Con más críticas y rechazos, se quiebra la alianza de Trump con los militares
WASHINGTON.- Hace casi cuatro años, al llegar a la Casa Blanca, Donald Trump forjó una estrecha alianza con los militares de Estados Unidos al colocar a jerarcas de renombre en puestos claves de su gabinete. "Mis generales", los llamaba. Esa alianza y un respaldo sin fisuras de Trump a las Fuerzas Armadas fueron dos motores de su ascenso político. Pero ahora, en medio de la ola de protestas contra el racismo en las calles del país, ese vínculo comenzó a resquebrajarse, a medida que más figuras, dentro y fuera de su gobierno, le dan la espalda al presidente.
El último en hacerlo fue el jefe del Estado Mayor Conjunto, el general Mark Milley, el militar más poderoso del país. Al brindar un discurso a cadetes militares en un acto de graduación, una ocasión solemne, Milley se alineó con las manifestaciones al condenar el racismo, y dijo que había sido "un error" aparecer junto a Trump en la foto frente a la iglesia Saint John’s, al lado del Parque Lafayette, luego de que fuerzas federales despejaran una manifestación pacífica con gases lacrimógenos y balas de goma por orden de la Casa Blanca.
"No debería haber estado allí", dijo Milley en un mensaje grabado para los graduados de la Universidad de Defensa Nacional. "Mi presencia en ese momento y en ese ambiente creó una percepción de los militares involucrados en la política doméstica. Como funcionario uniformado comisionado, fue un error del que aprendo. Y sinceramente espero que todos podamos aprender", afirmó.
Watch Gen. Mark Milley, the country’s top military official, apologize for his role in President Trump’s walk across Lafayette Square for a photo op after authorities used tear gas and rubber bullets to clear the area of peaceful protesters.Read more. https://t.co/5ytpwCd3HFpic.twitter.com/mfDmWh4OMI&— The New York Times (@nytimes) June 11, 2020
El intento de Milley por poner distancia respecto de la foto de Trump sosteniendo una biblia delante de la iglesia –una de las decisiones más criticadas de su ya muy juzgada presidencia– se sumó al fuerte rechazo de otras figuras vinculadas a las Fuerzas Armadas a la postura que adoptó el presidente frente a las manifestaciones en el país contra el racismo y, sobre todo, su amenaza de sacar al ejército a las calles para controlar las protestas.
Pesos pesados del ejército ya retirados, como Jim Mattis y John Kelly –ambos antaño figuras salientes del club de "mis generales"–, John Allen y Colin Powell salieron públicamente a repudiar a Trump. Powell y Mattis se refirieron incluso al mandatario como una amenaza a la constitución nacional, y Powell anticipó que votará por el candidato demócrata, Joe Biden, en la elección presidencial de noviembre.
Ya antes de aluvión de críticas militares, el secretario de Defensa, Mark Esper, otro funcionario que apareció en la ahora infame foto y también intentó luego despegarse, se había opuesto a Trump y afirmar que no hacía falta sacar al ejército a la calle para controlar a la gente.
Milley se sumó a esa línea. Su discurso fue notable por la cantidad de frases que chocan con el mensaje oficialista y se asemejan a las críticas castrenses. Milley ensayó una larga condena al racismo justo cuando la Casa Blanca niega que haya racismo sistémico en el país. "Todavía estamos lidiando con el racismo, y tenemos mucho trabajo por hacer", afirmó. Y al brindar un consejo a los cadetes, Milley les dijo que debían "abrazar" la constitución. "Es nuestra estrella del norte", les dijo.
Otra figura de las Fuerzas Armadas que chocó con Trump: el general David Petraeus, quien fue comandante de Estados Unidos en Afganistán, y luego trabajó como jefe de inteligencia de Barack Obama. Petraeus escribió un ensayo en la revista The Atlantic en el que abogó por cambiarle el nombre a varias bases militares nombradas en honor a generales que sirvieron en el ejército confederado que peleó por el sur en la Guerra Civil. Esos generales, al igual que la bandera confederada, aparecen ahora como símbolos de la defensa de la esclavitud. El secretario del Ejército, Ryan McCarthy, y el propio Esper se mostraron abiertos a la idea.
Pero Trump la descartó de plano en dos mensajes en Twitter.
It has been suggested that we should rename as many as 10 of our Legendary Military Bases, such as Fort Bragg in North Carolina, Fort Hood in Texas, Fort Benning in Georgia, etc. These Monumental and very Powerful Bases have become part of a Great American Heritage, and a...&— Donald J. Trump (@realDonaldTrump) June 10, 2020
...history of Winning, Victory, and Freedom. The United States of America trained and deployed our HEROES on these Hallowed Grounds, and won two World Wars. Therefore, my Administration will not even consider the renaming of these Magnificent and Fabled Military Installations...&— Donald J. Trump (@realDonaldTrump) June 10, 2020
...Our history as the Greatest Nation in the World will not be tampered with. Respect our Military!&— Donald J. Trump (@realDonaldTrump) June 10, 2020
"Estas bases monumentales y muy poderosas se han convertido en parte de una gran herencia estadounidense y una historia de triunfos, victorias y libertad. Los Estados Unidos de América entrenaron y desplegaron a nuestros HÉROES en estos terrenos sagrados, y ganaron dos guerras mundiales", dijo Trump.
"Por lo tanto, mi Administración ni siquiera considerará el cambio de nombre de estas Magníficas y legendarias instalaciones militares. Nuestra historia como la nación más grande del mundo no será alterada. ¡Respeten a nuestros militares!", insistió.
Al deterioro del vínculo de Trump con los militares se suman las críticas de lo republicanos más moderados, que han tenido siempre una relación tirante con el mandatario. Lejos de intentar apaciguar a sus críticos, Trump apuesta a la lealtad de su base de votantes. Pese al deterioro de su imagen, el presidente aún cuenta con un respaldo que oscila en el 40%, y parece a prueba de todo. Trump se prepara para volver al ruedo y al contacto directo con los suyos con un acto en Tulsa, Oklahoma, la semana próxima. A ese acto le seguirán después otros en Florida, Arizona y Carolina del Norte.
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