Señal de largada: China trajo rocas de la Luna y desató una nueva carrera espacial
NUEVA YORK.- Tal vez China sea un recién llegado a la Luna, pero a primera hora de hoy, cuando su cápsula repleta de rocas y suelo lunar volvió a la Tierra, dejó inaugurada la nueva Carrera Espacial que marcará las próximas décadas. Y esta vez, será una competencia por los recursos de la Luna que podría impulsar una exploración del espacio profundo.
La nave espacial Chang’e-5 recolectó unos 2 kilos de muestras lunares de la llanura volcánica que rodea el Mons Rümker, durante una misión de tres semanas que pone de manifiesto la creciente ambición y poderío espacial de China. Se trata de la misión más exitosa de China hasta la fecha.
En las décadas de 1960 y 1970, Estados Unidos y la Unión Soviética se enfrentaron en una competencia épica por su predominio en el espacio, y trajeron muestras lunares, pero era una época diferente. Ahora China se ha sumado a la contienda, y lo que está en juego actualmente hace que esta nueva competencia sea tan interesante y aún más interesada que la de hace medio siglo.
Los chinos están embalados y la exploración del sistema solar es la oportunidad perfecta para hacer alarde de su capacidad tecnológica. Al igual que Estados Unidos, el objetivo más amplio de China es establecer una base lunar con capacidad de explotar los potenciales recursos naturales del satélite terrestre y servir como plataforma de lanzamiento para misiones más ambiciosas.
"En ningún momento Pekín ha manifestado intenciones de desplazar a Estados Unidos del liderazgo espacial", dice Brendan Curry, jefe de operaciones de la Sociedad Planetaria en Washington DC. "Pero queda claro que quieren ser actores de peso en el espacio".
A través de un comunicado, la Administración Espacial Nacional China dijo que la cápsula conteniendo las muestras lunares aterrizo en Mongolia Interior a las 2 de la mañana del jueves hora local. La cápsula se había separado de la nave madre a unos 5000 kilómetros de altura sobre el Atlántico Sur. A llegar a los 10 kilómetros de altura, la cápsula desplegó sus paracaídas.
Las imágenes transmitidas por la televisión estatal china mostraron la llegada del equipo de recuperación, menos de una hora después del aterrizaje de la cápsula. Se cree que el traslado de la cápsula a las instalaciones donde pueda confirmarse que las muestras lunares llegaron intactas llevará varias horas.
El espacio se está convirtiendo velozmente en una nueva arena de choque para ambos países. Aunque el programa civil y el programa militar de China en el espacio todavía no están a la altura de Estados Unidos, las ambiciones chinas fueron uno de los motivos del gobierno de Trump para crear la Fuerza Espacial de los Estados Unidos.
El año pasado, al anunciar que Estados Unidos aceleraría sus planes para volver a la Luna antes de 2024, el vicepresidente Mike Pence advirtió que China"busca tomar la delantera en el estratégico terreno lunar y convertirse en la mayor potencia espacial del mundo".
Los emprendimientos espaciales privados podrían alterar aún más la competencia entre China y la NASA. Elon Musk, el multimillonario fundador de SpaceX, dice que cuando la NASA o los astronautas chinos lleguen a la Luna, él ya estará despachando gente a Marte. Aunque ese optimismo puede ser exagerado, es posible que el futuro de la exploración espacial deje de estar en manos de las agencias espaciales nacionales.
Algunos tienen la esperanza de que esa competencia entre China y Estados Unidos se convierta en una cooperación. Pero actualmente la NASA no está facultada para trabajar directamente con la agencia espacial china o con empresas de propiedad china. Esa disposición de la ley de financiamiento de la NASA fue incluida en 2011 por Frank Wolf, entonces congresista republicano por Virginia, para castigar a China por su historial de violaciones a los derechos humanos y para proteger la tecnología aeroespacial estadounidense.
En lo inmediato, los científicos planetarios de Estados Unidos podrían quedar al margen de ese tesoro científico que representan las rocas recolectadas por Chang'e-5, provenientes de una región de la Luna mucho más joven que las visitadas anteriormente.
