Entre las sanciones económicas impuestas por Occidente y el gasto militar diario, la invasión se ha vuelto costosa para el Kremlin, que apostaba por una ofensiva relámpago
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El costo económico de una ofensiva militar de gran envergadura puede fácilmente escaparse de las manos cuando la guerra se extiende más allá de los cálculos originales.
Aunque es imposible saber qué tenía en mente Vladimir Putin cuando decidió invadir Ucrania el 24 de febrero, una de las hipótesis que se repite entre expertos es que el Kremlin apostaba por una operación militar rápida que no se extendería por semanas o meses.
Eso no ocurrió.
“La guerra ha pasado de una ofensiva relámpago diseñada para tomar la capital (si no todo el país), a una brutal guerra de desgaste diseñada para asfixiar a Ucrania”, escribieron esta semana los analistas militares del centro de estudios estadounidense Atlantic Council, coronel Benjamin Johnson, teniente coronel Tyson Wetzel y el coronel J.B. Barranco.
Una guerra de desgaste, argumentan, que en la práctica significa privar a Ucrania de suministros, bloquear el acceso al Mar Negro y eventualmente provocar hambruna.
Este nuevo escenario supone una campaña de largo aliento, diametralmente opuesta a una ofensiva relámpago.
Una campaña larga y económicamente costosa para Moscú que probablemente dejará huellas durante muchos años, si no décadas.
“La guerra se ha vuelto costosa”
“Mantener operaciones militares es un negocio costoso, especialmente cuando las tropas se encuentran lejos de las bases principales”, le dice a la BBC Ed Arnold, investigador del centro de estudios británico Royal United Services Institute.
“Hay que acumular una significativa cantidad de municiones, de combustible para movilizar la maquinaria de guerra y de comida para alimentar a las tropas”. A ese costo permanente, hay que agregar otro elemento, dice Arnold: “la logística no está funcionando apropiadamente”.
Eso se puede observar, por ejemplo, en que existen muchos vehículos rusos averiados en el terreno. “Logísticamente no estaban preparados porque probablemente pensaron que esta operación se extendería por un par de días”.
“La guerra se ha vuelto costosa para el Kremlin”, argumenta James Stavridis, decano emérito de la Facultad de Derecho y Diplomacia Fletcher de la Universidad de Tufts y almirante en retiro de la Marina de EE.UU. No solo por el gasto militar diario, sino porque sus fuentes de divisas se están agotando debido a las sanciones económicas impuestas por Occidente.
Parte importante de las reservas con las que contaba Putin (más de US$600.000 millones) ha sido bloqueada por un paquete de restricciones comerciales y financieras que Estados Unidos, Europa y sus países aliados han utilizado como parte de la artillería económica para frenar el avance de Putin en Ucrania.
¿De cuánto dinero estamos hablando?
Según el Center for Economic Recovery, formado por un grupo de economistas y asesores del gobierno ucraniano, los primeros 23 días de la invasión le han costado a Rusia al menos US$19.900 millones en gasto militar directo. Sumado a eso, estiman que el Kremlin ha perdido US$9.000 millones en maquinaria militar destruida.
Advierten que a esos gastos se debe agregar el costo del lanzamiento de los misiles de crucero y la pérdida del Producto Interno Bruto (PIB) potencial en los próximos 40 años (basado en pérdidas de personal humano). Según sus cálculos, más de 14.400 soldados han desaparecido durante la invasión.
Además, habría que sumar costos de evacuación, tratamiento de soldados heridos, municiones, combustible, repuestos, alimentación de las tropas y otros elementos.
El problema con estos cálculos es que no han sido verificados por fuentes independientes. BBC Mundo contactó a fuentes especializadas para conseguir otras estimaciones, pero los expertos prefieren no arriesgarse a hacer cálculos que consideran muy difíciles de realizar con precisión.
Pueden ser decenas, cientos o miles de millones de dólares al día, dependiendo de cuál sea el método de cálculo que se utilice. Pero si hay algo indiscutible es que, aunque los números pueden variar sustancialmente, mantener una guerra es caro. Y aún más para un país sujeto a sanciones económicas.
¿Cuándo se le acabará el dinero al Kremlin?
No solo depende de qué tan efectivas sean las sanciones económicas impuestas por Occidente a Moscú, luego que las fuerzas rusas invadieran Ucrania el 24 de febrero. También depende de un factor crucial: si Europa llegará en algún momento a prohibir la importación de gas ruso, una decisión difícil de tomar dado que el 40% de sus importaciones viene de ese país.
