Seis claves para entender por qué se profundizó el conflicto entre Evo y la oposición
Las protestas en Bolivia ya acumulan más de dos semanas consecutivas, pero lo que comenzó por el rechazo al resultado de unas discutidas elecciones se transformó en un reclamo más radical: la oposición busca sostener hasta el final las manifestaciones hasta conseguir la renuncia del presidente, Evo Morales, mientras que el oficialismo acusa intensiones de golpe de Estado en su contra.
¿Cómo se originaron las protestas?
Las protestas en Bolivia comenzaron después de las elecciones del 20 de octubre, cuando los datos del escrutinio arrojaron en una primera instancia la victoria de Evo Morales, que no contaba con los votos suficientes para ganar en primera vuelta. Lo que entraba en juego para el oficialismo era obtener la diferencia de 10 puntos necesaria para evitar una segunda vuelta (en Bolivia un presidente gana la elección si consigue el 50% de los votos o el 40% con una diferencia de 10 puntos sobre su sucesor).
Pero el conteo se suspendió durante 24 horas. La presidenta del TSE, María Eugenia Choque, comunicó que se detuvo la transmisión de resultados preliminares para evitar confusiones, ya que se había iniciado el cómputo definitivo. Finalmente, el escrutinio le dio la victoria en primera vuelta a Evo, solo por décimas: obtuvo el 47,08% y Carlos Mesa, expresidente de centroizquierda (2003-2005) y líder de la alianza Comunidad Ciudadana, el 36,51%. La diferencia entre ambos fue de 650.000 votos.
La suspensión del conteo sumado a la escaza diferencia entre los candidatos, motivó las protestas de organismos internacionales, como la OEA, y del líder opositor, que denunció manipulación y fraude por parte del gobierno y llamó a una movilización.
¿Qué motivos hay detrás de las movilizaciones?
Las elecciones dejaron a la vista la polarización reinante en el escenario político de Bolivia: por un lado, un grupo más indígena, popular, rural y andino, que sostiene su apoyo a Morales, y la oposición, ligada a sectores de clase media urbana que, sobre todo desde Santa Cruz se enfiló detrás de Mesa con el objetivo de vencer al actual mandatario.
Los grupos que mostraron su oposición al gobierno de Morales y que participaron de las manifestaciones consideran que el presidente actúa en forma antidemocrática, principalmente por haber desconocido el referéndum de 2016 que rechazó la reforma constitucional para postularse nuevamente.
En este escenario, lo ocurrido en los comicios funcionó como la gota que rebalsó el vaso para salir a las calles cuando Mesa y las organizaciones civiles convocaron a realizar cabildos abiertos en las principales ciudades del país para desconocer el triunfo de Evo y llamaron a la "resistencia civil". Las protestas se fueron multiplicando por todo el país y la gente salió a protestar frente a los centros de cómputos en repudio de lo que calificaron un fraude.
¿Quiénes son los manifestantes?
Las protestas fueron convocadas principalmente por los grupos opositores que encabeza el candidato Carlos Mesa. Pero no son los únicos. Luis Fernando Camacho, presidente del Comité Cívico de Santa Cruz, un colectivo de derechas que agrupa desde empresarios hasta asociaciones de vecinos, llamó a "bloquear el país" y tomó cada vez más relevancia en la presión que impulsa contra el gobierno. Camacho controla la ciudad a través de grupos de jóvenes que actúan en su nombre y organizan la circulación y los puntos de bloqueo en las calles.
Entre los grupos de oposición se encontraron jóvenes universitarios, a quienes Evo había enfrentado al decir que salían a marchar "por platita y por notita", en referencia a que, según su visión, a los participantes de las marchas les ponían mejores notas en los exámenes.
A las marchas también se sumó la Federación de Juntas Vecinales de El Alto (Fejuve) y el sindicato de médicos, que había mantenido una huelga de más de un mes por reivindicaciones laborales. "Hoy se juega la democracia", dijo su líder, Luis Larrea, después del primer llamado a protestar contra las elecciones del 20 de octubre.
¿Quiénes lideran la oposición?
Los roles se han invertido, pero el panorama resulta demasiado familiar. Hace 16 años, cuando Carlos Mesa era presidente de Bolivia, gobernó bajo la amenaza permanente de protestas sociales y fue constantemente asediado por Evo Morales como su principal opositor.
