Sabadani, liberada, sueña con ser la Benghazi siria
La ciudad está en manos de los rebeldes y es considerada un símbolo de la revuelta
SABADANI, Siria.– Algunos ya la llaman la Benghazi de los sirios. Enclavada en las antiguas rutas de contrabando entre Siria y el Líbano, Sabadani, una pequeña ciudad que sobresale de una ladera rocosa, se ha convertido en el símbolo de los manifestantes contra el régimen de Bashar al-Assad. Es uno de los bastiones de los opositores, que, por el momento, parecen haberle arrebatado el control al gobierno.
"Si Dios quiere, vamos a liberar más territorio. La comunidad internacional no nos ayuda y las promesas no se cumplieron. Somos libres, somos Sabadani", dijo a LA NACION un joven de 22 años, autodenominado combatiente por la libertad.
La toma de la ciudad por parte del Ejército Sirio Libre (ESL) llevó a que algunos de sus comandantes hablen de la liberación del territorio, como en su momento hicieron los adversarios del líder libio Muammar Khadafy en el este de su país.
"Tenemos que hacer nuestra propia Benghazi", pregona un ex teniente coronel convertido en desertor, en referencia a la capital rebelde de Libia.
Con esta "liberación", los rebeldes se están convirtiendo en una fuerza real sobre el terreno. Esto obligó al ejército a retirar sus tanques y vehículos blindados, luego de la feroz resistencia de los desertores, seguida por una tregua poco frecuente de cese de las hostilidades a la que se llegó hace sólo dos semanas.
Ahora, la presencia del gobierno se limita a unos escasos puestos de control en el borde de la ciudad. Pero las señales de la ofensiva aún están a la vista. Departamentos destrozados por proyectiles de artillería, caminos con cajas de municiones usadas, un restaurante en una colina reconvertido en la base de francotiradores y las huellas de las orugas de los tanques estampadas en la tierra roja.
"Tenemos que estar dispuestos a hacer esto por nuestra cuenta", dice un ex teniente coronel que pertenece al ESL. "A pesar de nuestra falta de recursos, creemos que la fuerza de la justicia prevalecerá."
Sin embargo, el vocero del alto mando del organismo, con sede en Turquía, Ismail al Naima, intenta evitar que se desborde el entusiasmo. "Hablar de Sabadani o de otras áreas como territorio liberado es un malentendido", subrayó.
"No tenemos el control militar de la zona, pero sí hemos sido capaces de repeler a las fuerzas del régimen. No estamos en capacidad de controlar un territorio", dijo Naima, y explicó: "Nos faltan municiones. El objetivo por ahora es debilitar el control gubernamental sobre diferentes áreas, en lugar de imponer un control firme sobre ellas".
Pero aquí nadie espera que el gobierno no ataque la ciudad. De hecho, la presencia de combatientes de la resistencia puede ser señal de la llegada de una fase más violenta. Todos están armados y preparados para combatir. Cada uno de ellos tiene un fusil kalashnikov de 2700 dólares y experiencia en la fabricación de artefactos explosivos.
"Tarde o temprano intentarán tomar el pueblo y hay que estar preparados", dice Nabil Kassab, un desertor de 31 años. En medio de los rumores de un inminente ataque, los líderes de las milicias afirman que un creciente número de residentes se está uniendo a los soldados que desertaron.
Al igual que sucedió en Benghazi, Sabadani va un paso adelante en las reformas que auspician los opositores desde el exterior y en las que no llegan a ponerse de acuerdo.
Emad Dalati, líder de la protesta local, tuvo duras palabras para los líderes de la oposición en el exilio. "Ellos no saben nada", dijo. "Si usted está viviendo fuera de su casa, ¿cómo sabe lo que está pasando adentro?"
La primera experiencia democrática de la ciudad consistió en la celebración de elecciones municipales en las que eligieron a 28 miembros del Consejo local, dirigido por el sheikh Mohammed Al Dorsani, que resultó el más votado.
Hasta el momento, la resistencia al régimen del presidente Bashar al-Assad no se había mostrado muy efectiva, ya que no había sido capaz de tomar y defender un territorio, algo crítico para que una insurgencia tenga relevancia.
Ahora que los rebeldes han tomado Sabadani –aunque no está claro si serán capaces de mantenerla en su poder–, hay una pequeña parte del país que está aparentemente bajo su control.
Cuanto más tiempo la retengan, más débil parecerá Al-Assad, y más posibilidades tendrán los opositores de crear un gobierno provisional en torno al cual organizarse.
Sabadani también brinda a las potencias extranjeras un reducto que pueden ayudar a defender en caso de que opten por hacerlo. Intervenir en una guerra civil librada contra un movimiento rebelde débil y difuso es una cosa; atacar a tanques sirios que avanzan para retomar Sabadani es algo muy distinto.
No hay indicios de que se esté considerando una intervención de este tipo, a pesar de que todos coinciden en que podría cambiar la dinámica de la situación en este país.
Once meses después del inicio de las manifestaciones que desafiaron al gobierno de la familia Al-Assad, los recursos del ESL son limitados. Pocos de sus propios líderes prevén una victoria rápida sin un cambio dramático en el terreno. Y la intervención extranjera todavía parece remota.
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