Se enciende otra señal de alarma
El grupo militar que ayer pidió la renuncia del presidente Carlos Mesa y la formación de un gobierno cívico-militar lanzó ayer una señal de alarma sobre el futuro de Bolivia: todo hace temer que la posibilidad de un golpe de Estado no esté demasiado lejos.
"Es muy difícil saber la representatividad que puede tener este grupo, pero más allá de eso lo que ocurrió es sintomático de algo que es mucho más preocupante y va en la misma dirección: en los últimos días se habla cada vez más de las fuerzas armadas porque Bolivia está cada vez más en una situación de descontrol", explicó a LA NACION Jorge Lazarte, ex magistrado de la Corte Nacional Electoral.
Según el analista, ante la crisis de legitimidad del Congreso y los partidos políticos y ante la debilidad del presidente, es posible que la población esté pensando en otras opciones.
El grupo que ayer pidió la renuncia de Mesa no sería capaz de encolumnar detrás de sí a otros sectores significativos, ya que si bien sus demandas se identifican con las de los sectores más radicales de los movimientos sociales, éstos son minoritarios y están fragmentados en su interior.
Sin embargo, la debilidad del movimiento que se pronunció ayer no indica que el quiebre institucional no pueda producirse por otros caminos, en particular debido a la incertidumbre que producen los frentes de conflicto que atraviesa el país. A la protesta de los movimientos sociales por la nacionalización de los hidrocarburos se suma el peligro de división regional por la puja de los departamentos de Oriente por obtener la autonomía.
Esta situación "puede producir un enfrentamiento generalizado y una espiral de violencia por la imposibilidad de encauzar las demandas por medio del diálogo y por la debilidad de los actores que están participando en el conflicto", dijo a LA NACION el politicólogo Fernando Mayorga, director académico del Centro de Estudios Superiores Universitarios (CESU).
"Si se generaliza la protesta y hay una situación de descontrol, no se puede descartar una reacción del Estado, en este caso de sus aparatos represivos (las fuerzas armadas), para controlar la situación", concluyó Mayorga.
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