Robots, cápsulas, osos de peluche y maniquíes: así se adaptan los restaurantes al coronavirus
WASHINGTON.- Máscaras. Guantes. Paneles divisorios. Distanciamiento social. Y desinfectante, mucho desinfectante. A medida que los países empiezan a asomar la cabeza después de la cuarentena por el coronavirus que marcó a fuego la oleada inicial de la pandemia, los restaurantes están dando pasos para volver a atraer a la clientela.
El martes, después de casi tres meses cerrados, los cafés de París empezaron a atender en sus mesas al aire libre, pero más separadas que antes. En el resto de Francia, los restaurantes reabrieron por completo. Y en muchos otros países que impusieron cuarentenas estrictas para frenar la propagación del virus ya está pasando lo mismo.
Pero en algunos aspectos la vuelta al negocio no es sinónimo de volver a las cosas como eran antes y los restaurantes ensayan nuevas medidas para convivir con el coronavirus.
Las mamparas de acrílico y los paneles divisorios de plástico para separar a los comensales empezaron a verse en toda Asia. Y los restaurantes de Europa siguen el ejemplo.
En Francia, un restaurante está tratando de atraer clientes con unas cápsulas de acrílico que aíslan a cada comensal y que son una novedad en sí mismas. Mathieu Manzoni, que maneja el restaurante parisino H.A.N.D., dice que esas cápsulas de protección son una opción "más seductora y poética" para los clientes que no quieren correr riesgos. El diseñador de las Plex’Eat, nombre que le han dado a estas burbujas plásticas suspendidas del techo, dice haberse inspirado en unas cápsulas que vio en un negocio de Tailandia.
Para que los locales no parezcan inquietantemente vacíos por la separación entre las mesas y la distancia entre los comensales, algunos piensan usar maniquíes. Los dueños de los restaurantes, en todo caso, esperan que esos maniquíes no resulten aterradores como esas muñecas que siempre aparecen sentadas en una silla en las películas de terror.
Un restaurante de Vilna, capital de Lituania, vistió a sus maniquíes con ropa de diseñadores locales. "Queremos llenar el lugar de cosas divertidas", dice el propietario, Patrikas Ribas. Otros restaurantes optaron por enormes animales de peluche, sobre todo los osos, que parecen ser un popular elemento de utilería que ayuda a mantener la distancia sin perder la alegría.
Es probable que la era de los menúes manoseados y grasientos haya llegado a su fin. Los restaurantes tendrán que repensar todos los estándares del servicio de mesa, desde el menú y el salero hasta el respaldo de las sillas que toca medio mundo.
Como alternativa al menú impreso están surgiendo los códigos QR: basta escanearlo con el celular para acceder directamente a la oferta gastronómica del lugar.
A los restaurantes de Italia se les exige que lleven un registro con la información de contacto de todos los clientes, que deben conservador durante un cierto tiempo, en caso de que más tarde se sepa que algún comensal estaba infectado. Pero ese enfoque tiene su lado oscuro. En algunos países, incluida China, el rastreo por código QR para combatir el virus profundizó aún más el control y la vigilancia del gobierno.
En un restaurante del sudoeste de Holanda, los propietarios están probando robots que sirven y retiran los platos. En un café de Corea del Sur, tienen un robot que toma el pedido y sirve los tragos.
Las pruebas con robots de servicio en los restaurantes vienen de mucho antes que la pandemia de coronavirus, pero ahora hay un renovado auge de prototipos que ayuden a reducir ese contacto persona a persona que es responsable de la propagación del virus. El costado negativo, sin embargo, sigue siendo el mismo que antes: la posible pérdida de puestos de trabajo, justo en momentos en que el desempleo está por las nubes.
The Washington Post
(Traducción de Jaime Arrambide)
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