Rusia-Ucrania: ¿Es posible una guerra nuclear? Las respuestas de expertos a las preguntas sobre el futuro del conflicto
En diálogo con LA NACION, tres especialistas hablan sobre una “posibilidad baja” de un ataque atómico, aunque alertan sobre las terribles consecuencias que implicaría; cómo seguirá la estrategia de Putin y cuál será el impacto en el orden geopolítico mundial
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“Si la comunidad internacional no encuentra una solución razonable para resolver este conflicto de intereses [sobre adquirir armas nucleares], el mundo seguirá sufriendo crisis similares y desestabilizadoras... Vamos a luchar constantemente contra la amenaza de la proliferación de armas de destrucción masiva”.
Quince años atrás, el presidente ruso, Vladimir Putin, pronunció estas líneas ante más de 70 figuras mundiales en la Conferencia de Seguridad de Munich, uno de los foros principales para el intercambio de visiones entre los responsables de la seguridad internacional. En su icónico discurso también cuestionó las “amenazas” que significaban para Rusia un “mundo unipolar” estadounidense y una creciente expansión de la OTAN. Consideradas “decepcionante y poco útil” por el director general de la alianza militar en aquel entonces, hoy estas palabras del mandatario ruso adquirieron sentido al verlas como verdaderas intenciones convertidas en realidad, provocando mayor incertidumbre que en aquel entonces.
La amenaza nuclear resurgió después de casi 50 años -la última vez fue en la guerra de Yom Kippur- luego de que Putin pusiera en alerta máxima a sus fuerzas nucleares de disuasión y que el miércoles su ministro de Relaciones Exteriores, Sergei Lavrov, advirtiera que, de darse una tercera guerra mundial, “sería nuclear y devastadora”.
La amenaza nuclear, la reestructuración del orden mundial, el futuro de Ucrania. Son interrogantes que tienen en vilo al mundo. Expertos consultados por LA NACION analizaron el escenario futuro. Todos coincidieron en que una amenaza nuclear nunca es buena, pero que al momento todo parece mantenerse dentro de la retórica disuasiva de Putin. Cómo se desarrolle el devenir de los acontecimientos dependerá en gran medida de las verdaderas intenciones del mandatario y de la capacidad de respuesta de Occidente, que hasta ahora viene siendo coordinada.
¿Es posible que la guerra en Ucrania se convierta en una guerra nuclear?
Rafael Loss, experto en política exterior alemana y europea del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores
Cualquier conflicto en el que esté implicado un Estado con armas nucleares podría escalar hasta el nivel nuclear. Rusia tiene un largo historial de utilización de amenazas nucleares para ejercer presión diplomática. El anuncio de Putin de aumentar el nivel de alerta de las fuerzas de disuasión rusas, que incluyen sus fuerzas nucleares, debe verse desde esta perspectiva: como un intento de ejercer presión diplomática tanto sobre Ucrania para que haga concesiones como sobre Occidente para que se abstenga de intervenir en la guerra de Rusia contra Ucrania. Parece que el anuncio de Putin ha dado lugar a la asignación de personal adicional a estas fuerzas de disuasión. Pero más allá de eso no hemos visto ningún movimiento inusual de las fuerzas nucleares rusas, como el traslado de submarinos con armamento nuclear al mar o de ojivas nucleares del almacén central a unidades sobre el terreno. La respuesta de Occidente a la retórica nuclear perdida de Putin ha sido tranquila y mesurada. Estados Unidos incluso canceló una prueba de un misil nuclear previamente planificada para no dejar lugar a interpretaciones erróneas.
Irma Argüello, analista internacional, especialista en seguridad internacional y presidenta de NPS Global
Este es el gran interrogante. Los que estudiamos estos temas pensamos que la probabilidad es baja. Putin es un autócrata, tiene un perdido sentido de la realidad, un situación negacionista. Pero tiene una pizca de racionalidad para no incendiar al mundo. Lo que hay que tener claro es que si Putin utiliza un arma nuclear en Ucrania o en cualquier país va a despertar a los otros países nucleares, generando consecuencias gravísimas para todos. Esto es el taboo nuclear: hubo guerras desde Hiroshima y Nagasaki, pero nadie se atrevió a usar el factor nuclear. Putin tonto no es, y sabe que usar un arma nuclear deriva en una destrucción total de Rusia. Pero siempre el factor irracional está constante.
