Ron DeSantis, la estrella republicana en ascenso que podría darle pelea a Donald Trump en 2024
El gobernador de Florida, que ganó protagonismo nacional en la pandemia por su flexibilidad ante las normas sanitarias, se perfila como el posible rival de Trump en la interna del partido; el expresidente lo había elogiado
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WASHINGTON.– A principios de este año, el gobernador de Florida, Ron DeSantis, fue una de las estrellas en la conferencia conservadora CPAC, escenario predilecto de la derecha estadounidense por el que desfilan todos los aspirantes republicanos a la Casa Blanca. Este año, la sede del encuentro fue Orlando. Al abrir su discurso, dio la bienvenida a todos “al estado más libre” de Estados Unidos. DeSantis mencionó la palabra “libertad” once veces más en el resto de su mensaje.
“Defendimos la libertad de punta a punta, y el resultado fue que Florida derrotó al ‘Faucismo’”, dijo DeSantis, una referencia al doctor Anthony Fauci, asesor de la Casa Blanca que ganó fama mundial con la pandemia del coronavirus y quedó asociado a las medidas para controlar el virus, que la derecha tomó como una afrenta a la libertad individual.
“La libertad ha prevalecido en el estado del sol”, cerró.
Cuando a un republicano se le pregunta quién es la mejor alternativa a Donald Trump, el nombre más escuchado es Ron DeSantis. Si Trump se corriera y la primaria republicana fuera hoy, DeSantis sería el candidato. Ambos podrían ser rivales en 2024. Para muchos, DeSantis ofrece un trumpismo sin Trump. La revista New Yorker lo describió en un perfil como “Trump con cerebro”, más inteligente, más trabajador, más sofisticado, y mejor preparado que el magnate.
Forjado en Yale y Harvard, donde estudió derecho, DeSantis trabajó como abogado en Guantánamo y en Irak antes de entrar en la política. Ironías de la vida, DeSantis recibió un empujón decisivo por parte de Trump que catapultó su carrera política y allanó su camino para ser gobernador de Florida, en 2018.
“El congresista DeSantis es un joven líder brillante, Yale y luego Harvard Law, sería un gran gobernador de Florida. ¡Él ama a nuestro país y es un verdadero luchador!”, tuiteó Trump a fines de 2017.
Ese mensaje del magnate fue ampliamente recibido como un respaldo formal a DeSantis en la interna partidaria por la candidatura. Poco después, ambos se mostraron en un rally en Tampa. DeSantis comenzó una trepada imparable en las encuestas, se quedó con la candidatura, y en las elecciones legislativas de 2018 ganó la gobernación de Florida por apenas 30.000 votos ante Andrew Gillium, una estrella demócrata en ascenso que luego se desvaneció en escándalos de fraude, drogas y sexo. Trump está convencido de que DeSantis le debe esa victoria, una de las pocas buenas noticias que dejó esa elección a los republicanos. Una “ola azul” devolvió el control de la Cámara baja del Congreso a los demócratas, y ató de manos a Trump el resto de su presidencia.
La pandemia convirtió a DeSantis en una figura nacional. Florida fue, en sus propias palabras, un refugio para la libertad. Un santuario contra “gobiernos izquierdistas” y “gobiernos autoritarios” del país y el resto del mundo.
Mientras Fauci, la gran mayoría de los médicos, las agencias sanitarias y los estados demócratas abogaban por un uso amplio y obligatorio del barbijo, el cierre de escuelas, las cuarentenas y otras medidas extraordinarias para controlar la propagación del coronavirus, Florida era una suerte de versión moderna del wild wild west.
DeSantis fue uno de los gobernadores más laxos durante la pandemia, uno de los últimos en imponerle límites a la gente –y siempre con un enfoque minimalista–, y uno de los primeros en dar luz verde cuando comenzó la reapertura. Al principio, su estrategia generó fuertes críticas, que crecieron a la par del aumento de los contagios de coronavirus. Pero el paso del tiempo, la aparente inagotable resiliencia del virus y el agotamiento de la gente con la pandemia aumentaron el respaldo a su enfoque.
Visibilidad
La derrota de Trump y la llegada de Joe Biden a la Casa Blanca le brindaron a DeSantis un escenario idílico para reforzar su perfil. Con Trump enmudecido de las redes sociales y corrido de la escena política, DeSantis ganó visibilidad, y comenzó a ser una figura regular en la pantalla de Fox News, el canal predilecto de la derecha.
Con Biden en la Casa Blanca, DeSantis encontró el blanco perfecto para diferenciarse y marcar un contraste nítido que hubiera sido imposible con Trump.
“La ‘Bidenflación’ está causando estragos en los trabajadores, las familias y las pequeñas empresas, como consecuencia de la política energética antiestadounidense, las emisiones y los préstamos exorbitantes de dinero y las regulaciones federales contraproducentes”, tuiteó.
En Florida, DeSantis firmó una de las leyes más restrictivas al aborto en el país, que prohíbe la interrupción del embarazo a partir de las 15 semanas salvo cuando la vida de la madre está en peligro o el feto tiene anormalidades fatales.
Otra ley fue bautizada por sus críticos con tres palabras: “No digas gay”. Esa norma, inédita en el país, impide a los maestros del jardín de infantes y hasta el tercer grado hablar en clases de género o de orientación sexual. La Casa Blanca dijo que era una movida “inquietante y peligrosa” contra la comunidad LGBT. Disney, principal empleador de Florida, criticó la ley, y DeSantis contraatacó al revocar privilegios impositivos y regulatorios que tenía la empresa en sus parques de diversiones, desatando una batalla que llegó a los tribunales.
No son pocos los republicanos que ven en DeSantis a un Trump más pulido, más comprometido, y, más importante aún, despojado de una mochila de escándalos. Además de sus causas judiciales, Trump todavía insiste en que perdió su reelección por culpa de un fraude masivo, y quedó pegado al asalto al Congreso del 6 de enero de 2021. DeSantis esquivó una y otra vez, diligentemente, fijar una postura sobre el resultado de la elección y el trabajo de la Comisión del Congreso que investiga el ataque al Capitolio.
“Lo que diría es esto. ¿Por qué no están haciendo más audiencias sobre energía? ¿Por qué no están haciendo audiencias sobre la inflación? ¿Por qué están apaleando constantemente este caballo muerto?”, respondió a principios de junio en una conferencia de prensa, cuando le preguntaron por la Comisión. DeSantis se quejó de que le habían preguntado “100 veces” por el tema. “Tenemos que enfocarnos las cosas que le preocupan a los norteamericanos”, timoneó. Una típica frase de candidato presidencial.
Sus críticos temen por un trumpismo reivindicado y más extremista y envalentonado bajo el ala de una figura fresca y más joven. DeSantis avanza sin sobresaltos a su reelección este año, y en 2024 puede encontrar su momento. Aún resta ver si se enfrentará a Trump –si ambos compitieran–, y si, llegado ese momento, el alumno podrá superar al maestro.
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