Resignados, los brasileños se adaptan a la devaluación
Con el dólar en su nivel más alto en cuatro años, pierden su poder de consumo
RÍO DE JANEIRO.– A Rogéria Andrade no le hace falta ver las tapas de las revistas políticas de esta semana en Brasil ni leer los diarios para saber que la moneda brasileña se devaluó. Trabaja como empleada doméstica en el barrio de Urca, en el sur de Río, y siente, como muchos otros brasileños, que el dinero "ya no alcanza como antes".
"No ahorro más en reales. Desde hace un tiempo, cada vez que cobro voy corriendo a comprar dólares. Por la inflación, con los mismos reales compro mucho menos, por eso guardo dólares, porque quiero poder viajar y tener mi casa linda", dice Rogéria.
Desde hace unos meses, el real está cayendo aceleradamente. Este mes llegó a cotizarse hasta 2,45 por dólar y se situó en sus nivel más bajo frente a la moneda norteamericana en cuatro años. En lo que va de 2013, se depreció cerca del 20% en relación con el dólar y lo que más preocupa al gobierno de Dilma Rousseff es el impacto que eso puede tener sobre la inflación, que se ubicó el mes pasado en un 6,27%, apenas por debajo de la meta fijada, que es de 6,5% al año.
"Brasil dejó de ser el niño mimado del mercado, como reflejo de las políticas equivocadas del gobierno, que abandonó el trípode económico que venía desde la época de Fernando Henrique Cardoso, basado en un régimen de metas de inflación, tasa de cambio flexible y equilibrio fiscal", dijo a LA NACION Eduardo Andrade, doctor en Economía y profesor del Instituto de Enseñanza e Investigación (Insper).
"El ambiente macroeconómico se deterioró mucho durante la gestión de Rousseff y la confianza de los empresarios está en baja. Por eso no es sorprendente que el real sufra más. La incertidumbre económica es más grande ahora y el contexto resulta menos atractivo para las inversiones, así que el ritmo de la actividad económica se va a ver perjudicado también", agrega Andrade.
Con la recuperación económica y la suba de la tasa de interés en Estados Unidos, los capitales comenzaron a migrar de países emergentes, como Brasil, lo que acarreó el debilitamiento del real. Y eso repercute en la vida cotidiana de los brasileños.
La devaluación no sólo tendrá impacto sobre los viajes, las compras en el exterior y los productos importados, sino también sobre el precio de las materias primas. "Aquellos acostumbrados a comer carne argentina o ir a una pizzería pronto sentirán el impacto de la devaluación, porque las materias primas, que deben ser adquiridas en los mercados externos en dólares, van a costar cada vez más reales", indicó el economista y profesor de la Universidad de San Pablo (USP) Manuel Enriquez García.
Entre el repunte de las economías en crisis y la disparada del dólar, la incertidumbre crece día tras día en Brasil, sobre todo con respecto al rumbo económico que tomará Dilma, cuando falta poco más de un año para las elecciones presidenciales.
La presidenta dijo el miércoles pasado que su país tiene las armas para enfrentar el fortalecimiento del dólar en el mundo, entre ellas, su importante volumen de reservas internacionales, que llegan a los 372.000 millones de dólares. También anunció el lanzamiento de un programa para intervenir en los mercados de divisas mediante la inyección de hasta 60.000 millones de dólares en lo que resta de 2013 para frenar la volatilidad del tipo de cambio. Sin embargo, Andrade opinó que Rousseff debería tomar una postura más "pragmática" y "retomar la seriedad en el trato de las cuentas públicas, la confianza de los inversores y consumidores, y programar reformas que favorezcan el crecimiento a largo plazo". Pero estimó: "No va a pasar porque políticas que aseguren eso no ayudan a nadie a ganar elecciones en el corto plazo".
En una librería del barrio de Ipanema, la empresaria Alicia Lopes reflexionó acerca de cómo se está viendo afectada. "Todo está más caro. Tengo comprado un viaje a Estados Unidos, que no voy a cancelar, pero estoy pensando seriamente en las compras que voy a hacer allá. Debería cambiar mi computadora, pero por ahora no lo voy a hacer, porque comprar en dólares está muy caro y los productos importados también. En este momento, hay que esperar y ver qué va a pasar en el futuro", expresó.
Dilma también tendrá que esperar para ver cómo evolucionan las medidas contra la depreciación del real, ya que la devaluación y una inflación cada vez más alta podrían complicar sus planes de ser reelegida. El panorama para ella se volverá aún más negro si, efectivamente como sostuvo el profesor del Insper, los brasileños se ven obligados a colocar el freno en el pedal del consumo. "Antes de las protestas de junio, la presidenta ya estaba reelecta. Hoy, es la favorita. A mediados del año que viene, no descartaría un escenario donde sea menos competitiva. Como decía la campaña de Bill Clinton: «¡Es la economía, estúpido!». El elector vota en función de las perspectivas económicas", puntualizó Andrade.
Dilma, amante de las escapadas de incógnito
La escapada en una Harley Davidson en la que recorrió de incógnito las calles de Brasilia no fue un evento aislado en la vida como presidenta de Dilma Rousseff. Un informe publicado ayer en Folha de S. Paulo revela que el episodio fue apenas uno más de las recurrente "huidas" de la presidenta, que acostumbra burlar a sus guardaespaldas.
"Cristal", el nombre secreto con el que los guardias de seguridad la designan, acostumbra visitar a escondidas familiares suyos en Brasilia a bordo de un automóvil "camuflado". También insiste en salir a pasear "sola" cuando viaja al extranjero.