Se extienden en el mundo los ataques a estatuas de figuras históricas
WASHINGTON.- Ni la piedra ni el bronce resisten la enfurecida reacción contra la discriminación y el racismo que se vive en el mundo entero. Los ataques a las estatuas de figuras icónicas del racismo, comenzadas en Estados Unidos y retomadas en Europa, se extienden en todas partes y ya nadie sabe quién será el siguiente blanco.
Como una reacción en cadena, los ataques a las estatuas se dispararon en medio de las manifestaciones de repudio a la violencia policial que causó la muerte del afroamericano George Floyd , a fines de mayo en Minneapolis, un asesinato que desnudó la persistencia de un racismo histórico.
La moda iconoclasta cruzó el Atlántico y la semana pasada se dieron los primeros incidentes en Europa. Pero, pasados los días, la furia creció y ninguna estatua está a salvo. Peligran desde íconos del esclavismo y la explotación hasta héroes indiscutidos, como el primer ministro británico Winston Churchill o, para el caso, el también británico Baden Powell, fundador del movimiento scout.
Las protestas y los actos de vandalismo se repitieron esta semana en ciudades como Boston, Nueva York, París, Bruselas y Oxford, en Inglaterra, en una intensa reevaluación de las injusticias raciales durante siglos.
En Bristol, Inglaterra, los manifestantes derribaron entre sus primeros objetivos una estatua del comerciante de esclavos del siglo XVII Edward Colston y la tiraron al puerto. Las autoridades salvaron la situación con una solución salomónica: la colocarán en un museo. En Bélgica, estatuas de Leopoldo II quedaron desfiguradas en media docena de ciudades debido al brutal gobierno del monarca en el Congo, donde hace más de un siglo forzó a multitudes a la esclavitud para extraer caucho, marfil y otros recursos para su propio beneficio. Más de 10 millones de personas habrían muerto, según los expertos.
"Existen demasiados símbolos del colonialismo en Bruselas. Hace años que militamos y que intentamos hacernos oír. Tenemos la impresión de predicar en el desierto", dijo a la televisión uno de los activistas que derribó la escultura de Leopoldo II en la comuna de Auderhem, en Bruselas. Las placas con el nombre de la avenida Leopoldo II fueron pintadas de rojo, así como el busto del rey Balduino, bajo cuyo reinado se independizaron las colonias belgas, cerca de la catedral de Bruselas, en pleno corazón de la capital.
En la Universidad de Oxford, los manifestantes intensificaron sus prolongados intentos de retirar la estatua de Cecil Rhodes, un imperialista victoriano que fue primer ministro de la Colonia del Cabo, en el sur de África. Hizo una fortuna con oro y diamantes a costa de mineros que trabajaban en condiciones brutales.
La cuarta ciudad de Nueva Zelanda retiró una estatua de bronce del capitán de la marina británica John Hamilton, que le da nombre a la localidad, luego de que una tribu maorí pidió su retirada y un anciano de la comunidad amenazó con tirarla abajo él mismo.
Cerca de Santa Fe, Nuevo México, los activistas piden la remoción de una estatua de Don Juan de Oñate, un conquistador español del siglo XVI venerado como padre fundador hispano y vilipendiado por su brutalidad contra los nativos americanos, incluyendo una orden para cortarle los pies a docenas de ellos.
La dirigencia política retomó el revisionismo antiesclavista y en ciertos casos se hizo eco de los reclamos. En Washington, la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, dijo que es hora de quitar las estatuas de figuras de la Confederación del Capitolio federal y de rebautizar las bases militares que llevan sus nombres, como Fort Bragg, Fort Benning y Fort Hood. Pero el presidente Donald Trump , cuya defensa irrestricta de la policía, desde que se dispararon las protestas, denotó una falta de sensibilidad que irritó todavía más a los manifestantes, rechazó esta semana la idea.
Pero el relativo consenso sobre notorios líderes de instituciones esclavistas, imperialistas y coloniales se mezcló con otros íconos inmaculados, que parecen ser presa de la inercia de un movimiento que tomó su propia dinámica y, casi literalmente, no deja estatua en pie.
Agencias AFP, AP y Reuters
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