Salman Rushdie, en una insólita disputa con Facebook
Criticó la red social porque alteró su nombre
SAN FRANCISCO.– El escritor Salman Rushdie inundó Twitter con una catarata de furiosos posteos anteayer por la mañana.
Según escribió, Facebook le desactivó su cuenta, le pidió una prueba de su identidad y luego lo convirtió en Ahmed Rushdie, que es el nombre que figura en su pasaporte. Rushdie dijo que jamás había usado su primer nombre, Ahmed, y que todo el mundo lo conoce como Salman.
"¿Acaso Facebook habría convertido a J. Edgar Hoover en John Hoover?", disparó. "¿Dónde te escondes, Mark?", preguntó, en referencia a Mark Zuckerberg, director ejecutivo de Facebook. "¡Da la cara y devolveme mi nombre!"
El universo Twitter se hizo eco de su causa. En menos de dos horas, Rushdie pudo cantar victoria: "¡Facebook se echó atrás! Vuelvo a ser Salman Rushdie. Me siento mucho mejor. A mi edad, no es gracioso tener una crisis de identidad".
Las vicisitudes de Rushdie dejan en evidencia uno de los grandes desafíos de la vida en la era digital: ¿uno es la persona que dice ser cuando está online ? ¿A quién le importa, y por qué?
Mientras Internet se convierte en el ámbito de toda clase de transacciones, desde comprar zapatos hasta derrocar un dictador, se ha abierto un debate cada vez más vital acerca del modo en que la gente se presenta y revela a sí misma en los sitios web que frecuenta.
Por un lado, están los que impulsan un sistema en el cual se usa un tipo de pasaporte digital emitido por una empresa como Facebook, en el que consta el nombre verdadero, y que permite navegar por la Web.
Del otro lado, están los que defienden el derecho a utilizar diferentes alias -y a veces disfraces- para poder consumir y expresar lo que uno quiera, sin temer repercusiones en la vida real.
El debate sobre los seudónimos -conocidos en la Web como nym wars- es central para entender cómo podría ser organizada Internet en el futuro.
Las principales compañías de Internet, como Google , Facebook y Twitter , tienen enormes intereses en juego y, en algunos casos, tienen filosofías corporativas radicalmente opuestas sobre el tema, signo de sus propias ambiciones.
Facebook insiste en eso que ha dado en llamar "identidad auténtica", o sea, el nombre verdadero. Y se ha convertido en un vendedor de pasaportes de facto, que permiten a sus usuarios ingresar en otros siete millones de sitios y aplicaciones con sus mismos nombres de usuario y contraseñas de Facebook.
La red social de Google, Google+, que abrió sus puertas en septiembre, también quiere el nombre verdadero por el que son conocidos sus usuarios en la vida real, y ya canceló las cuentas de varios presuntos transgresores.
Pero Google señaló más recientemente que en el futuro permitirá el uso de alguna forma de alias. Vic Gundotra, el ejecutivo de Google responsable de la red social, dijo el mes pasado que querían estar seguros de que el "clima" seguiría siendo agradable si permitían el uso de seudónimos.
"No es fácil hacer que funcione bien", argumentó.
Twitter, por el contrario, impulsa un abordaje más permisivo, que permite el uso de seudónimos por parte de los seguidores de WikiLeaks y de un gracioso que tiene la cuenta @FakeSarahPalin , entre otros. Pero la suplantación dolosa de otra persona es causal de suspensión.
Consecuencias
El debate sobre la identidad tiene consecuencias materiales. La información unida al nombre real de la persona es muy valiosa tanto para los negocios como para las autoridades del gobierno.
Forrester Research estimó recientemente que las empresas gastan 2000 millones de dólares al año en información personal, y los usuarios de Internet van dejando una huella que Forrester llama "una pisada digital de crecimiento exponencial".
Están también las consecuencias políticas. Los activistas del mundo árabe y de Gran Bretaña han aprendido este año que las redes sociales pueden ser eficaces a la hora de promover levantamientos, pero utilizar el nombre verdadero en esas redes llevaría a las autoridades directamente a la puerta del hogar de los activistas.
"El verdadero peligro para el mundo es si la tecnología de la información se vuelca por una identidad completamente auténtica para todo el mundo -dijo Joichi Ito, jefe del Media Lab del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT)-. En Estados Unidos tal vez a nadie le importe. Pero en Siria, cada chico que use Internet con su identidad a la vista corre riesgo de terminar muerto."
Facebook ha argumentado insistentemente que el uso de la identidad real promueve conversaciones más civilizadas. Para esa red, el uso de la identidad real es también un gran negocio, en especial cuando se prepara para ofrecer transacciones comerciales desde su sitio, como la venta de pasajes aéreos.
Los ejecutivos de la compañía son conscientes de las dificultades de vigilar un sitio con 800 millones de usuarios activos.
Mucha gente se las arregla para utilizar nombres falsos. Y profundizar la política de nombre verdadero podría traer complicaciones en la vida real.
Twitter, por el contrario, ha defendido encarnizadamente el uso de seudónimos y rechaza las exigencias recientes de funcionarios del gobierno británico, quienes después de los disturbios civiles que sacudieron a Gran Bretaña, presionaron a la empresa para que aplicara una política de nombre verdadero.
"Tal vez otras redes estén pidiendo el uso del nombre verdadero porque así les resulta más fácil sacar provecho económico", dijo el director ejecutivo de Twitter, Dick Costolo.
"A nosotros nos interesa más servir a nuestros usuarios", añadió.
Traduccion de Jaime Arrambide
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