Se instaló en EE.UU. hace 30 años y puso un negocio “Made in Argentina”: “Es fascinante”
Vive hace 30 años en Batavia, y a través de la gastronomía también impulsa un objetivo social y cultural de ayudar a minorías, nuevos emprendedores y en especial a mujeres
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“Hasta que no vea a casi todos por el pueblo con los mates en la mano no voy a parar”, se propuso cierto día como desafío Silvia Sánchez en Batavia, una ciudad a la que llegó hace treinta años desde su querida Gonnet en la Argentina, y que es un paraíso verde, distante unos 45 kilómetros de la poderosa Chicago en los Estados Unidos. Y terminó lográndolo.
“Fue una sorpresa la aceptación que tuvo. Quienes nos visitan para degustar lo que hacemos siempre nos preguntan cómo llegamos desde tan lejos hasta acá”, comenta Silvia, y la consulta que le hace la gente tiene una respuesta.
“Me casé y a los diez días me fui a los Estados Unidos porque mi marido, Gustavo Cancelo, es científico, trabajaba en el Conicet -Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas-, tuvo que viajar por trabajo y lo acompañé. Esa fue la primera vez, después hubo una segunda, ya tuvimos una hija allá, el tiempo fue pasando. La verdad es que nunca dijimos nos quedamos acá a vivir para siempre, pero ocurrió”, relata ahora de visita desde la casa de su sobrino en Gonnet, el odontólogo Lucas García Sánchez, quien aparte de su actividad profesional también aporta ideas para este proyecto culinario internacional con raíces criollas.
“Yo me crié acá en esta ciudad en la misma casa con mi abuela, mi mamá y ella, mi tía, hasta que se fue a vivir allá. Tenemos una excelente y particular relación, somos una familia chica, nos queremos y ayudamos mucho. Yo trato de aportar desde acá nuevos objetivos, como por ejemplo hacer llegar desde Argentina nuevos productos autóctonos que a la gente de allá les encantan”, detalla Lucas.
30 años no es nada
Silvia cuenta cómo fue irse hace treinta años y establecer una nueva vida allá: “Al principio lo tomamos como algo pasajero, éramos jóvenes con mi esposo y nunca hablamos de que sería definitivo, por eso te digo que me divertí mucho, todo fue una aventura de Gonnet a Chicago sin escalas. Nuestra primera hija nació allá y la segunda en la Argentina, pero en el siguiente viaje que hicimos a Batavia se fueron dando las cosas para que pasara el tiempo y nos quedáramos casi sin saberlo. Creo que ese no pensar ni analizar demasiado fue positivo para que disfrutáramos lo que nos estaba pasando y así nos fuimos desarrollando en tierras tan lejanas a las nuestras”.
Mientras su marido trabajaba como científico, Silvia continuó desarrollando su profesión de docente: “Siempre lo fui y empecé a trabajar allá con la intención de aprender cosas diferentes para luego aplicarlas acá en Argentina en las escuelas donde trabajaba. Primero como maestra de español, luego de Kindergarden, progresé, mis hijas en la escuela fueron generando vínculos y así se afianzaron y crecieron. El tiempo pasó y con Juliana, una de mis hijas –la otra se llama Martina-, soñamos con este emprendimiento. Ella estudió Licenciatura del Arte, luego hizo un master en negocios, trabajaba para una empresa hasta hace un par de años y yo para una escuela hasta que me jubilé y nos lanzamos a una nueva aventura con nuestra casa de comidas argentinas a la que llamamos ‘Bocaditos’ porque pensamos en una palabra fácil de pronunciar y traducir (página web: www.bocaditos.cafe – Instagram: bocaditoscafe_ba). Ya hace cuatro años que comenzamos y no paramos de sorprendernos”.
A puro mate y chori
“Empezamos con empanadas, choripán, con un estilo muy gourmet, budines, postres caseros, sándwiches de milanesa, mate, mate cocido frío y caliente. Yo bromeaba, como te conté al principio, que soñaba con ver a los vecinos de Batavia sentados en los parques tomando mate, jajaja”, revela Silvia, y agrega: Cuando arrancamos al choripán nadie lo conocía, era una rareza, la gente no tenía ni idea. Le ofrecíamos el chimichurri casero que hacíamos y nos miraban. Pero cuando lo probaban no fallaba, es que es irresistible, jajaja. Mi marido también lo prepara, a él aparte del tema de las ciencias también le apasiona cocinar”.
