La crisis del euro tendrá un efecto mundial
LONDRES.- El fracaso de la eurozona podría generar una onda expansiva que afectaría al planeta entero, cambiaría el equilibrio de poder geopolítico y desencadenaría, muy probablemente, una revaluación fundamental de cómo será el futuro del mundo.
Esta semana, Francia y Alemania, que desde la década de 1950 son las fuerzas que impulsan la integración europea, habrían comenzado a hablar de una Europa a dos velocidades, con una eurozona más pequeña y fuertemente integrada, y un círculo exterior más laxo.
Las estimaciones acerca de las reales posibilidades de que la unión monetaria se quiebre, de los daños que podría causar esa ruptura y de lo que quedaría después varían enormemente. Pero mientras los líderes europeos siguen haciendo esfuerzos por encontrarle una salida creíble a la crisis, la perspectiva de que uno o más países abandonen la eurozona y de que, en consecuencia, caigan en default de sus deudas soberanas, se percibe cada vez más cercana.
De repente, los expertos, los planificadores y otros observadores comienzan a cuestionar uno de sus presupuestos fundamentales: que una Europa cada vez más integrada sería uno de los jugadores clave del nuevo mundo multipolar del siglo XXI. "Uno de los grandes pilares de la globalización, Estados Unidos ya entró en un período de dificultades y de introspección", dijo Thomas Barnett, jefe de estrategias de la consultora Wikistrat, que recibe cada vez más consultas sobre los posibles escenarios a futuro. "Ahora, otro de esos grandes pilares, Europa, está a punto de hacer implosión."
Según Barnett, eso haría que el poderío europeo -que hace unos pocos años representaba una parte importante del G-7- siga en declive, mientras continúan su ascenso China, la India, Brasil y otros emergentes.
Los analistas dicen que por lo menos el mundo deberá acostumbrarse a que Europa perdió gran parte de su confianza y que tiene mucho menos deseo de involucrarse internacionalmente.
Tantas reuniones entre líderes mundiales habrían echado por tierra la idea de que existen sistemas de gobierno global y habría arruinado la reputación de toda una generación de la elite política y económica. Parte de ese daño tal vez ya sea irreversible.
"Aunque por arte de magia la crisis terminara mañana mismo, los demás actores estratégicos del mundo ya comenzaron a revisar la opinión que tenían sobre Europa", dijo Thomas Kleine-Brikhof, experto de la Fundación George Marshall, un grupo de estudios sobre Europa con sede en Washington.
"Cualquier consenso que existiese sobre Europa como un bloque que se encontraba en el camino cierto de la integración y que se convertiría en un actor único desapareció", añadió.
El hecho plantea interesantes interrogantes sobre lo que sucederá en otras partes del mundo, donde existían expectativas sobre la conformación de otros bloques regionales que gradualmente se congregarían en entidades similares a la Unión Europea y hacia una mayor integración.
"Se suponía que Europa era el modelo a seguir", dijo Nikolas Gvosdev, profesor de estudios de seguridad de la Escuela de Guerra Naval norteamericana. "Esa idea será cuestionada."
Para algunos, cualquier desenlace que tenga el conflicto de la eurozona -ya provoque un colapso más amplio de la UE o no- será visto como un signo de la acelerada y anticipada decadencia de Occidente.
"La India, China y las otras nuevas potencias no ven sólo una crisis de la eurozona -dijo Kleine-Brokhoff-. Ellos ven una crisis del mundo rico y reconfirma su certeza de que su momento ha llegado."
Pero esa interpretación podría ser una ilusión. "Nadie tiene motivos para reír? No creo que nadie vaya a salir ganando", dijo Michael Denison, director de investigaciones de la consultora Control Risks. "Se produciría una crisis bancaria y de las deudas soberanas perjudicial para todos", advirtió.
Mientras los Estados relativamente autosuficientes podrían no verse demasiado afectados, la mayoría de los analistas coinciden en que otros mercados emergentes podrían sufrir la crisis desmesuradamente.
Mientras Estados Unidos y otro puñado de países, como Suiza, gozarían de su estatus de paraíso seguro y recibirían capitales, la consultora de inteligencia Stratfor cree que China podría ser el mayor perdedor.
"Se produciría una caída abrupta del flujo de capitales hacia países como Vietnam, Brasil y partes de Africa", dijo Peter Zeihan, vicepresidente de estrategia de Stratfor. "También será el fin del milagro económico chino. Europa es su mayor comprador individual. El enorme impacto que tendría sobre China podría incluir una revolución social."
Frente a la que podría ser percibida como una creciente y despiadada fragmentación del mundo, muchos países podrían tomar los asuntos en sus propias manos en vez de recurrir a instancias multilaterales.
Barnett dice que todo depende de lo que emerja si el euro cae. Si, como muchos sospechan, sobrevive una eurozona restringida alrededor de Alemania, el enfoque geopolítico del continente podría revertirse.
El Norte, sugiere Barnett, centraría su atención en el Este, dando prioridad a lo que podría convertirse en una relación corporativista o de confrontación con Moscú. Los Estados del Sur, por el contrario, buscarían integrarse más estrechamente con Africa del Norte y el resto del Mediterráneo, una región que tal vez quedaría bajo la égida de una Turquía que vería asegurado su liderazgo.
Para Barnett el euro todavía es salvable, pero es posible que no exista la voluntad política de hacerlo.
"Europa es como un matrimonio de hecho que nunca pisó el altar, y que ahora parece ir camino a la disolución -dice Barnett-. No tendría por qué ser así, uno hubiese querido que no ocurriera, pero estamos atravesando una época de inmadurez política."
Es muy probable que en Europa y en otras partes recrudezcan las protestas, aunque debería evitarse el aumento de la violencia.
"Esto no es como la división de la ex Yugoslavia", dijo Denison. Pero hay otros que no están tan seguros. Angela Merkel advirtió que el fracaso del euro podría dañar durante décadas la paz que la moneda única y la UE debían cimentar. Algunos temen que los riesgos se hayan exacerbado ante la incapacidad de las elites de Europa de aceptar hasta último momento que el proyecto del euro podía fracasar.
"Es muy difícil decir algo al respecto y no quedar como un pájaro de mal agüero o un adicto a los malos pronósticos", dijo Paul Cornish, profesor de política internacional del la Universidad de Bath.
"Es posible que nos resistamos con obstinación a ver los signos del cambio porque no nos gusta lo que vemos. La caída del euro podría generar inestabilidad profunda, con posibles tensiones y conflictos. Y descubriremos que no estamos preparados para enfrentar lo que se viene."
Traducción de Jaime Arrambide
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