Rusia proclama la conquista de Lugansk y Ucrania reorganiza sus defensas en Donetsk
Ucrania perdió todo el control de la provincia de Lugansk; las tropas rusas ahora se enfocan en avanzar sobre Donetsk, donde las fuerzas ucranianas están mejor preparadas
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PARIS – Tras la caída de Lysychansk, Kiev perdió esta semana el control de la provincia de Lugansk, una de las dos regiones del Donbass en el este de Ucrania. Con el 20% del territorio ucraniano bajo su control, Vladimir Putin ordenó hoy a sus tropas lanzar de inmediato la batalla por Donetsk.
Lysychansk cayó en manos de las tropas rusas el domingo 3 de julio. Así lo confirmó el ejército ucraniano pocas horas después del anuncio victorioso de Moscú, dando al mismo tiempo la orden a sus combatientes de evacuar esa ciudad del este ucraniano. Con la caída de Sievierodonetsk, diez días antes, el 24 de junio, Ucrania perdió de hecho el control de toda la provincia (oblast) de Lugansk, una de las dos regiones del Donbass, aun cuando los invasores tengan todavía que conquistar algunas pequeñas ciudades de esa región.
“A fin de preservar las vidas de los defensores ucranianos, se tomó la decisión de retirarlos de Lysychansk. Ante la superioridad de las tropas rusas en artillería, fuerzas aéreas, sistemas de lanzamiento de misiles, municiones y personal, continuar la defensa de la ciudad hubiera tenido consecuencias fatales”, anunció el Estado Mayor ucraniano en un comunicado.
Además del diluvio de bombardeos sobre Lysychansk, el riesgo en el bolsón de Lugansk era, sobre todo, que los defensores ucranianos terminaran cercados. Y después del sitio de Mariupol, que concluyó el 20 de mayo con la rendición de los combatientes ucranianos, Kiev trata de evitar ese tipo de humillación.
Por el contrario, lo que tienen en común Sievierodonetsk y Lysychansk con Mariupol, puerto del Donbass en el mar de Azov, es el hecho de que las tropas rusas solo consiguen conquistar localidades totalmente destruidas y prácticamente abandonadas por sus habitantes. Aun cuando los habitantes del Donbass sean en su mayoría rusoparlantes y estén habituados a la guerra desde 2014, desde la invasión rusa, ante la tempestad de fuego que se abatió sobre sus cabezas, el 90% escogió partir hacia el oeste, a territorio ucraniano. Moscú conquista pues no solo ciudades en ruina, sino urbes donde solo queda el 10% de sus habitantes, generalmente los más ancianos, que aceptan ser “liberados” por el Kremlin.
No por eso la derrota territorial es menos grave para Ucrania. Después de los éxitos iniciales en las primeras semanas de la guerra -durante la defensa de Kiev, la capital, y de Kharkiv, la segunda ciudad del país- Vladimir Putin controla actualmente el 20% del territorio ucraniano. Y no parece tener intenciones de detenerse. Hoy por la mañana, tras ser informado oficialmente de la victoria por su ministro de Defensa, Sergei Shoigu, felicitó a sus tropas en un breve discurso televisado, agregando que “aquellos que participaron en los combates deben descansar y recuperar su energía” para continuar la tarea.
“Nuestras fuerzas deben cumplir su misión según los planes aprobados. Espero que en sus respectivos sectores todo se hará como sucedió en Lugansk”, ordenó a su ministro.
Las tropas rusas podrán ahora concentrar su ofensiva en la provincia (oblast) de Donetsk, la otra región del Donbass, regularmente blanco en los últimos meses de ataques aéreos y tiros de misiles. Las ciudades en primera línea son Siversk, Bakhmut y Sloviansk. Pero el último y gran objetivo ruso, ubicado geográficamente en el corazón de Donetsk y aún bajo control ucraniano es Kramatorsk, su centro administrativo.
Desde el punto de vista militar, el cambio de táctica operado recientemente por Moscú en su guerra en Ucrania está dando sus frutos. Por un lado, decidió dejar de dispersarse y concentrar sus ataques en el este del país, ganando terreno a paso de hombre, metro a metro. Por el otro, en vez de exponer columnas de tanques a unidades de infantería ucranianas muy móviles y absolutamente determinadas, ejerce una presión máxima sobre su enemigo con su artillería de largo alcance. Destruye ciudades -lo que no sucedió en Kiev- y demuele posiciones defensivas. Esa intensidad de bombardeos tiene un alto precio para los defensores. En la batalla de Sievierodonetsk, Kiev habría perdido entre 100 y 200 hombres por día, y sufrido centenares de heridos.
Lo que podría ser determinante ahora en la batalla por Donetsk es el envío de armamento occidental moderno y el abastecimiento de municiones para las armas ucranianas más antiguas. Por el momento se ignora, sin embargo, la proporción de armas de última generación que serán adjudicadas a la defensa de Donetsk, teniendo en cuenta que parte de estas fueron enviadas a alimentar las contraofensivas ucranianas en las regiones de Kharkiv y de Kherson, también amenazadas por las tropas rusas.
Las líneas defensivas ucranianas son, no obstante, mucho más sólidas en el oblast de Donetsk que en el de Lugansk. Si bien Siversk parece hallarse en frágil posición, las defensas de Sloviansk y de Bakhmut han sido preparadas desde hace meses.
“Por todas partes hay trincheras, posiciones fortificadas, envío de refuerzos. La región está inundada de militares, discretamente implantados en los edificios vacíos, administrativos, industriales o agrícolas”, explica Agnès Vahramian, enviada especial de France 2 a Ucrania.
El ánimo de los combatientes ucranianos, por su parte, parece seguir intacto. A pesar de una adversidad y un nivel de pérdidas superior a lo que vivieron en la región de Kiev y de Kharkiv -donde los combates fueron también muy violentos- continúan mostrando su determinación.
“Volveremos gracias a nuestra táctica, gracias a un considerable aumento de armas modernas”, declaró hoy el presidente ucraniano Volodimir Zelensky. Y agregó: “Ucrania no resignará absolutamente nada”.
Los ucranianos saben que ese objetivo reside en el tiempo: tiempo para que esas armas modernas lleguen a destino, para que las sanciones contra Rusia hagan su efecto, y para que Moscú agote su armamento por falta de insumos occidentales.
A juicio de Patrick Sanders, jefe de Estado Mayor General de Defensa de Gran Bretaña, “vale la pena decir que los rusos están agotados. Han tenido auténticos problemas de generación de fuerzas y de material. La cantidad de municiones que disparan en 48 horas podría agotar a un país típico de la OTAN”.
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