Rusia está atrapando hombres en la calle de forma aleatoria para pelear en Ucrania
La nueva fase de la movilización de Vladimir Putin implica la captura de rusos sin entrenamiento y de forma aleatoria de sus puestos de trabajo para obligarlos a luchar en el frente y así cumplir el objetivo de 300.000 reclusos
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MOSCÚ.- La semana pasada, policías y militares se abalanzaron sobre un centro de negocios de Moscú sin previo aviso. Buscaban hombres para luchar en Ucrania, y detuvieron a casi todos los que vieron. Algunos músicos, ensayando. Un repartidor que iba a entregar un paquete. Un hombre de una agencia de servicios de la capital, muy borracho, de unos 50 años, con una discapacidad para caminar.
“No tengo ni idea de por qué se lo llevaron”, dijo Alexei, que, como otras docenas de personas en el complejo de oficinas, fue acorralado y llevado a la oficina de alistamiento militar más cercana, como parte de una nueva y dura fase de la campaña rusa.
En ciudades y pueblos de toda Rusia, los hombres en edad de combatir se están escondiendo para evitar a los funcionarios que los apresan y los envían a luchar a Ucrania.
En los últimos días, la policía y las patrullas militares han secuestrado a hombres en las calles y a la salida de las estaciones de subte. Han acechado en los vestíbulos de los palieres de departamentos para entregar citaciones militares. Han asaltado bloques de oficinas y albergues. Han invadido cafés y restaurantes, bloqueando las salidas.
El jueves, en una redada previa al amanecer en los dormitorios de la empresa de construcción Mipstroy1, se llevaron a más de 200 hombres. El 9 de octubre, detuvieron a docenas de personas en un albergue de Moscú para personas en situación de calle.
Estos grupos actúan al azar. Es aterrador y, a veces, cómicamente desordenado. Alexei, un pacifista de 30 años, vive con su gato y, hasta que fue detenido, disfrutaba saliendo con sus amigos en bares, cafés y parques, yendo a conciertos y planeando sus próximas vacaciones en Europa. (Tanto él como otras personas que aparecen en este informe hablaron con la condición de que su apellido no fuera revelado por temor a su seguridad. El Washington Post ha confirmado la incursión, pero no ha podido verificar de forma independiente los detalles que ha proporcionado).
Un funcionario irrumpió en el despacho de Alexei el martes. Llegaron dos policías y varios militares de paisano y le exigieron su identificación. Le ordenaron que se fuera con ellos en silencio “o usaremos la fuerza”, dijo.
“Entré en pánico”, dijo. “Nunca me habían detenido antes. Todo el mundo sabe que si te detiene la policía en Rusia, es muy malo”.
Tras sufrir enormes bajas militares y repetidas derrotas en Ucrania, Rusia ha comenzado a canibalizar su población masculina. Los presentadores de la televisión estatal exigen más sangre ucraniana y más sacrificio de los hombres rusos que, según ellos, se han acostumbrado demasiado a la vida blanda.
Pero la nueva fase de la movilización de Putin corre el riesgo de mermar el apoyo tácito de los rusos a la guerra e incluso su fabricada popularidad, y podría provocar malestar social. Especialmente en Moscú y San Petersburgo, grandes ciudades que hasta ahora no se han visto afectadas por la guerra.
Más de 300.000 hombres rusos y sus familias han huido de Rusia desde la movilización, según indican los informes de los países vecinos. Las autoridades han establecido puntos de movilización en los pasos fronterizos para impedir las salidas. Muchos otros quieren marcharse después de ver las agresivas redadas policiales y los primeros informes sobre la muerte de los recién reclutados en la guerra.
El activista Grigory Sverdlin, que abandonó Rusia y se encuentra en Georgia, lanzó este mes una organización, Go By The Forest, para asesorar a los hombres en Rusia sobre cómo evitar el reclutamiento. Dijo que el grupo ha consultado a 2700 hombres en 11 días y ha dicho a 60 hombres reclutados cómo rendirse en Ucrania. Al menos ocho lo han conseguido, dijo.
“Obviamente, la gente está muy estresada porque les preocupa que los obliguen a disparar a otras personas”, dijo Sverdlin. “Así que la gente tiene miedo no sólo por ellos mismos, sino por participar en esta guerra injusta”.
