Se acumulan los problemas y Occidente pone a prueba su unidad en una ola de cumbres internacionales
Las guerras en Ucrania y Gaza, sumada a la candidatura de Donald J. Trump, desafían a la alianza occidental; una seguidilla de cumbres comienza esta semana con el 80º aniversario del Día D
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LONDRES.- Esta semana arranca una extraordinaria seguidilla de cumbres internacionales donde los máximos líderes occidentales tendrán la oportunidad de proyectar la fortaleza de su alianza frente a adversarios que cada vez más ven a Occidente como algo a desafiar, despreciar y hasta repudiar.
Pero el jueves, cuando se encuentren sobre los borrascosos acantilados de Normandía por el 80 aniversario del Día D, y cinco días después en Washington, para la cumbre de la OTAN, esos líderes serán puestos a prueba en una variedad de temas controvertidos: las guerras en Ucrania y en la Franja de Gaza, el empoderamiento de China, y tal vez lo más inquietante, el futuro de Estados Unidos.
En cierto sentido, el Día D y la OTAN son el alfa y el omega de una historia alentadora: la nostálgica conmemoración de la victoria de los Aliados sobre la tiranía nazi, y el 75 aniversario de una alianza atlántica que emergió de entre las cenizas de la Segunda Guerra Mundial. Además, entre esos dos encuentros, los líderes tendrán que mechar la conferencia de paz convocada por Ucrania en Suiza y la cumbre del G7 en Italia.
Pero debajo de tanta pompa y circunstancia lo que corroe es la duda, y ni que hablar sobre la dirección que ha tomado política norteamericana. El presidente Biden viajará a Francia y a Italia —al parecer, se salteará el encuentro en Suiza—, pero metiendo a presión la cuestión diplomática en su agenda en un año de batalla electoral contra Donald Trump, cuya eventual victoria en noviembre pondría en duda la supervivencia misma de la alianza que los líderes de Occidente se ocupan tanto de festejar.
La sombra de Trump se cierne sobre estos eventos y no escapa nadie. La seguidilla de cumbres también tiene su alfa y su omega: la condena de Trump por falsificar asientos contables de la semana pasada y la fecha de la lectura de la sentencia, programada para el 11 de julio, en coincidencia con el cierre de la cumbre de la OTAN en Washington. En ese lapso, los líderes europeos podrán presenciar en primera fila la disfuncionalidad de la política norteamericana mientras Biden trata de convencerlos de unirse contra la amenaza rusa.
“Hay pantalla dividida”, dice Charles A. Kupchan, profesor de relaciones internacionales de la Universidad de Georgetown. “La alianza occidental está en un proceso de renovación y revitalización, y es lo que se va a reflejar en esta seguidilla de encuentros”.
“Pero al mismo tiempo estamos celebrando mientras todos están preocupados por lo que pasará con las elecciones en Estados Unidos”, agrega Kupchan, funcionario de asuntos europeos durante el gobierno de Obama. “Por primera vez desde la Segunda Guerra, Occidente está más amenazado desde adentro que desde afuera”.
La inquietud de los occidentales no se limita a las elecciones en Estados Unidos. El temor por el reverdecer del populismo ya se extiende a toda Europa, desde Italia, cuya primera ministra de derecha, Georgia Meloni, será anfitriona de la cumbre del G7, hasta Francia y Alemania, cuyos gobiernos enfrentan el creciente descontento y el desafío activo de la derecha. Y se cree que a los partidos de ultraderecha les irá muy bien en las elecciones para el Parlamento Europeo, que arrancan el jueves y cuyo resultado podría ser la nota desafinada en ese coro de homenajes a los héroes del Día D.
Sobre el debate de los occidentales en torno a Putin y la próxima fase de la guerra en Ucrania se cierne el desprecio de Trump por la OTAN, hace no mucho declaró que de ser presidente dejaría que los rusos “hagan lo que carajo quieran” con los países que no aportan su justa parte.
Y si bien la semana pasada el expresidente Trump sufrió una dura derrota judicial, muchos europeos siguen sintiendo que va en trayectoria directa a recapturar la Casa Blanca.
“Los europeos piensan que en realidad esta serie de causas penales lo ayudan a Trump”, dice Kim Darroch, exembajador de Gran Bretaña en Estados Unidos durante el gobierno de Trump. “Y será tema de conversación de las delegaciones en todas estas cumbres de las próximas semanas”.
Según Wolfgang Ischinger, exembajador alemán en Washington, “Europa tiene dudas no tanto sobre el Estado de derecho en Estados Unidos, sino sobre sobre la adultez del electorado norteamericano, parte del cual parece ser extremadamente crédulo y demasiado vulnerable a las tentaciones del populismo trumpista”.
