Se cierra el misterio de la tragedia de Air France
Errores humanos y fallas técnicas precipitaron el avión al mar
PARIS.- Una tripulación totalmente desorientada y el congelamiento de las sondas de velocidad del avión fueron las causas de una de las mayores y más misteriosas catástrofes de la historia de Air France, que dejó un saldo de 228 muertos el 1°de junio de 2009, cuando el vuelo Río-París se precipitó a las aguas del Atlántico en plena oscuridad.
Esas son las conclusiones de la Oficina de Investigaciones y Análisis (BEA, por sus siglas en francés) de Francia, que publicó ayer su informe final, que busca cerrar el misterio de la tragedia sobre el Atlántico.
Responsable de la investigación técnica, la BEA formuló 41 recomendaciones para aumentar la seguridad, en particular la formación de los pilotos de Air France y la ergonomía de los aviones Airbus.
El accidente del vuelo AF447 fue uno de los episodios más negros de la historia de Air France en particular y la aviación comercial en general y un verdadero shock para el constructor europeo Airbus.
"La tripulación, que no se dio cuenta de que el avión se caía, se hallaba en un estado de pérdida casi total del control de la situación", declaró Alain Bouillard, director de la investigación en conferencia de prensa.
El informe técnico coincide con las conclusiones de un segundo estudio, judicial, que debe ser presentado dentro de cinco días a las familias de las víctimas y que habla de un comandante "que no asumió sus responsabilidades como jefe del equipo".
Ese segundo informe destaca, asimismo, "las condiciones de vuelo desfavorables: de noche, con turbulencias y sin referencias visuales".
La BEA retiene como punto de partida de la catástrofe el congelamiento de los sensores de velocidad Pitot (fabricados por la empresa francesa Thales), que condujo a una incoherencia temporaria entre las velocidades que figuraban en el cockpit.
Ese problema era conocido desde hacía tiempo por Air France, que, sin embargo, recién procedió después del accidente al reemplazo de esos sensores por otros de marca Goodrich.
El informe agrega que la tripulación pudo haber sido inducida a error por los directores de vuelo, que habrían indicado la necesidad de levantar la nariz del avión.
Cuando todo comenzó, el comandante descansaba y los copilotos decidieron ganar altitud. Demasiado inclinado hacia atrás, el Airbus terminó cayendo al mar como una piedra. Durante esos interminables tres minutos y treinta segundos, la tripulación nunca logró corregir la situación, hasta que el aparato golpeó la superficie del agua a 200 kilómetros por hora.
Si bien los expertos señalan que hubo una mala reacción de la tripulación frente a una situación inhabitual, también destacan una deficiencia en su formación. Según el informe, la tripulación no estaba correctamente formada para responder a los problemas de congelamiento de las sondas de velocidad ni entrenada para un pilotaje manual a gran altitud.
De todas formas, Jean-Paul Troadec, director de la BEA, advirtió que "ningún piloto civil ha salido vivo de semejante situación" y agregó que sólo un aviador de combate podría haber salvado la situación.
Un informe que reavivó el dolor
Fueron tres años, un mes y cinco días en los que abundaron las hipótesis, las acusaciones y los descubrimientos. Por eso, el informe final sobre los motivos detrás del accidente del vuelo Air France 447 en aquella fatídica madrugada del 1° de junio de 2009 no llevó grandes revelaciones a familiares de las 228 víctimas. Sólo reavivó el dolor y el enojo.
"El informe sólo repite algo que desde hace seis meses se sabía", dijo a La Nacion el publicista Gabriel Dreyfus, padre del único pasajero argentino en ese vuelo, Pablo, que viajaba esa noche junto a su esposa desde Brasil rumbo a Francia.
Según el informe de la Oficina de Investigación y Análisis (BEA), la tragedia se desencadenó por una combinación de problemas técnicos y una falta de reacción de la tripulación ante los mismos. "Pero para eso están los pilotos, justamente para cuando se produce una falla", subrayó el reconocido publicista.
Con el dolor aún intacto, Dreyfus quiso cortar cualquier vínculo con las dos empresas francesas involucradas ("Si llego a viajar, no será con Air France"). Por eso, prefirió aceptar la indemnización de la aerolínea, menor que la prometida, antes que comenzar un juicio de "diez o 15 años" vinculado a la muerte de su hijo.
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