Yevgeny, de 24 años, dejó su trabajo como mecánico y se esconde en la residencia de un pariente, lejos de Moscú. Ha borrado sus perfiles en las redes sociales y ha cortado el contacto con sus amigos. Pasa los días trabajando en el jardín, se acuesta temprano y ve mucho YouTube.
“No quiero matar a la gente y no quiero que me maten, así que ahora tengo que pasar desapercibido”, dijo. “Pero incluso aquí, no me siento seguro. Vivimos en una época en la que tus vecinos podrían denunciarte. Podrían llamar a la policía y decir que hay un joven alojado en esta casa cuando debería estar luchando contra los fascistas en Ucrania”.
Yevgeny nunca apoyó la guerra. Ahora ha dejado de conducir por miedo a ser detenido por la policía. No puede salir de Rusia, porque no tiene pasaporte, e incluso ir a la tienda del pequeño pueblo le parece arriesgado.
“Tengo pánico, y mi madre está muy nerviosa”, dijo. “Estoy estresado y deprimido. Intento no pensar en cuánto tiempo puede durar esto, porque puedes volverte loco”.
Dos de sus amigos están peor. Fueron reclutados a finales del mes pasado, dijo, y con poco entrenamiento están de camino al frente.
“Tengo un par de amigos que apoyaron la guerra creyendo que allí hay nazis que matan a los pobres ucranianos y que hay que liberar a los ucranianos, etc. Pero están cambiando sus opiniones después de la movilización. Han empezado a hacer preguntas y a navegar por Internet en busca de información”, explica Yevgeny.
“No quieren morir, sobre todo cuando no entiendes por qué debes morir”, dijo. “¿Qué sentido tiene?”.
El presidente ruso, Vladimir Putin, dijo el viernes que 222.000 de los 300.000 soldados objetivos habían sido reclutados y que el proceso se completaría en dos semanas. Los partidarios de la línea dura de la guerra insisten en que será necesaria una segunda ronda de reclutamiento.
Las incursiones en Moscú y San Petersburgo han sido muy controvertidas, en parte porque las ciudades han sufrido comparativamente pocas bajas en Ucrania. El peso de los combates ha recaído en gran medida en pequeños grupos étnicos y en hombres con escasa formación de las regiones rurales empobrecidas.
En una señal de que el gobierno teme una creciente reacción urbana por las redadas, Andrei Klishas, un alto miembro del partido de Putin, Rusia Unida, dijo el viernes que las campañas de reclutamiento eran ilegales.
“Es inadmisible agarrar a todo el mundo en la calle de forma indiscriminada”, dijo.
El sentimiento antibélico podría endurecerse a medida que los cuerpos de los soldados que fueron desplegados apenas unas semanas antes comiencen a regresar a casa para ser enterrados. Alexei Martynov, de 29 años, jefe de un departamento gubernamental de Moscú, fue movilizado el 23 de septiembre y murió el 10 de octubre. Fue enterrado la semana pasada. Cinco soldados de la región de los Urales del Sur, movilizados el 26 y el 29 de septiembre, murieron en Ucrania a principios de octubre, según informaron las autoridades de Chelyabinsk.
Un compañero de los hombres de Chelyabinsk que sobrevivió a un abrumador asalto ucraniano llamó a un amigo y le describió lo sucedido, según la transcripción de una llamada telefónica publicada por BBC News Russian. Dijo que no le habían dado ninguna formación. Cuando huyó, dijo, había cadáveres por todas partes.
“Llegamos allí el primer día, sin haber disparado nunca un tiro, y nos enviaron, como carne, directamente a una unidad de asalto, con dos lanzagranadas. Al menos había leído las instrucciones sobre cómo usarlos”. Al tercer día, el soldado y sus compañeros estaban en trincheras de primera línea.
Casi a diario aparecen en las redes sociales rusas vídeos de soldados reclutados, enfadados porque no les han dado uniformes decentes, armas, formación o alojamiento. Son frecuentes los testimonios de hombres que deberían estar exentos y que son enviados a luchar. Aleksei Sachkov, un médico moscovita de 45 años, firmó un contrato para atender a los soldados heridos en Voronezh (Rusia), cerca de la frontera con Ucrania. Dejó de llamar a su mujer, Natalia, el 24 de septiembre. Una semana más tarde, ella se enteró a través de la línea de atención militar rusa de que él estaba combatiendo en Ucrania como parte de una unidad de tanques, según dijo en un vídeo publicado en Internet.