Tampoco está claro si en algún momento la exclusión de varios bancos rusos del sistema de pagos internacional SWIFT, que permite hacer transferencias de dinero de un país a otro, incluirá a la totalidad de los bancos de ese país, dejando a Putin sin ninguna alternativa para recibir pagos en moneda extranjera, señalan expertos.
Por otro lado, la duración de los recursos fiscales rusos también depende de qué aliados podrían prestarle ayuda para seguir importando y exportando los productos básicos que requiere para continuar con la ofensiva y mantener su economía a flote.
El factor China
En eso China podría tener una gran influencia, dice Maxim Mironov, profesor de Finanzas en IE Business School, España. “China le va a comprar recursos a Rusia a muy bajo precio y le va a vender productos a un alto precio. China va a tratar a Rusia como su colonia”, argumenta en diálogo con la BBC. Según apunta, “China va a ser el único ganador de esta guerra”.
Otros analistas creen que aún no está claro qué rol jugará Pekín en todo esto.
Este fin de semana, el viceministro de Exteriores chino, Le Yucheng, atribuyó la guerra en Ucrania a las sanciones impuestas por las naciones occidentales a Moscú. “Las sanciones contra Rusia son cada vez más indignantes”, dijo Le Yucheng en un foro de seguridad en Pekín. Y agregó que a los ciudadanos rusos se les está privando de sus activos en el extranjero “sin motivo”.
Una economía en caída libre
En lo que va de conflicto, el rublo (la moneda rusa) se ha desplomado, la bolsa de valores está cerrada (abrió parcialmente este lunes, pero solo para negociar bonos del gobierno), las tasas de interés se duplicaron y la inflación está desbocada.
Algunas estimaciones hablan de que la economía podría caer entre un 7% a un 15% este año; y agencias de calificación de riesgo y organismos internacionales han advertido que el país está al borde de caer en cesación de pagos, es decir, default.
Mientras, en Occidente podrían seguir aumentando las sanciones impuestas que, hasta ahora, incluyen el congelamiento de fondos públicos en el extranjero, el cerco al Banco Central y al sistema bancario ruso, el asedio a las fortunas de oligarcas en el extranjero o el veto a la importación y exportación de algunos productos. A ese panorama se suma la salida de unas 400 empresas occidentales del país.
En este contexto, la población rusa ya ha comenzado a vivir en carne propia la precariedad.
“La industria rusa se está paralizando”, sostiene Muronov. Compañías como Toyota, Volkswagen o Mercedes suspendieron la fabricación de autos, agrega el economista, como también lo hizo Lada, el icónico fabricante ruso, aparentemente por la falta de partes.
Sumándose a las sanciones, países como Taiwán y Corea del Sur dejaron de venderle microchips.
¿Qué dice el Kremlin?
Las sanciones impuestas a Rusia “no significan su aislamiento”, dijo recientemente el portavoz del gobierno ruso, Dmitri Peskov. “El mundo es demasiado grande como para que Estados Unidos y Europa puedan aislar a un país como Rusia”.
Estas declaraciones se suman a los mensajes que ha entregado Putin prometiendo ayuda financiera a la población rusa y a las empresas del país. El jefe del Kremlin anunció un “aumento de todos los pagos sociales en el futuro cercano” y destacó que la economía rusa tiene “todos los recursos necesarios para resolver tareas a largo plazo”.
Putin llamó a los rusos a “movilizarse” para superar las dificultades relacionadas con las sanciones impuestas al país. “La situación actual es, por supuesto, una prueba”, afirmó. “Estoy seguro de que la superaremos con dignidad y trabajo duro”.
¿Qué tan alto puede llegar a ser el costo de la guerra?
Renaud Foucart, académico de la Universidad de Lancaster, Reino Unido, argumenta que las perspectivas económicas rusas a largo plazo son “nefastas”.
“Si se mantienen las sanciones, Rusia quedará aislada de sus principales socios comerciales, excepto China y Bielorrusia”, plantea el investigador. Y como se volverá difícil para Moscú atraer inversiones extranjeras sin garantías masivas, agrega, esta situación “podría hacer que dependa por completo de China”.
Foucart argumenta que hay dos elementos fundamentales para estimar si el costo de la guerra será demasiado alto para Putin en los próximos días y semanas. El primero, es observar “si la industria militar y de defensa rusa puede sobrevivir sin importaciones tecnológicas de Occidente”. Y el segundo, afirma, es si el impacto de las sanciones tendrá un efecto suficiente como para cambiar la opinión pública interna de una manera que amenace al Kremlin.
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