Sergio Moro: “No creo que los brasileños tengan una elección trágica entre Lula y Bolsonaro”
El exjuez estrella del Lava Jato y exministro de Justicia no se arrepiente de haber estado en el gobierno de Bolsonaro; ahora como candidato, se presenta como el tercero en discordia para las elecciones presidenciales de octubre en Brasil
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RÍO DE JANEIRO.- Sergio Moro mantiene el optimismo. El exjuez del Lava Jato, lanzado a la presidencia en octubre, aparece en las encuestas como la opción más fuerte de la llamada “tercera vía” en la carrera al Palacio del Planalto. Está lejos de Jair Bolsonaro y del expresidente Lula da Silva, pero cree que es posible quebrar la polarización entre los “dos extremos”.
El ex ministro de Justicia no se arrepiente de haber entrado al gobierno de Bolsonaro y, devenido en candidato, critica duramente a los dos adversarios. “No creo que los brasileños tengan una elección trágica entre Lula y Bolsonaro”, dice en una entrevista con LA NACION.
-Cuando era juez y le preguntaban sobre la posibilidad de ingresar a la política, usted respondía que era un “riesgo” inexistente. ¿Por qué decidió ser candidato a presidente?
-Cuando dije eso las circunstancias eran bien diferentes. El país pasa hoy por un momento bastante delicado. (Tras dejar el ministerio de Justicia en 2020) Estuve trabajando en el sector privado, y esperé en 2021 el surgimiento de una candidatura que pudiese romper la polarización entre los extremos, representados por Bolsonaro y Lula. Infelizmente no pasó, y terminé encarando una misión. Creo que es importante para el país romper esa polarización.
-¿Y cuál es su estrategia para romperla?
-Los brasileños están insatisfechos con el gobierno actual, que trajo un desmantelamiento del combate a la corrupción y un cuadro económico bastante negativo. Esa insatisfacción también aparece con el Partido de los Trabajadores (PT) porque fueron gobiernos basados en modelos de corrupción y que dejaron como legado la gran recesión de 2014-2016. Hay un gran espacio para otra propuesta que además de romper con esa polarización hable sobre el futuro, sobre cómo tenemos que mejorar nuestra economía y no oscurecer el debate con la lógica de tratar a las personas como amigos o enemigos.
-Usted llega a la elección con buena parte de su trabajo como juez cuestionado por el Supremo Tribunal Federal (STF) y varias condenas anuladas. ¿Es un desafío más para viabilizar su candidatura?
-Todos saben en Brasil lo que fue la operación Lava Jato, elogiada internacionalmente, inclusive en Argentina. Significó una ruptura con la impunidad de la gran corrupción. Veíamos escándalos de corrupción repitiéndose y no pasaba nada, y por primera vez personas poderosas, grandes contratistas, políticos en posiciones elevadas fueron juzgados, condenados y cumplieron tiempo de prisión. Eso en verdad representó el primado del imperio de la ley, que es fundamental para esa democracia. Infelizmente, hubo una reacción política contra esos avances y el deseo de muchos de volver al status quo.
-El STF fue determinante en la revisión de sus decisiones.
-Tengo un gran respeto por el STF, hay excelentes ministros, pero esas decisiones que debilitaron el combate a la corrupción –como la anulación de las condenas del expresidente Lula– fueron por motivos formales, no porque él es inocente. Para mí, esas decisiones, con todo respeto, fueron grandes errores judiciales. Y no dialogan con las aspiraciones de la población brasileña. El STF infelizmente se equivocó, pero eso también es responsabilidad del líder del país. Cabría al presidente haber asumido un papel más relevante para obstaculizar esos retrocesos y eligió no hacerlo.
-En el caso del tríplex de Guarujá, más allá de los motivos formales, usted fue declarado parcial. ¿Reconoce que hubo excesos procesales, como el intercambio de mensajes con los fiscales de la operación, que dejaron la puerta abierta para las anulaciones?
-Tengo un gran orgullo de la operación y del trabajo hecho. No hubo ninguna ilegalidad y la historia de la persecución es una fantasía y un gran error del STF. Los ministros vencidos en la votación pusieron de forma clara que no hubo ninguna persecución y, en referencia a esos supuestos mensajes, ninguna ilegalidad. Lo que existe en el fondo en Brasil, y en otros países de América Latina, es la lógica de que si sos suficientemente poderoso podés estar encima de la ley. Incluso en el caso de la supuesta persecución, en ningún momento el STF dijo que el robo de Petrobras no sucedió o que Lula sería inocente.