A medida que aumenta el malestar, los hombres en edad militar son rechazados en las fronteras cuando intentan salir del país. En marzo, semanas después de que Putin lanzara la invasión, prometió que no habría movilización. Pero el mes pasado, traicionó la garantía tácita de que el conflicto sería librado sólo por soldados profesionales a cambio de la aceptación pasiva de la guerra por parte de la opinión pública rusa. El enfado generalizado por el anuncio de Putin del 21 de septiembre sugiere que el apoyo público a la guerra es menor de lo que afirma el Kremlin.
“Es la agonía del régimen, porque una opinión bastante común en Rusia ahora es que esta guerra está perdida”, dijo Sverdlin. “Y parece que el hecho de dar órdenes de comparecencia, detener a muchos miles de personas y enviarlas a la guerra sólo hace que este régimen gane un poco más de tiempo. Pero sólo está ganando tiempo, porque, obviamente, estas personas que fueron capturadas en las calles ahora no serán buenos soldados porque no saben cómo luchar”.
A medida que se intensifica la reacción, algunos rusos se enfrentan a las autoridades y graban vídeos. Una mujer increpó a un equipo en el vestíbulo de su edificio de apartamentos en San Petersburgo. Un camionero ruso publicó un vídeo en el que se enfrentaba a un agente de policía y a un funcionario de alistamiento militar que intentó llevarlo a la oficina de alistamiento.
“Me importa una mierda tu movilización. Tú eres el que cumple los requisitos, no yo. Después de todo, tú tienes un arma, no yo. ¿Por qué no vas a movilizarte tú mismo?”, dijo el hombre. El policía trató de redactar una acusación, exigiendo los documentos del conductor.
“No le voy a dar mis documentos. ¿Por qué lo haría?”, dijo el camionero, “si no consigues poner orden en tu país, ¿por qué hacerlo en otro? ¿Y cómo? ¿Destruyéndolo por completo?”.
En el bullicio de la oficina de alistamiento militar donde terminó Alexei, dijo, muchos de los hombres estaban agitados, algunos estaban furiosos y otros se encogían en sí mismos. Hacían cola en una oficina tras otra, donde se les hacía firmar la citación militar, presentar sus documentos y someterse a un examen médico. Muchos eran oficinistas detenidos en la calle. Un par de “extraños” le dijeron a Alexei que eran voluntarios, que buscaban un emocionante cambio de estilo de vida.
Le sorprendió ver cómo muchos hombres se ponían mansamente los uniformes del ejército que les entregaban y se dejaban llevar, al parecer, directamente a las bases de entrenamiento. Uno de sus compañeros de trabajo estaba entre ellos.
“Vi a hombres que estaban perdidos y confundidos, y al mismo tiempo muy débiles”, dijo. “No querían luchar por sí mismos. Les daban papeles y los firmaban todos obedientemente. No estaban concentrados. Sólo miraban al espacio, como si se hubieran rendido”.
Para Alexei, las amenazas continuaron durante horas mientras los funcionarios lo presionaban para que firmara la citación militar. Se negó. Se llamó a la policía. No actuaron, pero un guardia policial en la puerta no le dejó salir.
Observó las colas de hombres nerviosos. El trabajador de la ciudad, ebrio, estaba sumido en un profundo sueño. Un miembro de la policía especial de élite de la Guardia Rusa hizo un ruidoso berrinche por el intento de alistarlo.
Alexei llamó a un abogado. Entró en el despacho del comisario militar, grabándole con su teléfono móvil, exigiendo conocer la base legal para retenerle.
“Se enfadó mucho y me gritó que saliera de su despacho”, contó. A las 8 de la tarde, finalmente le permitieron salir. Ahora quiere salir de Rusia, pero teme que lo recluten en la frontera.
“Quiero esperar hasta que esto termine, en un lugar seguro”.
Por Robyn Dixon y Natalia Abbakumova
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