Seis monjas argentinas de una famosa abadía de Victoria se mudarán al monasterio en el que vivió y murió Benedicto XVI
Se trata de seis hermanas de la Abadía de Santa Escolástica de Victoria, que se dedicarán a rezar por el Pontífice y la Iglesia, como había sido la idea original de san Juan Pablo II cuando erigió en 1994 ese lugar
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ROMA.- Seis monjas benedictinas de un monasterio argentino se mudarán en enero al Monasterio Mater Ecclesiae del Vaticano, el lugar que saltó a la fama en todo el mundo porque allí vivió durante casi 10 años y murió, el 31 de enero pasado, a los 95 años, Benedicto XVI, papa emérito.
Este monasterio, que se encuentra en una colina de los Jardines del Vaticano, fue erigido por san Juan Pablo II en 1994 porque deseaba que allí vivieran monjas contemplativas que rezaran por el Pontífice y por la Iglesia. Justamente para que el monasterio vuelva a esa idea original, por voluntad del papa Francisco seis monjas benedictinas de clausura de la Abadía de Santa Escolástica de Victoria, de la diócesis de San Isidro, provincia de Buenos Aires, en enero se mudarán allí, anunció este lunes el Vaticano. De esta forma harán revivir esa tradición querida por san Juan Pablo II.
“Luego del fallecimiento de Benedicto XVI, quien quiso residir en ese lugar para transcurrir los últimos años de su vida acompañando a la Iglesia con su oración, el Santo Padre Francisco, con Carta autógrafa del 1º de octubre de este año, ha dispuesto que el Monasterio Mater Ecclesiae retome su finalidad original: que órdenes contemplativas sostengan al Santo Padre en su cotidiana solicitud por toda la Iglesia, por medio del ministerio de la oración, de la adoración, de la alabanza y de la reparación, siendo así presencia orante en el silencio y en la soledad”, explicó la Santa Sede en un comunicado.
“Para ello, el papa Francisco ha convocado a las monjas de la Orden Benedictina de la Abadía de Santa Escolástica en Victoria, Provincia de Buenos Aires (Diócesis de San Isidro) en Argentina, quienes generosamente han aceptado la invitación del Santo Padre. Las seis monjas que, conforme a los Estatutos, formarán la Comunidad Monástica comenzarán a habitar en el Monasterio los primeros días de enero”, precisó el comunicado, que por otra parte informó que el Papa decidió que la Gobernación del Estado de la Ciudad del Vaticano pase a ser la responsable de todo lo referido al Monasterio Mater Ecclesiae.
De ladrillos colorados, el edificio del Monasterio Mater Ecclesiae fue construido entre 1992 y 1994 en el lugar de un edificio administrativo de la gendarmería del Vaticano que fue integrado con una vieja residencia de jardineros. Tiene una capilla, celdas monásticas y cuenta con una huerta en la que se cultivan fruta y verduras con métodos biológicos.
Según el estatuto del monasterio, cada cinco años debían alternarse en este lugar grupos monásticos femeninos. De 1994 a 1999 vivieron allí monjas clarisas; de 1999 a 2004, carmelitas descalzas; de 2004 a 2009, monjas benedictinas; y de 2009 a noviembre 2012 monjas de la orden de la Visitación de Santa María. Fue entonces que se cortó la tradición porque comenzaron trabajos de refacción que, nadie entonces sabía, se debían a que el Papa de entonces, el alemán Joseph Ratzinger, ya había decidido retirarse allí luego de su clamorosa renuncia al trono de Pedro del 11 de febrero de 2013.
Cuando el 28 de febrero Benedicto XVI, papa emérito, que había descolocado a todos al convertirse en el primero en 600 años en renunciar, dejó el Vaticano, se trasladó primero a la residencia pontificia de Castel Gandolfo ya que las obras no estaban terminadas. Desde allí, siguió por televisión la fumata blanca y la elección de Francisco, primer papa del fin del mundo y recién pudo instalarse en el Monasterio Mater Ecclesiae el 2 de mayo.
Junto a su secretario privado, el arzobispo alemán Georg Ganswein y cuatro consagradas de Memores Domini (de Comunión y Liberación), el papa emérito vivió en el Monasterio Mater Ecclesiae hasta el día de su muerte, el 31 de diciembre de 2022. Aunque vivó allí lejos de todos los reflectores, en forma monástica, como había querido, recibía de vez en cuando visitas –en primer lugar, de su hermano mayor sacerdote–, amistades y muchas de su sucesor, el papa Francisco, que desde el principio lo definió “un grande” y un “ejemplo”.
Después de algunas obras de refacción, el monasterio Mater Ecclesiae volverá ahora a su función original: rezar por el Papa y por la Iglesia. Y lo harán seis monjas de la comunidad de cerca 60 contemplativas benedictinas del Monasterio de Santa Escolástica de Victoria.
Se trata de un lugar muy conocido de la diócesis de San Isidro, fundado en 1941, donde las monjas ofrecen a todos los que se acercan retiros, charlas y cursos abiertos “a modo de estímulo para vivir y profundizar la vida cristiana, reflexionar sobre el sentido de la vida y el modo de entregarla, y de responder al amor de Dios que llama a todos a la felicidad”, según puede leerse en su sitio.
Como San Benito decía que “serán verdaderamente monjes si viven del trabajo de sus manos”, la Abadía también ofrece artículos religiosos y otros productos realizados en su taller de arte, encuadernación, repostería y chocolatería.
Por esas cosas del destino, las monjas benedictinas argentinas se mudarán al Vaticano poco después de la beatificación del cardenal Eduardo Pironio, el próximo 16 de diciembre en Luján, prelado que siempre tuvo una relación muy especial con la abadía, a la que visitaba siempre que viajaba a la Argentina.
Monseñor Pironio, en efecto, siendo profesor de la Universidad Católica Argentina (UCA), fue quien conoció y marcó a fuego a la joven que, años más tarde, fue electa como tercera abadesa de Santa Escolástica: la paraguaya Madre María Leticia Riquelme (1943-2008). Era el año 1977 y la religiosa, de 33 años, había sido electa abadesa pese a no tener la edad mínima requerida de 35 años. Fue el cardenal Pironio, que providencialmente se encontraba en Roma al frente de la Congregación para los Religiosos, quien le dio a la recordada abadesa la autorización correspondiente.
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