Rublo “blue”: los rusos vuelven a las viejas tácticas del mercado negro para sacar su dinero del país
Durante este año la salida de divisas se aceleró, fogoneada por el deterioro de la economía y la huida de los hombres que escapan de la leva para la guerra
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MOSCÚ.- Hace meses que los rusos vienen comprando dólares en el mercado negro para depositarlos en sus cuentas en el extranjero, en respuesta a la prolongada angustia económica por la guerra en Ucrania y ante la preocupación de que la situación se siga deteriorando en los meses y años venideros.
La salida de divisas empezó en los meses posteriores a la invasión, por más que Occidente haya cortado gran parte del acceso de Moscú a dólares y euros frescos. Pero este año, en vez de regresar a los niveles de preguerra, el goteo se mantiene a buen ritmo, según datos del Banco Central de Rusia, fogoneado por la preocupación concreta de los rusos ante la situación económica y por la salida del país de los varones que escapan de la leva.
Los depósitos de los hogares rusos en bancos del extranjero más que se duplicaron desde el inicio de la guerra, hasta alcanzar en abril la suma de 67.300 millones de dólares. Y la salida mensual de rublos hacia cuentas en moneda extranjera en el exterior más que quintuplica los niveles de preguerra.
Ese flujo constante contradice el discurso de los funcionarios del Kremlin sobre la resiliencia de la economía rusa y su capacidad de adaptarse a pesar del impacto de las sanciones de Occidente. Los economistas occidentales no saben si este año la economía rusa retomará la senda del crecimiento o volverá a achicarse, como en 2022, pero la mayoría cree que la guerra y el aislamiento le causarán un grave daño a largo plazo.
Para cambiar sus rublos a dólares o euros, los rusos recurren masivamente a los cambistas informales del mercado negro. Otros han encontrado refugio en los sistemas bancarios de países vecinos, como Georgia, Kazajistán y Armenia, donde todavía pueden tener cuentas en dólares y tarjetas de crédito internacionales. Para sacar su dinero de Rusia, algunos incluso han optado por las criptomonedas.
Rescate de ahorros
Para Stepan Ermakov, un inversionista y bloguero financiero que vive en San Petersburgo y pasa parte de su tiempo en el extranjero, la carrera para sacar sus ahorros de los bancos rusos arrancó el 24 de febrero de 2022, el día de la invasión. De noche, Ermakov recorría los cajeros automáticos de todo de San Petersburgo para retirar dólares, hasta que el Banco Central ruso impuso límites a las extracciones en moneda extranjera.
Pero eso no lo detuvo. Ahora transfiere los dólares desde su cuenta rusa en el Raiffeisen Bank International de Austria a una cuenta comitente que tiene abierta en Estados Unidos, así como a cuentas bancarias en Armenia y Georgia. El dólar es más estable que los rublos, dice Ermakov.
“Con 1000 dólares siempre me puedo comprar un iPhone”, apunta. “Quedarse con los rublos es riesgoso, por el posible escenario de una devaluación del rublo para cubrir la caída de los ingresos por exportaciones del sector del petróleo y el gas”.
Los rusos dicen que hay una confluencia de razones que los impulsa a poner sus ahorros a resguardo de las fluctuaciones del rublo y del sistema bancario ruso. En lo que va del año, el rublo se depreció un 8% frente al dólar por la presión de las sanciones de Occidente sobre el presupuesto ruso. Las potencias occidentales han ampliado el número de bancos rusos sancionados, restringiendo aún más las alternativas para transferir el dinero al extranjero. Para frenar el caos financiero cuando estalló la guerra, el gobierno impuso un control de capitales que luego flexibilizó, pero muchos temen que vuelva a instalarlo.
“La incertidumbre económica es más fuerte que nunca, y ante la perspectiva de una caída de los ingresos en hogares y empresas, la gente quiere cubrirse de la tormenta”, dice Sofya Donets, economista rusa del banco de inversión Renaissance Capital, y estima que durante el resto del año los ahorristas rusos muevan otros 30.000 millones de dólares a bancos en el extranjero.
La fuga de capitales todavía no es tema de preocupación para el gobierno de Moscú, dice Donets. Gracias a la venta de petróleo, a Rusia sigue ingresando una gran cantidad de divisas internacionales. Además, tiene superávit comercial de cuenta corriente, aunque se fue reduciendo a medida que las sanciones energéticas occidentales empezaron a surtir efecto.
