Revuelo por la fastuosa fiesta de cumpleaños de Emmanuel Macron en un castillo
El presidente de Francia celebró sus 40 años en un establecimiento del siglo XVI; "¿tenemos acaso un rey'", se preguntó un legislador opositor
PARÍS.- Un torbellino de reacciones estalló en la clase política de Francia por la decisión del presidente Emmanuel Macron de festejar su 40° cumpleaños con una fiesta familiar en el castillo de Chambord, un gesto que -según sus adversarios- marca una inquietante fascinación por la pompa monárquica.
“¿Tenemos un rey?”, fingió asombrarse el diputado Lionnel Luca, del Partido Republicano (derecha conservadora).
Aunque el jefe del Estado recién comenzará a ser cuadragenario el próximo jueves 21, la celebración se realizó anoche -por anticipado- en un salón del fastuoso castillo construido hace cinco siglos por el rey Francisco I en el cénit su gloria.
Esa joya de la arquitectura está ubicada a 180 kilómetros al suroeste de París, en el corazón histórico de Francia, entre las ciudades de Blois y Tours.
A pesar de la marejada de comentarios que suscitó el acontecimiento en las últimas 48 horas, el palacio del Elíseo se apresuró a aclarar que se trata de una celebración de “carácter privado” a la que asistieron únicamente los miembros del círculo familiar más íntimo. "Emmanuel Macron pagará todos los gastos de su bolsillo. La celebración no le costará un solo euro al Estado”, aclaró un alto funcionario de la presidencia.
Los responsables del palacio rehusaron indicar qué sala había reservado Macron. Pero se sabe que el presidente alquiló por una velada de 6 horas -de las 6 de la tarde a medianoche- uno de los siete recintos que propone el palacio para organizar congresos, reuniones, cenas, fiestas y cócteles. Esos espacios, que durante el día están abiertos al público, recién comienzan a funcionar después de las horas de visita.
Los mismos tienen superficies que oscilan entre 70 y 150 m2, y pueden acoger entre 60 y 400 personas sentadas en un marco de extremo refinamiento. Cada una de ellas ofrece un decorado diferente, pero todas respetan el estilo renacentista ordenado por el rey Francisco I entre 1515 y 1547, con vigas talladas, espesos cortinados bordados en color verde y oro, cuadros y bustos de los grandes personajes de la historia de Francia, enormes chimeneas y trofeos de caza.
Una cena en esa catedral de la elegancia puede costar entre 90 y 250 euros por persona, según la fórmula que se elija.
Además de una gastronomía que nunca decepciona a los sibaritas, el mayor atractivo de Chambord reside probablemente en su refinamiento y en el impacto que produce comer en el corazón de la historia de Francia.
Francisco I, que durmió en ese castillo apenas 72 noches de sus 32 años de reinado, solo lo utilizaba para cazar en el extenso bosque contiguo de 1500 hectáreas, habitado por más de 1500 ciervos, jabalíes y carneros del Mediterráneo importados de las islas de Córcega y Cerdeña.
Pero como también fue uno de los mayores mecenas de la realeza francesa, Chambord es célebre por haber acogido en el siglo XVI a algunos artistas del Renacimiento, como Benvenuto Cellini, Andrea del Sarto y, sobre todo, Leonardo de Vinci.
Mientras Francisco I terminaba la construcción de Chambord, hizo venir a Leonardo, que atravesó los Alpes a lomo de mula -cuando tenía 64 años- trayendo en sus baúles las telas de sus tres obras maestras: “San Juan Bautista”, “La Virgen, el Niño Jesús y Santa Ana” y “La Gioconda”. Instalado por el monarca en el palacio de Cloux, contiguo al castillo de Amboise que ocupaba Francisco I, aportó innumerables ideas a la construcción de Chambord.
Macron inició su inmersión en el espíritu de Chambord desde el viernes por la noche, cuando se instaló con su esposa Brigitte en la “Maison des réfractaires”. Junto con el matrimonio también viajaron las hijas y las nietas de la primera dama.
La “Maison des réfractaires” es una antigua residencia forestal transformada en hostal de cuatro estrellas, ubicada a 200 metros del castillo. El conjunto está dividido en dos viviendas, conocidas como “Ciervo” y “Salamandra”, que pueden acoger 8 personas cada una. El presidente “pagará menos de mil euros”, según el Palacio del Elíseo.
La tarifa oficial indica que el precio del fin de semana en temporada alta -como en el caso actual, en vísperas de Navidad- se eleva a 990 euros.
Ayer, el presidente y su familia se desplazaron hasta el zoológico de la ciudad de Beauval, a 50 km de Chambord, para que sus nietas conocieran al bebé panda Yuan Meng que acaba de nacer y que fue apadrinado hace dos semanas por Brigitte Macron.
Aunque Macron se esforzó en limitar su cumpleaños al marco privado, su decisión de festejar el acontecimiento en un castillo emblemático de la realeza francesa dio origen a un vendaval de críticas. Desde varios sectores brotaron comentarios que criticaron el “fasto” presidencial que contrasta con las recientes medidas de austeridad adoptadas por su gobierno.
Martine Billard, diputada del partido de ultraizquierda Francia Insumisa, interpretó el festejo como la “prueba de los sueños de monarca que tiene Macron y su total desprecio por el pueblo”.
"¡Qué idea absurda! Yo soy tan profundamente republicano que todo lo que tiene que ver con los símbolos de la realeza me exaspera. ¡Me parece francamente ridículo!", se escandalizó el líder de los insumisos, Jean-Luc Melenchon.
Numerosos dirigentes, como la senadora ecologista Esther Benbassa, hicieron un paralelo entre el suntuoso festejo y la decisión del gobierno de no acordar un aumento suplementario al salario mínimo.
Una obra fruto de un capricho
- El castillo de Chambord, en el valle del Loira, es patrimonio mundial de la Unesco y recibe cerca de un millón de visitantes al año; fue construido entre 1515 y 1547 por un capricho del rey Francisco I, para usarlo como pabellón de caza
- De estilo renacentista francés, se destacan ocho torres inmensas, 440 habitaciones, 365 chimeneas y 84 escaleras; está rodeado de un frondoso bosque
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