-En diciembre, Lula fue homenajeado en Buenos Aires por el presidente argentino Alberto Fernández por la lucha contra los “abusos de poder”. ¿Qué piensa de eso?
-Hay una frase del presidente Theodore Roosevelt de comienzos del siglo pasado: “La exposición del combate a la corrupción es motivo de orgullo para un país, motivo de vergüenza es esconderla”. Yo agregaría también que la celebración de la corrupción es reprobable.
-Usted ha afirmado que el presidente brasileño saboteó el combate a la corrupción. ¿Por qué lo hizo? ¿A quién quería proteger?
-Él mismo declaró públicamente la razón del sabotaje, porque no aceptaba protegerlo a él ni a su familia de investigaciones de la policía, la Hacienda ni del órgano de lavado de dinero.
-Bolsonaro dijo que la operación Lava Jato terminó porque no hay más corrupción en el gobierno
-(Ríe). Eso es una ilusión. Cuando no hay nadie buscando, nadie investigando ni nadie actuando, esos escándalos quedan encubiertos. El presidente, además de casos noticiados en la prensa que envuelven a familiares y se acercan a él, abrazó a muchos políticos que estuvieron involucrados con la corrupción en el pasado y también fueron aliados de Lula.
-Además de frenar el combate a la corrupción, usted ha marcado que el gobierno actual ayudó a debilitar las instituciones. ¿Reconoce que fue un error haber aceptado el cargo de ministro?
-Existía un historial negativo de Bolsonaro, pero el presidente había moderado esas declaraciones durante las elecciones. Había una esperanza de que podía portarse como un estadista y que iba a delegar tanto en mí como en el ministro de Economía las principales funciones del gobierno. Cuando el presidente te invita para cambiar el país para mejor, es difícil decir que no. Y había una chance. Cuando percibí que el propósito no era verdadero, dejé el gobierno.
-¿Es optimista con que Brasil pueda retomar una agenda anticorrupción?
-Los desafíos hoy son diferentes, y pasan principalmente por retomar el crecimiento económico. Brasil está estancado, tiene una inflación alta y eso llevó al aumento de la tasa de interés que termina inhibiendo inversiones. Ésa es la principal consigna de 2022. Pero una lección para Brasil es que no existe crecimiento económico duradero que disminuya las desigualdades en un ambiente deshonesto. El crecimiento depende principalmente de la confianza, de la credibilidad. Una de las causas de nuestro atraso económico se explica debido a que los gobiernos, bajo el pretexto de gobernabilidad, hacen transgresiones éticas, o se involucran en coimas.
-¿Y cuál es su plan para recuperar el crecimiento?
-Yo creo en el crecimiento a partir del libre mercado, la innovación, la creatividad, principalmente del sector privado. El Estado tiene un papel de regulación extremadamente relevante. En un país como Brasil, con grandes desigualdades sociales, no podemos descuidar la importancia de grandes programas sociales, educación pública de calidad, salud para todos y políticas específicas de erradicación de la pobreza. Es posible conciliar una visión liberal en la economía con una responsabilidad social. Mezclar responsabilidad fiscal con responsabilidad social.
-¿Qué significaría el retorno de Lula a la presidencia?
-No cuento ni con la continuidad Bolsonaro ni con el retorno de Lula. El primero representa un gobierno que no dio resultado y el segundo, un gobierno del pasado que ya fue probado y tampoco dio resultado. Esta vez no sería diferente, la tendencia es que la experiencia sea peor. Pero no creo que los brasileños tengan que trabajar entre una elección trágica entre Lula y Bolsonaro, no veo eso como alternativa. El mercado, los trabajadores, las personas en general tienen una aspiración para escapar de la polarización que infantiliza el debate público. Hay mucho espacio hasta las elecciones generales en octubre, y es probable que nuestro proyecto reviente esa polarización.
-¿Ve a Bolsonaro dispuesto a llevar adelante la amenaza de no aceptar una eventual derrota?
-Es un delirio y una amenaza impropia al régimen democrático. No existe ese riesgo actualmente en el país. Es inaceptable ese tipo de amenaza.
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