Ahora, con un enfrentamiento en las urnas de por medio, el candidato de Comunidad Ciudadana (CC) fue el primero en poner al presidente boliviano contra las cuerdas. Furioso con el desarrollo de las elecciones luego de la pausa en el recuento de los votos, Mesa no dudó en cantar fraude electoral y llamar a la movilización social, desatando una crisis en el país andino que ya lleva 16 días de protestas.
Así, Morales, quien podría comenzar su cuarto mandato, aún no ha podido consolidar su debatida victoria. Como solución, Mesa exige la celebración de nuevas elecciones populares, observadas rigurosamente por la comunidad internacional.
El mayor riesgo para la democracia es la permanencia de Evo Morales en el poder. En consecuencia, planteamos que la forma democrática y pacífica de lograr la salida de Morales del gobierno, es el voto popular. pic.twitter.com/R7SNXgq1jL&— Carlos D. Mesa Gisbert (@carlosdmesag) November 4, 2019
Sin embargo, a pesar de la rivalidad histórica con Morales, Mesa no es su más ferviente opositor. Con el asesinato de dos manifestantes opositores, una figura más radical ha ganado una mayor preponderancia: Luis Fernando Camacho.
Presidente del Comité Cívico pro Santa Cruz, ha dirigido en los últimos días el paro más largo de las actividades en la región más próspera del país y ha establecido un plazo de 48 horas para la renuncia de Morales, que venció ayer. Ante la falta de respuesta del presidente boliviano, el joven político conservador prometió una intensificación de las protestas y la prolongación de la huelga general.
¿Cómo respondió la comunidad internacional?
El desenvolvimiento del proceso electoral en Bolivia también suscitó sospechas en la comunidad internacional. Así, la Organización de los Estados Americanos (OEA) envió la semana pasada una Misión de Observación Electoral para realizar una auditoría de las elecciones generales y con la intención de ayudar a aplacar los disturbios.
Nuestro equipo de 30 especialistas y auditores internacionales inician hoy el análisis de integridad electoral y auditoría del cómputo oficial de los comicios presidenciales del 20 de octubre en #Bolivia: https://t.co/plsAILxU1T#OEAenBolivia#EleccionesBolivia2019pic.twitter.com/E1LrIxVCsw&— Luis Almagro (@Almagro_OEA2015) October 31, 2019
Los gobiernos de la Argentina, Brasil, Colombia y Estados Unidos plantearon una segunda vuelta electoral si la OEA no consigue verificar los resultados de los comicios en Bolivia, y advirtieron que podrían desconocer un nuevo mandato de Morales.
La Unión Europea también se sumó a los reclamos y advirtió al gobierno del Movimiento al Socialismo (MAS) que se arriesga al aislamiento internacional si no accede a realizar una segunda vuelta.
La oposición ha pedido a la OEA el repliegue de la misión de técnicos y auditores porque su trabajo no genera confianza ni credibilidad en la ciudadanía boliviana.
Por su parte, Evo recibió el apoyo de solo tres gobiernos de la región: el del venezolano Nicolás Maduro, el del cubano Miguel Díaz-Canel y el del mexicano Andrés Manuel López Obrador.
A Nicolás maduro, quien tuvo la osadía de dirigirse al pueblo boliviano tratando de amedrentarnos: Nosotros tenemos todo el poder para defender nuestra democracia y soberanía, no recibimos órdenes ni de Cuba ni de Venezuela, ni de Estados Unidos.¡No nos da la gana!&— Luis Fernando Camacho (@LuisFerCamachoV) November 5, 2019
¿Cuál fue la reacción de Evo Morales?
Ante la dura conminatoria, Morales acusó a los opositores de gestar un golpe de Estado para derrocarlo. Su canciller, Diego Pary, denunció ayer la supuesta conspiración ante el Consejo Permanente de la Organización de Estados Americanos. "Vamos a resistir y estoy seguro que el pueblo está organizado", dijo Morales el domingo.
Éstas son las mayores protestas que enfrenta Morales en sus casi 14 años en el poder. El mandatario llegó debilitado a los comicios por escándalos de corrupción y su empeño de reelegirse pasando por alto un referendo que le negó esa posibilidad, lo que encendió el rechazo ciudadano a pesar de su buena gestión económica, que garantizó estabilidad, baja inflación y crecimiento.
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