Sadismo y mensajes satánicos: Charles Mason, el perverso líder de la secta que asesinó a Sharon Tate
En el verano de 1969, la actriz estadounidense, que estaba embarazada de ocho meses y en pareja con el director Roman Polanski, fue apuñalada 16 veces por miembros del clan satánico
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La vida de Charles Manson estuvo marcada por diferentes episodios que fueron construyendo ese personaje siniestro y cinematográfico que el mundo recuerda hasta el día de hoy. Su mirada y su aspecto físico reflejaban una esencia que tenía ideales más que descalabrados y que estaba dispuesta a hacer cualquier cosa por lo que él creía era lo correcto.
Su mamá lo tuvo a los 16 años en Cincinnati, Estados Unidos, cuando su padre biológico la abandonó. Durante sus primeros años, Manson ya demostraba una conducta desordenada. Robaba en diferentes locales y se escapaba de las clases del colegio, lo que terminó obligándolo a vivir en un correccional.
Según declaró entonces, fue violado en ese primer pabellón y logró escaparse con otros reclusos, pero fue atrapado nuevamente, ahora convertido en un ladrón de autos. Cuando parecía que todo podía quizás encaminarse gracias a su tía que lo sacó del correccional y le prometió ayudarlo a encontrar un trabajo, el joven fue hallado violando a un chico mientras lo amedrentaba con un cuchillo.
Pero Manson siguió su vida como si nada pasara, se casó y hasta tuvo un hijo. No tenía ni trabajo ni dinero, por lo que debía buscar alguna forma de generar ingresos para mantenerse, así que obligó a prostituir a una chica. Nuevamente, la falta de ética operaba en él. Su sueño era dedicarse a la música pero estaba lejos de cumplirlo.
Como otros asesinos, presentaba un coeficiente intelectual superior al de la media. Los exámenes daban como resultado 121 puntos, cifra que se encuentra en el rango de las personas dotadas. Además de ser muy inteligente, era carismático, una cualidad que le permitió armar el clan que horrorizó a los Estados Unidos en los años 60.
La familia Manson
Ese carisma que Manson tenía fue de alguna forma potenciado por un libro por el que se empezó a interesar, titulado Cómo ganar amigos e influir sobre las personas, escrito por Dale Carnegie. Para los años 60 el hombre de Cincinatti estaba en libertad en San Francisco, en un momento en que la oleada hippie invadía los parques, donde se respiraba la emblemática filosofía de la paz y el amor.
Fue el momento perfecto para Charles para empezar a tejer la red de personas que lo acompañó durante el resto de su vida y que manipuló sin ningún tapujo. Así fue como comenzó a “reclutar” a diferentes mujeres que abogaban por ser libres en todo sentido: del capitalismo, del sistema y de cualquier imposición que pudiera surgir en el universo donde ya reinaba el flower power.
Al principio, las personas que se acercaban a Manson eran en su mayoría mujeres, las famosas “chicas de Charles”. Andaban en un autobús hippie, en el que recorrían los rincones norteamericanos para seguir sumando gente a su modo de vida que estaba marcado por el consumo de anfetaminas, LSD, hongos y orgías, con más presencia femenina que masculina.
En un primer momento, lo que ya se podía llamar “secta” tenía un total de 30 miembros, pero se dice que llegó a tener 100.
¿Pero cuál era el motor de Manson para generar tal movimiento con tanta adhesión? Tenía que haber un leit motiv detrás de todo eso. Y lo había. El líder creía que en el mundo iba a haber una guerra racial y su grupo, su “familia”, era la encargada de intervenir y frenarla.
Si bien su hipótesis era un delirio, su fin de alguna forma era “conseguir la paz y evitar el Apocalipsis”, lo que confundía a sus seguidores porque, en el fondo, se trataba de un mensaje completamente engañoso dado que más tarde justificaría sus crímenes bajo ese lema.
Manson llegó a creer que el icónico “Álbum Blanco” de los Beatles hablaba de esta guerra racial y estaba dedicado a su secta, la elegida para salvar al mundo. “When you get to the bottom you go back to the top of the slide, and you stop and you turn and you go for a ride, then you get to the bottom, then you see me again”, dice una parte del tema Helter Skelter, uno de los más importantes del disco, que se traduce como: “Cuando llegás al fondo volvés a la cima del tobogán, y te detenés, das vuelta y te vas a dar un paseo, luego llegás al fondo y me ves de nuevo”.
