Revés para la reforma económica de Francisco: renunció el auditor general
Junto con el cardenal George Pell, el experto contable Libero Milone auditaba la economía de la Santa Sede
ROMA.- En lo que muchos interpretaron como un revés en el proceso de reforma de las finanzas vaticanas emprendido por Francisco, renunció sorpresivamente a su cargo, sin explicaciones, el auditor general de la Santa Sede, el experto italiano Libero Milone.
"Se informa que el doctor Libero Milone ha presentado ayer al Santo Padre su renuncia al cargo de auditor general. El Santo Padre la ha aceptado. Concluye así, de común acuerdo, la relación de colaboración con la Santa Sede", anunció ayer un escueto comunicado del Vaticano. La Santa Sede pondrá en marcha "cuanto antes" el proceso para nombrar un sucesor.
La noticia de la renuncia de Milone -cuyo motivo seguía siendo un misterio- causó gran sorpresa. Y, según expertos, reflejó la existencia de una interna que podría poner en peligro la reforma -para que haya limpieza y transparencia en las finanzas vaticanas- impulsada por Francisco. De hecho, era un secreto a voces que, junto al cardenal australiano George Pell, prefecto de la Secretaría para la Economía, Milone se había enfrentado a otras oficinas pontificias. En mayo pasado, por ejemplo, en una carta enviada a todos los dicasterios, Pell y Milone pidieron que nadie tuviera en cuenta una solicitud que había hecho a la APSA (Administración del Patrimonio de la Sede Apostólica) para que todos los entes le dieran informaciones financieras a la empresa externa PricewaterhouseCoopers (PwC). La APSA, que controla el millonario patrimonio inmobiliario de la Santa Sede, está manejada por el cardenal Domenico Calcagno, próximo al cuestionado cardenal Tarcisio Bertone, muy influyente en el anterior pontificado.
Luego de una larga carrera que lo llevó a ser director mundial de recursos humanos de Deloitte & Touche, Milone, experto contable reconocido en todo el mundo, que trabajó en otras grandes empresas, como Wind, Fiat, Telecom, entre otras, aceptó en junio de 2015 ser el primer auditor general de la Santa Sede. Su mandato era inicialmente de cinco años. Poco después de asumir, su PC había sido violada, en un primer miniescándalo.
La figura del auditor general había sido creada por Francisco en 2014, cuando también instituyó la Secretaría de Economía. El titular de este nuevo cargo de control depende directamente del Papa y tiene el poder de involucrarse, con el fin de auditar balances y cuentas, allí donde lo crea necesario en el Estado de la Ciudad del Vaticano.
Milone, de 69 años, había participado activamente para que las cuentas de la Santa Sede alcanzaran los estándares internacionales. Hace tan sólo tres meses, en una entrevista con el Corriere della Sera, este experto italiano se había manifestado muy cómodo con este cargo clave. "Iré hasta el fondo con gran entusiasmo. No busqué este trabajo, para el que he sido seleccionado por una gran empresa internacional... Pero estoy muy motivado por el privilegio de estar a disposición del Papa, el único a quien responde mi oficina, y por poder hacer mi pequeña parte para una reforma decisiva para el Vaticano. Una reforma que quizás aún no ha sido comprendida en todo su alcance", había dicho.
Según la prensa italiana, en abril Milone había declinado una propuesta para sumarse al directorio de la RAI, alegando que prefería preservar su "libertad de movimiento". Los conflictos internos, evidentemente, cambiaron abruptamente sus planes.