Revelan nexos entre Enron y la administración Bush
Varios funcionarios tuvieron cargos en la empresa y también poseían acciones
NUEVA YORK.- El escándalo Enron agregó otro capítulo al revelarse las conexiones entre el gobierno de George W. Bush y el gigante energético que cayó en bancarrota: el diario The Washington Post difundió ayer documentos financieros que indican que 35 miembros del equipo del presidente tuvieron acciones de la compañía.
Algunos, como el consejero político de Bush, Carl Rove, tenían acciones por cientos de miles de dólares. Otros, entre ellos el representante comercial Robert Zoellick y el asesor del Ministerio de Comercio Theodore Kassinger, trabajaron como consultores pagos de Enron.
El secretario de Ejército, Thomas White, fue por una década uno de los vicepresidentes, por lo cual se lo recompensó con una cartera accionaria de entre 25 y 50 millones de dólares. De todas formas, muchos de esos funcionarios vendieron sus acciones antes de que Enron quebrara, en la mayoría de los casos porque estaban obligados a hacerlo para no generar un conflicto de intereses.
El diario agrega que no hay indicios de que las vinculaciones entre el gobierno y Enron violen los códigos éticos. La empresa había establecido vínculos tanto con republicanos y demócratas del Congreso.
El volumen de las relaciones entre Enron y el Poder Ejecutivo reveló, según el diario, "la capacidad de infiltración en los palacios del poder de una empresa particularmente agresiva y en primera fila entre los grandes contribuyentes a la política".
El Washington Post también se detuvo en el caso de Lawrence B. Lindsey, que en 2000 era asesor económico del entonces candidato a la presidencia George W. Bush y a la vez se desempeñaba como un consultor asalariado de Enron.
Kenneth Lay, presidente de Enron, convenció a Lindsey de las ventajas de los negocios de su empresa y luego Lindsey acopló las ideas de Lay a la política energética del programa de la campaña de Bush.
Contribuciones
La quiebra de Enron dejó al descubierto los gestos de generosidad de esa empresa con el poder político y reactivó el debate sobre la financiación de los partidos. Además, puso en el tapete un conflicto de intereses, ya que muchos legisladores que ahora deben investigar a Enron en el Congreso recibieron contribuciones de campaña de la empresa.
Aunque el fenómeno no es nuevo, la magnitud de las contribuciones de Enron, que financiaron con cientos de miles de dólares la campaña presidencial de Bush y las de muchos parlamentarios, han puesto a las autoridades en problemas.
"El escándalo Enron puso en evidencia una cultura de contribuciones financieras ilimitadas a cambio de una influencia que afecta a cada uno de nosotros", declaró Scott Harshbarger, director de Common Cause, que denuncia el rol que ha adquirido el dinero en la política.
Arthur Andersen, firma que fue despedida como auditora de Enron, también figura entre los mayores contribuyentes, con 1,3 millón de dólares desde 1998.
Por otro lado, la Casa Blanca admitió que el vicepresidente norteamericano Dick Cheney no sólo se reunió repetidamente con la cúpula de Enron durante la elaboración del plan energético estadounidense, sino que también intentó ayudar a la empresa a cobrar un crédito de 64 millones de dólares en India, ligados a un proyecto energético en ese país.
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