Natalia Peritore, analista internacional, especialista en Estrategia y Geopolítica
Es claro que se trata de un tema muy sensible sobre el cual no se puede apostar “a ciegas” por el sí o por el no. De más está decir que no disponemos de informes de inteligencia que puedan aproximarnos a la respuesta buscada. Lo cierto es que días atrás fue informada la puesta en alerta de las fuerzas nucleares rusas al tiempo que trascendió una declaración del Ministro de Asuntos Exteriores de ese país acerca de una tercera guerra mundial potencialmente “nuclear”. Asimismo, el perfil que podríamos esbozar de Putin muy probablemente indicaría una alta determinación, una baja empatía y hasta una baja aversión al riesgo. Por lo dicho hasta aquí, diría que hay que tomar con cierto respeto y cautela las declaraciones del actor que detenta tal tipo de armamento. No obstante, también debemos considerar el propósito perseguido con tales manifestaciones (disuadir, presionar, atemorizar), así como recordar la superioridad rusa en términos de capacidades militares convencionales.
¿Puede cambiar el orden mundial tras la guerra de Ucrania?
Rafael Loss: Eso depende en gran medida de cómo se desarrolle la guerra de Putin contra Ucrania. Estos primeros días han sido de todo menos un éxito para las fuerzas armadas rusas y los ucranianos han demostrado una valentía y una determinación notables. Pero Rusia está atacando cada vez más a los civiles y a las infraestructuras humanitarias, como escuelas y hospitales. Con cada vez más ciudades ucranianas están rodeadas por las tropas rusas, podríamos asistir a lo que los expertos denominan “guerra de asedio”: el bombardeo a gran escala de zonas densamente pobladas para aplastar cualquier resistencia. Esto es lo que las fuerzas rusas hicieron en Grozny a finales de la década de 1990 y en Aleppo durante la guerra en Siria. La guerra de Putin ya ha provocado una avalancha de solidaridad con Ucrania y creo que los líderes occidentales se han dado cuenta ahora de que la Rusia de Putin representa un desafío a largo plazo para el que debemos desarrollar una estrategia competitiva a largo plazo. Pero también existe la posibilidad de que, a medida que las pérdidas sigan aumentando para Rusia, Putin se encuentre bajo una presión cada vez mayor en su país, lo que nos lleva de nuevo a la posibilidad de una escalada nuclear.
Irma Argüello: Lo que se ha visto a partir de la invasión ha sido un catalizador de cambios muy profundos. La comunidad internacional parece haber sacado al mundo del sopor de la burocracia de los organismos internacionales, esto es muy bueno. ¿Qué señales tenemos? La salida de la neutralidad, como es el caso de Suiza, el voto de la Asamblea General con un altísimo cantidad de votos. El otro tema es el envío de insumos militares, como Suecia. El mundo quiere otra cosa, no quiere déspotas que se apropien de territorios y que lleven al mundo en una situación de crisis internacional que puede derivar en el uso de armas nucleares. En algún momento he pensando en que la verdadera puja es entre Oriente y Occidente, pero hay que considerar que el actor que representa a Oriente es China. Es un actor que hay que tener muy en cuenta, porque pretende la expansión global por otros medios. El expansionismo de China no comulga con el expansionismo militar que está teniendo Putin. De ahí la abstención de China en la Asamblea General. Me da la sensación de que China se ha dado cuenta de que no le conviene ir por el camino bélico, sino por el expansionismo económico. Entonces, por más que no se pueda mostrar, esto representa cierta fractura con Oriente, al menos con Putin ahora.