El mate fue otra llave maestra para despertar el interés de la gente que concurría al local: “Gran cantidad ya tiene el hábito de tomar mate. La idea que queremos poner en práctica es invitar a la gente a tomar mate con sus equipos propios y enseñar también el idioma español y practicarlo. Es un proyecto que quedó postergado por la pandemia. Pero no para ganar dinero con clases pagas, con un objetivo de reunión social y cultural. La gente nos agradece el lugar, la manera en que se los atiende, preguntan qué quiere decir choripán. Les llama mucho la atención el mate y yo les explico, es una fascinante experiencia”.
“Lo social nos importa, siempre tratamos de ayudar y apoyar a emprendedoras de negocios pequeños, en especial si son mujeres, o de alguna minoría, nos preocupa darle una mano a gente que la necesita”, explica Silvia y suma más ideas: “Mi hija y toda nuestra familia trabaja para que Batavia sea más conocido. Por eso pensamos este emprendimiento diferente con un toque y estilo bien argentino. Que representara un desafío y vaya si lo es. Ella se casó con Danny, oriundo de la ciudad que es quinta generación, y mi nieta Luciana que ya tiene quince meses dio origen a la sexta. Batavia es una ciudad pequeña, cerca del laboratorio donde trabaja mi esposo, un lugar que tiene su propio centro, a 45 kilómetros de Chicago, hay mucho verde, mucho encanto. Es un lugar donde se instala la gente joven cuando decide casarse, en lugar de quedarse en Chicago que es cara. Las casas son más económicas, hay buenas escuelas”.
Lucas desde Gonnet donde reside no para de buscar nuevas ideas para desarrollar en Batavia. “Estoy conectado en forma permanente con mi tía y mi prima, atento a sumar, hay mucho para hacer porque allá no está el problema de la inflación. Trato de colaborar para lograr la expansión y difusión de esa cultura y tradición que generó mi familia, intentando reforzar el proyecto a nivel comercial con la distribución de nuevos productos”, resume García Sánchez.
De Gonnet a Batavia
“¿Cómo es un día acá en Batavia? En invierno duro porque puede llegar a hacer 20 grados bajo cero. El frío y las nevadas duran entre tres y cuatro meses. Te levantás y tenés que limpiar tu vereda, si no no podés salir de tu casa”, responde Silvia. El resto del año, muy diferente. Pero cuidado, la gente en general tiene la idea de Estados Unidos como que es Hollywod o Miami y nada es tan fantástico. En todos lados hay cosas buenas y malas, no todo es genial en el resto del mundo y malo en la Argentina, al contrario. Nuestra gente tiene valores humanos y condiciones profesionales excelentes. En nuestra casa de comidas somos cuatro los que trabajamos. Pueden sentarse en total 25 personas y en el patio otro tanto. En el verano se llena. También vendemos vinos de viñedos chicos, la clave es que se puedan importar pequeñas cantidades”.
La familia también se inspiró en algunos viajes que realizó recorriendo la Argentina. Y cuenta que trata de fomentar la ayuda y el intercambio social. “Filmamos y nos inspiramos mucho en el viaje que hicimos con Lucas en Chaltén y San Martín de los Andes, visitando locales y charlando con propietarios tratando de vincularlos y ayudarlos con sus productos autóctonos. La idea es generar conexión, cooperar con otro suma, no es competencia, al contrario. No todos tienen esa filosofía cooperativa, pero para nosotros es la clave del éxito, un cambio de paradigma”, describe Silvia.
Además del choripán y el mate, las empanadas también son furor allá, según cuenta Silvia: “Representan un manjar para ellos, te lo aseguro. Hasta las eligen para la cena de navidad, les representa una comida especial, fuera de lo común y exquisita. Las hacemos bien tradicionales, de carne con pasas de uva, huevo y aceitunas, de pollo, jamón y queso, humitas, espinaca y queso y cebolla y morrón para los vegetarianos. Tenemos como clientes muchos matrimonios argentinos casados con americanas o americanos que se desesperan porque nuestro marketing es hacer todo lo más casero y saludable posible, bien autóctono, que es lo que a la gente le encanta. También estamos experimentando con el dulce de leche, otro hit”.
Lo primero es la familia
“¿Qué les falta allá a la distancia, que extrañan?”, le consultamos a Silvia. “El calor de mi familia, la extraño demasiado. Tenemos amigos en Batavia, pero los que hacés de joven son irremplazables. Somos muy de recibir gente en casa, en especial a los nuevos compañeros del laboratorio de mi marido, donde trabaja gente de todas partes del mundo”, resume.
Lucas, su sobrino, aporta para el desenlace: “Son mis tíos, mis primas, mi sobrina, yo también los extraño, pero son felices allá, desarrollan un proyecto comercial pero también muy inclusivo y humanitario, preocupándose por las minorías. Además sumaron otras costumbres, nunca dejaron las suyas, siguen hablando castellano, tomando mate y haciendo asados con chimichurri, jajaja.”.
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