Años más tarde, el autor de la canción, ni más ni menos que Paul McCartney, opinó al respecto: “Manson interpretó que Helter Skelter tenía algún vínculo con los cuatro jinetes del Apocalipsis. Y eso lo llevó a salir y matar a todos. Fue tenebroso, porque uno no escribe canciones para esos usos”.
Listos para la guerra
La familia Manson vivía en diferentes ranchos por los que no pagaba dinero sino que le ofrecía a sus propietarios los “servicios” de las mujeres del clan a cambio de estadías. Allí, todos se dedicaban a recorrer las zonas y robar. Robaban armas para prepararse para la supuesta guerra.
Un día llegaron a cortarle la oreja al profesor de música Gary Hinman, quien los proveía de droga pero les había dado una porción de mescalina en mal estado. La familia le había vendido la sustancia a su vez a otro grupo que le reclamó el dinero por tratarse de una mala partida. Manson y los suyos reaccionaron contra el profesor y Bobby Beausoleil, uno de los miembros de la secta, lo torturó durante dos días hasta que lo mató.
Pero las drogas le había traído otros grandes problemas al clan, dado que Beausoleil había estafado anteriormente a un traficante afroamericano llamado Bernard “Lotsapoppa” Crowe, quien se enojó y amenazó con matar a toda la familia.
Manson pensó que ese hombre formaba parte del partido nacionalista Pantera Negra y empezó a confabular con su teoría de la “guerra racial”. Entonces, decidió matarlo y hacerle creer al mundo que “su partido” había sido el culpable.
Pero el líder de la secta quería distraer a la sociedad para proteger a su amigo Bobby, a quien las pistas estaban muy cerca de hallarlo culpable del asesinato de Hinman.
Por eso, una de las versiones dice que, con ese objetivo de desviar la atención, Manson mandó a algunos de los suyos a una mansión de Los Ángeles a asesinar a todas las personas que se encontraran dentro.
El asesinato de Sharon Tate
Era la madrugada de verano del 9 de agosto de 1969 cuando los miembros del clan llegaron a la casa de la popular y bella actriz Sharon Tate y su esposo, Roman Polanski, donde la estrella estaba reunida con Abigail Folger, heredera millonaria, Jay Sebring, su peluquero, y Voityck Frykowski, un director de cine polaco. También se encontraba allí Steven Parent, el guardia de la casa que las figuras alquilaban en el 10.050 de Cielo Drive, Beberly Hills.
Tate tenía 26 años y estaba embaraza de ocho meses y medio; Polanski se encontraba en Europa filmando una de sus películas. “Soy el diablo y vengo a hacer el negocio del diablo”, escucharon los presentes cuando un grupo de cuatro personas irrumpió en la casa.
Lo que pasó después quedó reflejado en la tenebrosa escena del crimen con la que se encontraron el sargento Stanley Klorman y su equipo. “Nunca vi algo así”, describió el oficial sobre las satánicas imágenes que dejaron los seguidores de Mason.
La noche siguiente la familia volvió a operar y esta vez las víctimas fueron el empresario Leno LaBianca y su esposa Rosemary, quienes vivían del otro lado de la ciudad. En las paredes, los asesinos escribieron frases como “Cerdos” y “Healter Skelter” (sic) con sangre.
Después de un año de juicio, Mason y tres de sus seguidoras, Susan Atkins, Patricia Krenwinkel y Leslie Van Houten, fueron condenados con pena de muerte aunque las ejecuciones fueron derogadas en California en 1972, por lo que terminaron cumpliendo cadena perpetua.
De esta forma, el abogado Vincent Bugliosi consiguió que por primera vez un jurado sentenciara a un asesino que no se había manchado las manos de sangre pero que había sido la cabeza de un perverso entramado que terminó con la vida de muchas personas bajo una teoría incomprensible.
Mason murió el 19 de noviembre de 2017, a sus 83 años, en un hospital de California y sin haber manifestado ni el más mínimo signo de arrepentimiento. En una de las pocas entrevistas que dio, el homicida había contestado sobre su liderazgo y su forma de vida: “Solo hay uno. Soy el único. No me importa lo que otras personas piensen, solo hago lo que mi alma me dice”.
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