.UU. y países europeos cierran sus embajadas en Kiev ante el riesgo de un “ataque aéreo significativo” de Rusia
Giro en la guerra. El mapa que muestra hasta dónde pueden llegar los misiles de largo alcance lanzados desde Ucrania hacia Rusia
Desregulación y ajuste. El abrupto giro a la derecha de Nueva Zelanda tras tener uno de los gobiernos más progresistas del mundo