Para Ischinger, quien dirigió la Conferencia de Seguridad de Múnich hasta 2022, la condena de Trump será una distracción inoportuna “en una cumbre de la OTAN que podría ser una oportunidad única para restaurar la fe en nuestra visión común de libertad y exhibir determinación en vez de vacilación, coraje vez de miedo”.
Biden dio un paso decisivo en esa dirección la semana pasada, al permitir que Ucrania utilice armas de fabricación norteamericana en ataques militares limitados dentro de territorio ruso. La decisión sirvió para resolver uno de los puntos más conflictivos entre Washington y las capitales europeas, y también podría encolumnar a otros países occidentales que en algunos casos ya se inclinaban en esa dirección.
Pero Biden impondrá limitaciones estrictas al uso de armas norteamericanas contra territorio ruso por temor a una escalada bélica directa con Rusia, que tiene armas nucleares, y esa delgada línea seguirá siendo un punto de discordia dentro de la alianza occidental.
Los diplomáticos dicen que Biden también tiene que hacer un mejor trabajo de persuasión con los europeos para que asuman una mayor parte de la carga de aprovisionar a Ucrania. En abril, la demorada aprobación en el Congreso norteamericano del paquete de ayuda de 61.000 millones de dólares para Kiev dejó expuesto hasta qué punto la seguridad de Ucrania —y de Europa— sigue dependiendo de Estados Unidos.
“Los europeos tienen que entender que si no hacen un mayor esfuerzo, Estados Unidos puede irse retirando de la alianza, sobre todo si en enero Donald Trump está de nuevo en la Casa Blanca”, dice Peter Westmacott, exembajador de Gran Bretaña en Estados Unidos, Francia y Turquía.
“Es probable que en algún momento haya negociaciones para poner fin al conflicto”, apunta Westmacott. “Mi preocupación es que si los países que apoyan a Ucrania no se esfuerzan más, y pronto, esa negociación podría terminar en una rendición, lo que sólo alentaría a Putin a ir por más”.
Rusia no ha sido invitada a la conferencia de paz en Suiza, lo que ha llevado a otras potencias importantes, como China, a rechazar la reunión. La ausencia de Biden también debilitará cualquier resultado, aunque la Casa Blanca ha dicho que enviará una delegación. Si Biden no aparece, “Putin va a aplaudir de pie”, dijo hace unos días el presidente de Ucrania, Volodimir Zelensky.
La frustración de Zelensky con Washington deja expuesto el papel fundamental de Estados Unidos en esta red de alianzas. Reforzar esos vínculos ha sido una prioridad del gobierno de Biden, y los analistas dicen que en estas cumbres podrán verse los progresos logrados, no solo en Europa sino también en Asia, con el acercamiento de Japón y Corea del Sur a Estados Unidos.
En cuanto a China, los países europeos –en especial Alemania– siguen prefiriendo un enfoque más conciliador que el de Estados Unidos. Pero incluso en ese tema, la brecha abierta entre las capitales europeas y Washington se achicó, debido a la feroz represión de China contra Hong Kong, su agresiva “diplomacia del guerrero lobo”, y las denuncias de espionaje chino en Gran Bretaña y Alemania.
El firme apoyo de Biden a Israel en la guerra de Gaza también generó una división entre Estados Unidos y algunos países europeos. Hace unos días, Irlanda, Noruega y España reconocieron formalmente un Estado palestino. Pero Gran Bretaña, Francia y Alemania han evitado romper con la postura de Estados Unidos, a pesar de las tensiones que eso genera en la política interna de sus países y del creciente malestar por la forma en que Israel está librando esa guerra.
Algunos expertos dicen que pesar de todos sus esfuerzos diplomáticos, el énfasis de Biden en las alianzas deja plantadas las semillas de problemas futuros. Señalan que su gobierno ha hecho que los aliados dependan demasiado de Estados Unidos, y que por ese motivo en todas esas reuniones —en Francia, Suiza, Italia y Estados Unidos— rondará el espectro de Trump.
“La pieza central de la estrategia exterior de Biden son las alianzas y los aliados, y su gobierno está increíblemente orgulloso de eso”, apunta Jeremy Shapiro, director de investigación del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores en Washington. “Trump básicamente piensa que los aliados son parientes lejanos que vienen a tu casa, te piden plata prestada y te usan el baño”.
“Pero el gobierno de Biden agravó el problema”, dice Shapiro, “por haber generado tanta dependencia de Estados Unidos justo cuando el mundo no debería depender de Estados Unidos, debido a Trump”.
Por Mark Landler
Traducción de Jaime Arrambide
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