El Kremlin flexibilizó algunas de las restricciones para sacar dinero del país que había impuesto en los primeros momentos de la guerra. En cierto sentido, ese control de capitales funcionó demasiado bien: el rublo tuvo un repunte mundial y al mismo tiempo Rusia tuvo ganancias inesperadas por sus exportaciones de energía.
Sin embargo, como hay límite para los retiros y los bancos son reticentes a desprenderse de las divisas que tienen guardadas, los rusos tienen pocas alternativas para hacerse de dólares o euros.
Mudanzas
A eso se suma que cientos de miles de ciudadanos rusos —sobre todo hombres que escapaban de la leva—, se fueron el país llevándose su dinero. Y algunas empresas rusas directamente se mudaron al extranjero. Los rusos también abren cuentas en el extranjero para realizar viajes o ante de la perspectiva de emigrar algún día, y también para comprar productos o contratar servicios no disponibles dentro de Rusia.
Andrey Avramenko se fue de Rusia en marzo del año pasado como modo de protesta contra la guerra. Tras deambular por Europa, se instaló en Alemania. Cuando quiso sacar su dinero, tuvo que esperar 40 días para que procesaran la transferencia, debido al minucioso escrutinio de los bancos.
Avramenko luego creó el sitio web Ohmyswift.ru, donde recopila experiencias con transferencias internacionales. El sitio recibe unas 2000 visitas diarias, con picos de usuarios cuando aparecen nuevas trabas desde el gobierno.
Las transferencias pueden tardar tanto que los rusos recurren a métodos arriesgados, como recurrir a cambistas desconocidos. El año pasado, cuando vivía en Montenegro, Avramenko cambió unos 400.000 rublos por euros con un cambista que anuncia sus servicios por la red de mensajería Telegram, donde proliferan ese tipo de servicios dirigidos a rusohablantes.
Acordaron encontrarse en un restaurante en la ciudad costera de Budva, donde Avramenko hizo una transferencia digital de rublos a la cuenta del cambista en el banco Sberbank de Rusia, y recibió euros en la mano. “La primera vez tomé muchas precauciones, sentía que estaba yendo a comprar droga”, recuerda Avramenko.
Las criptomonedas, que operan por fuera del sistema bancario regulado, también se han convertido en un método para la fuga de capitales. Gregory Shevchenko, un empresario de marketing de Moscú, tenía que abonar una licencia comercial en los Emiratos Árabes Unidos, así que le pagó unos 8000 rublos a unos abogados de Moscú que usaron criptomonedas para realizar la transferencia.
Shevchenko también transfiere rublos a su cuenta en el Freedom Bank de Kazajistán, desde esa cuenta compra dólares, y luego paga el software de su negocio y sus gastos de viaje con la tarjeta Mastercard emitida por el banco kazajo. “Es un colchón, porque también soy varón en edad de ser reclutado”, dice sobre su decisión de tener sus ahorros en Kazajistán.
El dinero ruso cayó como regalo del cielo para los pequeños estados exsoviéticos que podrían haber sido duramente golpeados por la guerra. La rentabilidad bancaria en esos países aumentó, sus monedas se fortalecieron, y los bancos centrales acumularon reservas de divisas. El año pasado, por ejemplo, la economía de Armenia creció un 13%, una de las tasas de crecimiento más altas entre los 196 países relevados por el FMI. Por su parte, la economía de Georgia creció un 10% y la de Kirguistán se expandió un 7%.
Georgia experimentó un aumento del 565% interanual en las transferencias de dinero desde Rusia en el año hasta marzo, mientras que las transferencias a Armenia se dispararon un 382%, según datos de la agencia de calificación de riesgo S&P Global Ratings. Durante 2022, los depósitos de no residentes en bancos de Armenia se duplicaron hasta alcanzar los 3300 millones de dólares, y los extranjeros depositaron casi 514 millones en el sistema bancario de Azerbaiyán y 1500 millones en bancos georgianos. “Es un crecimiento excepcional de los depósitos de extranjeros”, apunta Karen Vartapetov, directora de calificaciones soberanas de S&P.
Un empresario moscovita dice que suele recurrir a las casas de cambio del barrio de rascacielos apodado “la City de Moscú”. Ahí puede comprar todos los dólares que quiera, lo atienden en privado y nadie hace preguntas. La casa de cambio le cobra un 10% de comisión sobre el tipo de cambio oficial, pero la gran ventaja es sacar su dinero del alcance de los caprichos políticos, dice el empresario. “Podés guardarlo debajo del colchón, o cavar un pozo en medio del bosque y dejarlo ahí”.
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