Aunque la ley no impide que los científicos que no pertenecen a la NASA trabajen con sus homólogos chinos, sí impide que los científicos chinos analicen las rocas lunares que los astronautas de la NASA trajeron durante las misiones Apolo, y China bien podría devolver ese desaire.
"Obviamente, Estados Unidos prohíbe la cooperación con China, ¿cómo no?" dice Xiao Long, científico de la Universidad China de Geociencias, en Wuhan, y asesor del programa espacial chino. "Y ciertamente esperan que China no se desarrolle demasiado rápido. Ya han puesto las cartas sobre la mesa."
La conquista del espacio ocupa un lugar central en el sueño del mandatario chino Xi Jinping de una China grande y poderosa y, a pesar de contratiempos ocasionales, su programa espacial ha logrado enormes avances. "Ellos tienen la capacidad de comprometerse con un objetivo a muy largo plazo", dice Namrata Goswami, analista independiente y coautor de Scramble for the Skies, un nuevo libro sobre exploración espacial.
El desarrollo de las sondas Chang'e comenzó a principios de la década de 2000, cuando el presidente norteamericano George W. Bush declaró que los astronautas de la NASA regresarían a la Luna en 2020. Pero China continuó por ese camino cuando la administración de Barack Obama canceló el programa lunar y se centró en destinos más distantes, como un asteroide y Marte.
Las dos primeras naves espaciales Chang'e eran orbitadores que circundaban la Luna. La Chang'e-3 aterrizó en diciembre de 2013 y China se unió a Estados Unidos y la Unión Soviética como las únicas naciones que lograron un aterrizaje exitoso en el satélite natural de la Tierra. En enero de 2019, Chang'e-4 se convirtió en la primera nave espacial en aterrizar en el lado opuesto de la Luna. Casi dos años después, su rover Yutu-2 sigue en funcionamiento, estudiando la geología lunar. China es actualmente el único que país que alunizó en el siglo XXI, y no sólo una, sino tres veces.
Mientras que el gobierno de Trump promocionó un posible alunizaje tripulado, China no ha acelerado sus planes para enviar astronautas chinos a la Luna en la década de 2030. Si los astronautas de la NASA quieren llegar antes, China parece no tener interés en vencerlos.
Aunque China se toma su tiempo con objetivos espaciales a largo plazo, la exitosa misión Chang'e-5 despegó apenas el mes pasado, y su rápido regreso con muestras lunares representa una gratificación casi instantánea. La misión exigía un nivel de ingeniería y de ejecución que China nunca antes había intentado.
No mucho después de llegar a la órbita lunar, la Chang'e-5 se dividió en dos partes, un orbitador y un módulo que tocó la superficie lunar el 1° de diciembre. Luego perforó en busca de muestras que el módulo llevó de regreso a la órbita lunar y finalmente a la Tierra. El módulo de alunizaje también izó una pequeña bandera china en la superficie de la Luna.
China visualiza sus misiones lunares como algo más que una demostración de su tecnología espacial y que una fuente de orgullo nacional. China ve la Luna como una base, robótica al principio, luego tal vez con un puesto de avanzada con humanos, que sirva de apoyo para la exploración del espacio profundo en las próximas décadas.
China planea construir una estación orbital alrededor de la Tierra y ha ofrecido que trabajen allí astronautas de otras naciones. De lograr ese objetivo, el puesto orbital chino competiría con la Estación Espacial Internacional manejada por Estados Unidos y Rusia. Y la restricción para el estudio en colaboración del nuevo tesoro de rocas lunares traído por China también será fuente de frustración para muchos científicos norteamericanos en los próximos años.
"Esas rocas son muestras de una era completamente diferente de la historia lunar y definitivamente nos ayudarán a entender la evolución de nuestra luna", doce Clive R. Neal, profesor de ingeniería civil y ciencias geológicas en la Universidad de Notre Dame, y agregó que le encantaría tener la oportunidad de examinar esas nuevas muestras.
"Lamentablemente, no creo que sea posible", agrega con un dejo de tristeza.
The New York Times
(Traducción de Jaime Arrambide)
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