Elecciones en Colombia: Rodolfo Hernández, el populista anticorrupción que sorprendió y entró en el ballottage
El ingeniero de 77 años repuntó en las encuestas en las semanas previas a la elección y superó a Fico Gutiérrez, el candidato de la derecha; obtuvo un 28% de los votos y se enfrentará a Petro el 19 de junio
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BOGOTÁ.- “¡Súbase en la ´Rodolfoneta´ antes de que los deje el bus!”. El candidato Rodolfo Hernández no sólo se ha subido a toda velocidad a la furgoneta de las redes sociales pese a sus 77 años, también se convirtió con esa misma celeridad en una sorpresa de las elecciones de Colombia, donde, con el 28% de los votos, obtuvo el pase a la segunda vuelta del próximo 19 de junio frente al candidato de la izquierda, Gustavo Petro.
Cuando ya casi todo apuntaba a un pulso entre derecha/izquierda, tal y como ocurriera en 2018, el abanderado de la Liga de Gobernantes Anticorrupción sumó apoyos a diario en las últimas semanas, empujado por el derrumbe del centrista Sergio Fajardo y el apoyo a última hora de Ingrid Betancourt, quien pidió al líder del Centro Esperanza que también se sumara a la campaña del ingeniero. Las conversaciones entre ambos, Fajardo y Hernández, no han fructificado, pese a que se produjo un acercamiento evidente.
“¡Relocos, papi, relocos!”, ironizó el ´viejito de TikTok´, como le llaman con cariño, una versión muy particular de la adaptación realizada por la rapera Anarkía de la canción Saoko de la española Rosalía.
Hasta ese punto llega el atrevimiento del ingeniero Hernández, el outsider populista quien al frente de la Alcaldía de Bucaramanga se hizo famoso por soltarle una bofetada a un concejal discrepante. Y es precisamente esto, su supuesta mano dura contra la corrupción, lo que ha gustado a los colombianos que quieren un cambio pero que no se fían del pasado revolucionario de Gustavo Petro.
Tanto es así que esta última semana el candidato del Pacto Histórico se ha lanzado con todo en contra de este exitoso empresario de la construcción, quien propone un nuevo contrato social con Colombia a través del cual se redistribuirían los presupuestos que en la actualidad se pierden en el bolsillo de los políticos o en burocracia.
“Hasta el millonario que dice que lucha contra la corrupción es millonario porque es corrupto. Entendámoslo bien: hasta el que se dice que no es uribista es uribista, se toma los whiskys y hace negocio con sus hijos”, disparó Petro contra el ingeniero en su último mitin multitudinario en Bogotá.
La respuesta de Hernández (“Después de buscarme para una alianza, Petro empieza a atacarme cuando las encuestas muestran que soy el único que le puede ganar en segunda vuelta. Miren por dónde pela el cobre. ¿Ya no le sirvo, doctor Petro?”) desnuda cuál es su manual electoral, una mezcla de ingenio y descaro de un cascarrabias. Hernández sorprende por su forma de expresarse, sin tapujos y sin dar tantas vueltas, algo que en buena parte de la conservadora sociedad colombiana se estigmatiza por “grosera”.
“No estoy caliente, yo no regaño a nadie. No estoy bravo [enojado], yo hablo así. Mi personalidad es esa, no la voy a cambiar”, respondió hoy Hernández a su entrevistador en Radio Blu, asustando ante su ímpetu.
¿Un Trump “tropical”?
Sin duda, las mismas características que lo han acompañado en una campaña sin grandes actos y exprimiendo al máximo las conexiones en directo por Facebook y las redes sociales, que lo han llevado a luchar voto a voto contra la poderosa maquinaria del derechista Fico Gutiérrez, respaldado por el gobierno, el uribismo y los partidos tradicionales, y quien finalmente obtuvo cuatro puntos menos que Hernández.
Para la campaña de Petro, Hernández representa la versión “tropical” de Donald Trump. El ingeniero ha mostrado su desacuerdo en uno de sus vídeos más vistos: “No es peluquín (tocándose la cabeza), peluquín usa Trump. Yo no tengo nada que ver con las ideas de este señor. Los corruptos tienen miedo; los colombiano, no”.
La remontada de Hernández también sorprende porque el exalcalde no quiso participar en las primarias de marzo, las mismas que auparon a Petro y a Fico, las mismas que en 2018 dieron ventaja a Iván Duque y al propio exguerrillero. Hace cuatro años, Fajardo lamentó no haber participada en este primer round porque en su remontada en primera vuelta se quedó a unos pocos miles de votos del balotaje, que a buen seguro hubiera conquistado de participar en la primera contienda.
A favor de Hernández también suma una trayectoria de éxito empresarial, golpeada en 2004 por el secuestro de su hija Juliana. La guerrilla del Ejército de Liberación Nacional (ELN), estrecha aliada hoy de Nicolás Maduro, “compró” a la joven, secuestrada inicialmente por delincuentes comunes. Hernández se negó inicialmente a pagar el rescate y nunca más supieron de Juliana, pese a la mediación del expresidente Juan Manuel Santos durante los diálogos de paz. “A ella la ajusticiaron ante mi negativa a no sacar plata para pagar al grupo armado”, señaló el candidato durante uno de los debates de la actual campaña.
“Hernández, a ojos de sectores ciudadanos importantes, encarna el hastío frente a la corrupción y el hartazgo con los políticos tradicionales. Rodolfo ha sido consistente en negarse a cualquier alianza. Sólo habla de corrupción y nada más. De hecho, ni siquiera tiene propuestas de fondo para implementar su discurso anticorrupción”, destaca el analista Rafael Nieto.
Acusaciones de corrupción que también han llamado a su puerta y que incluso serán enjuiciadas en julio. La Fiscalía le achaca contrataciones indebidas en la recogida de basuras de Bucaramanga, aunque Hernández se defiende asegurando que sólo trataba de evitar la misma burocracia que tanto critica.
Este artículo fue publicado por primera vez el 23 de mayo y actualizado el 29 de mayo
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