Resignación y protestas: las reacciones en Italia y Francia al cierre de escuelas
Algunos gobiernos de Europa volvieron a las clases virtuales por unas semanas como estrategia para frenar el avance del coronavirus
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Durante la primera ola de la pandemia de coronavirus, una de las medidas más comunes dentro de los diversos planes de contención del coronavirus fue el cierre de todo centro escolar. Su apertura causaba temor. Sin embargo, la ciencia demostró que los chicos no son, como se creía en un comienzo, supercontagiadores, ni tampoco transitan la enfermedad del mismo modo en que proporcionalmente lo hacen los adultos, ni llegan a desarrollar efectos tan intensos.
Con esta información, sumada a las consecuencias devastadoras para el aprendizaje y el bienestar de los niños, muchos países retomaron paulatinamente la modalidad presencial –o híbrida– con estrictos protocolos sanitarios y procuraron no cerrar las aulas en el futuro aún cuando aumentaran los contagios. Sin embargo, con la llegada de la tercera ola a Europa y el lento avance de las campañas de vacunación, algunos gobiernos se vieron obligados a endurecer las restricciones otra vez y extendieron las vacaciones de primavera, manteniendo a los alumnos alejados de las escuelas por unas semanas. Italia lo hizo entre el 15 de marzo y el 7 de abril y Francia entre el 5 de abril al 3 de mayo (con vacaciones entre el 12 y el 26 de abril).
Italia
En Italia, donde ni siquiera durante la Segunda Guerra Mundial dejó de haber clases, la prolongada suspensión que hubo el año pasado, en la primera ola de coronavirus –desde el 4 de marzo hasta el fin del ciclo lectivo 2019-2020 en junio–, generó muchísima polémica y provocó ola una de protestas pacíficas de parte de los padres en diversas plazas del país. Primero porque la mayoría de las naciones europeas no habían tenido cierres tan prolongados, y segundo, por los efectos dañinos de la “DAD” –didáctica a distancia–, sobre todo en los sectores más vulnerables y en los alumnos más chicos.
Es por eso que cuando en septiembre pasado, cuando comenzó el año lectivo 2020-2021, pese a la llegada de la segunda ola, las cosas fueron distintas. Con una Italia en semicuarentena y dividida por colores de acuerdo al índice de contagio, a diferencia de lo que pasó en marzo de 2020, las escuelas de la infancia y primaria nunca cerraron, incluso en las zonas rojas, hasta que llegó la tercera ola (la actual). Esta determinó un nuevo cierre total, que tuvo lugar desde el 15 de marzo pasado, hasta el 7 de abril. Entonces volvió a haber un confinamiento duro que incluyó las vacaciones de Semana Santa, en los que hubo ayudas económicas para los padres que se vieron obligados a quedarse en casa porque tienen hijos pequeños, el llamado “bonus baby sitter”.
América Latina, que es una suerte de espejo de lo que ocurre en Europa, está siguiendo el mismo rumbo. Ayer el presidente Alberto Fernández anunció la suspensión de clases en el AMBA por dos semanas para frenar los contagios en la Argentina, una decisión que ocasionó un encendido debate y un quiebre con la Ciudad, que presentará un amparo ante la Corte Suprema.
Pero desde el 7 de abril, salvo los secundarios –que están yendo en un 50%-75%, aunque si los números de la epidemia mejoraran, se apunta a un 100%–, todos los alumnos italianos han vuelto a ir al colegio en forma presencial. El gobierno de unidad nacional del primer ministro, Mario Draghi, dejó en claro que la escuela es un prioridad. Para que los chicos de todas las edades puedan seguir yendo en forma presencial, pese a las presiones y protestas de muchos sectores, decidió demorar la reapertura de otras actividades económicas, como bares y restaurantes, hasta fin de mes, y acelerar la campaña de vacunación.
Según expertos, la reapertura de la escuela no significa una gran incidencia en el aumento de la curva de contagios. Las escuelas son consideradas espacios “seguros” porque se organizaron con protocolos que implican bancos individuales, horarios de entrada y salida escalonados, el uso obligatorio del barbijo y del alcohol en gel. De todos modos, hay y ha habido casos de alumnos que dieron positivo, que implicaron cuarentenas para diversos cursos. Pero el gran problema en Italia sigue siendo la cuestión de los transportes públicos, que no fueron potenciados y por lo tanto van llenos, lo que da lugar a posibles contagios.
Francia
Ejemplo casi único en Europa, después del primer confinamiento en marzo del 2020, Francia adoptó desde entonces la estrategia de dejar abiertas las escuelas contra viento y marea.
Brevísimo paréntesis: guarderías, escuelas primarias y secundarias estuvieron cerradas la primera semana de abril, antes de que los niños partieran dos semanas para las vacaciones de Pascua. Yendo contra su propia política, el gobierno del presidente Emmanuel Macron se resignó a tomar esa medida ante un virus cuyas nuevas variantes estaban a punto de desmoronar el sistema hospitalario, que aún hoy no consigue recuperarse.
Las autoridades, que siguen insistiendo en que el virus circula en las escuelas “pero no más que en otras partes”, decidieron cerrar los establecimientos escolares la semana del 5 de abril y poner todo el territorio nacional en vacaciones escolares a partir del 12 de abril, una excepción, ya que los recesos escolares en el país nunca son generales, sino que se hacen siempre por zonas.
El retorno presencial se hará el 3 de mayo para el colegio secundario, mientras los estudiantes universitarios seguirán asistiendo solo un día por semana. El resto será por videoconferencia.
Los franceses esperaban esa decisión pues el gobierno filtró la posibilidad con mucha anticipación, mientras los expertos sanitarios exigían medidas aun más firmes para frenar la pandemia y poderla controlar antes del verano, gracias a la vacunación. Por eso no hubo demasiada oposición… excepción hecha de la histórica costumbre de este pueblo de protestar por todo lo que proponen las autoridades.
Para aquellos que consideran una irresponsabilidad dejar las escuelas abiertas en plena pandemia, el Ministerio de Educación decidió que, cuando aparece un solo caso positivo en una escuela, la clase afectada debe cerrar. Ahora, que tests menos agresivos para los pequeños están disponibles, las escuelas organizan también controles permanentes.
Francia considera que es mucho más peligroso dejar a los niños fuera de la escuela que recibirlos en las aulas, respetando las medidas necesarias de higiene y distanciamiento. No solo por cuestiones de orden educativo. Sobre todo por los riesgos sociales y hasta físicos que eso representa para los niños: violencias intrafamiliares, falta de alimentación apropiada, aislamiento, etcétera.
La televisión difunde con frecuencia imágenes enternecedoras de niños de tres y cuatro años que han aprendido los gestos de higiene necesarios y, por ejemplo, en el jardín de infantes, aparecen frente a un lavabo a su propia altura lavándose las manos mientras cuentan el tiempo que deben frotar: “un, deux, trois, quatre…” cuando pasan el jabón por el dorso, y otra vez para cada palma. Lo hacen con mucha más seriedad que adultos.
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