Natalia Peritore: Es conveniente primero dar alguna definición del concepto de orden mundial. Podríamos decir que hablamos de un conjunto de reglas de juego, principios e instituciones pactado entre las potencias dominantes, el cual regirá las relaciones entre los diversos actores del escenario internacional. En términos formales, Rusia, al invadir Ucrania, violó normas internacionales. ¿Ha sido el primer Estado en hacerlo en las últimas décadas? No. Estados Unidos ha sido ejemplo de ello. La supuesta igualdad jurídica de los Estados (soberanos e independientes) resulta ser, muchas veces, una ficción. ¿Sería preciso cambiar las reglas de juego? Si pensáramos en una eventual victoria rusa, se encenderían luces de alarma con respecto a la estructura que nos viene gobernando desde fines de la Segunda Guerra Mundial. Ciertamente, podríamos preguntarnos: ¿pero victoria a qué costo? Vivimos en un mundo globalizado e interdependiente que presenta distintos polos de poder y en el que ser un “paria” no sería una opción viable. Algunos analistas sostienen que China podría “ganar” a partir de esta contienda al verse fortalecida su relación con Rusia dada la batería de sanciones económicas que pesan sobre Moscú. No obstante, es necesario entender que Pekín no se encuentra en una posición cómoda ya que sus intereses económicos superan la relación que mantiene con Rusia. Y aquí entran en juego los Estados europeos, dado el peso significativo de su relación comercial con China. Son estos mismos Estados los que también deberían analizar su arquitectura de seguridad con y sin Estados Unidos, país que desde hace ya algunos años mira intensamente la región del Asia-Pacífico.
¿Cuáles serían las posibles consecuencias de que Putin tomara el control de Ucrania?
Rafael Loss: Más que apoderarse de toda Ucrania, creo que el objetivo de Putin es coaccionar a los ucranianos para que se sometan. Para ello, no necesita ocupar todo el país. En cambio, la campaña rusa parece centrarse en lo que Putin ha identificado como el centro de gravedad de Ucrania: Kiev. Creo que a Putin le gustaría que Zelensky acabara como el libio Muammar Gaddafi para acabar con la resistencia ucraniana y las aspiraciones occidentales. Pero vemos que incluso sin una ocupación total, la guerra ya tiene enormes consecuencias: los precios internacionales del trigo se disparan porque Ucrania está entre los cinco principales exportadores de trigo del mundo. Las personas ya desfavorecidas del Sur global tendrán dificultades para comprar pan como resultado de las acciones de Rusia.
Irma Argüello: Le conviene menos a Putin hacerse cargo de Ucrania que mantener este statu quo. Si cae Kiev y si se pone un gobierno afín a Putin, va a ser muy difícil que se mantenga, porque la resistencia va a ser terrible. Por eso no sería una buena idea llegar y derrocar al gobierno, sino más bien (siempre hablando en un cierto nivel de racionalidad) es que se quede con ciertas partes, se quede con la parte sur y este para hacer un corredor entre el Donbass y Crimea y frene ahí. Esa sería una opción intermedia en donde la resistencia no pueda y Rusia no avance más. Y si la resistencia aguanta, otro escenario podría ser también que repliegue a Rusia, expulsen las fuerzas rusas y expulsen a Putin, que requeriría de ayuda externa. El tercer escenario sería el que escale y se hable de armas nucleares.
Natalia Peritore: Más allá del espíritu de resistencia del pueblo ucraniano que de forma permanente se destaca y exhibe en los medios de comunicación occidentales, es claro que las tropas rusas avanzan sobre el territorio ucraniano. La eventual toma de control del país no significaría la búsqueda, por parte de Putin, de la anexión total de ese territorio al ruso, lo cual cambiaría drásticamente el mapa político europeo. Entiendo que Rusia buscaría asegurar una Ucrania bajo su esfera de influencia, alejada definitivamente de la posibilidad de formar parte de la OTAN. La salida de Zelensky, de hecho, se presenta como un objetivo del Kremlin. Sí considero que Rusia buscará retener el control de espacios geopolíticos que, dada esta denominación, poseen un valor vital para este país. Pensemos en la península de Crimea y el mar Negro. Que este último no caiga en manos occidentales en su totalidad sería un punto importante a considerar. También podríamos preguntarnos qué peso tendría ese pueblo ucraniano que hoy resiste al invasor ruso en la futura gobernabilidad de Ucrania.