Se agota el plazo para la evacuación en Afganistán y los rescatistas privados no dan abasto
Biden insiste en que el martes próximo se retirará el último soldado norteamericano, pero aún quedan decenas de miles de afganos que colaboraron con EE.UU.
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BEIRUT.- En este momento, en Afganistán hay variados grupos de norteamericanos -veteranos militares, contratistas del ejército, trabajadores humanitarios y exespías- trabajando a destajo para sacar del país a la mayor cantidad de gente posible antes de que el presidente Joe Biden dé por cerrada la ventana de plazo para los rescates, algo previsto para los próximos días.
Y aunque todavía quedan decenas de miles de afganos que colaboraron con Estados Unidos y hay varados otros miles de ciudadanos norteamericanos y de otros países, Biden decidió ceñirse al plazo del 31 de agosto para retirar el resto de las fuerzas militares que todavía retienen el control del aeropuerto de Kabul.
Erik Prince, contratista de defensa de Estados Unidos, ofrece asientos en un vuelo chárter para salir de Kabul a 6500 dólares por persona. Estados Unidos y las fuerzas de la OTAN despachan equipos especiales para rescatar a sus ciudadanos que quedaron aislados en los barrios de Kabul controlados por los talibanes y trasladarlos velozmente al aeropuerto. Y hay infinidad de afganos que después de años de haber ayudado a las fuerzas de la coalición pensaban que Estados Unidos los protegería, y hoy advierten que muy probablemente los dejarán atrás, para enfrentar solos la furia de los talibanes.
Las organizaciones de ayuda humanitaria ya recibieron aviso de los gobiernos de Occidente: no habrá más vuelos a partir de este viernes, y los militares de Estados Unidos ocuparán los días restantes hasta el 31 de agosto para retirar el resto de su equipamiento y tropas de Kabul. Ese día, despegará el último avión norteamericano.
Los oficiales de Estados Unidos dicen que la situación frente a las vallas del aeropuerto es complicada y que las fuerzas norteamericanas hacen lo mejor que pueden para verificar la identidad de las personas y hacerlas ingresar lo más pronto posible. Pero los organizadores de los vuelos chárter dicen que ese proceso está interrumpido y que en los hechos es imposible que la gente ingrese al aeropuerto a tiempo para subirse al avión.
“Es un caos total”, dice Warren Binford, profesor de leyes de la Universidad de Colorado, que participa de los trabajos de evacuación. “Se pretende hacer un masivo operativo clandestino en cuestión de horas o pocos días. Es una locura.”
La negativa de Biden a extender el plazo del 31 agosto a pedido de sus aliados occidentales implica que todos los involucrados en los esfuerzos de evacuación -desde el contratista Prince hasta la exsecretaria de Estado, Hillary Rodham Clinton- tienen las horas contadas para sacar a sus misiones de último minuto. El martes, Biden dijo haber instruido al Pentágono y al Departamento de Estado para elaborar planes de contingencia en caso de que la línea de tiempo para la salida de Afganistán deba ser ajustada.
Desde que los talibanes avanzaron sobre Kabul, el 14 de agosto, Estados Unidos y sus aliados evacuaron a más de 82.000 personas. En los últimos días, la atención empezó a centrarse en sacar a los occidentales que quedan en el lugar, y ya no a los afganos vulnerables.
“Con la cantidad de personas en el terreno, es impensable sacarlos a todos para el 31 de agosto”, dice Alex Plitsas, veterano del ejército norteamericano que trabaja en operaciones de rescate en Afganistán.
Los operativos de rescate privados fueron voluntarios, descoordinados, o también polémicos. Prince -cuyos guardias de Blackwater fueron condenados por matar a civiles en 2014, mientras brindaban seguridad a los estadounidenses durante la guerra de Irak-, dice que cobra 6500 dólares para hacer ingresar a salvo al aeropuerto a cada pasajero y subirlo a un avión, y que cuesta un poco más si hay que retirar a esas personas de sus casas y llevarlas hasta el aeropuerto. Prince no explica qué medios tiene para cumplir esa promesa.
De todos modos, a la mayoría de esos esfuerzos de evacuación los mueve una genuina empatía por los amigos y colegas afganos, que están convencidos de que enfrentarán la represalia talibana. La mayor complicación que suelen enfrentar los equipos de evacuación es lograr que las personas con asientos confirmados en los aviones chárter atraviesen los puestos de control de los talibanes, las multitudes en las entradas del aeropuerto y las fuerzas estadounidenses que se niegan a dejar entrar a los pasajeros manifestados.
The Wall Street Journal
(Traducción de Jaime Arrambide)
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