Reservas minerales y ubicación estratégica: por qué es importante Afganistán para las potencias mundiales
Comparte fronteras con China e Irán, y está cerca a Rusia e India; tiene grandes reservas de litio, oro y hierro, y es foco del narcotráfico; los gobiernos de Xi Jingping y Vladimir Putin se mantienen cautos ante el desembarco de los talibanes en Kabul
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La última invasión a Afganistán la emprendieron Estados Unidos y sus aliados, en 2001, en un comienzo para desmantelar a la red terrorista Al-Qaeda, a la cual se le atribuyó la autoría de los ataques del 11-S, y luego para intentar dotar a ese país de una democracia moderna y un ejército.
Décadas antes, a partir de 1979, fue la Unión Soviética la que intervino militarmente el país centroasiático, en apoyo al régimen comunista afgano de ese entonces, y ejerció su influencia hasta que en 1989 el entonces jefe de Estado Mikhaíl Gorbachov ordenó la retirada de las tropas.
Y si nos remontamos más atrás, al siglo XIX y principios del XX, el Imperio Británico intentó subyugar a los afganos en tres ocasiones –en la primera, segunda y tercera guerra anglo-afgana–.
¿Por qué las potencias mundiales, en distintas épocas, han intentado controlar ese territorio? Todo apuntaría a que Afganistán es un país estratégico a nivel geopolítico.
Ubicado en el centro de Asia –comparte fronteras con China a Irán, y está próximo a Rusia e India– ha sido zona de encuentro de distintos imperios y rutas comerciales.
El director del Observatorio de Asuntos Internacionales de la Universidad Finis Terrae de Santiago de Chile, Alberto Rojas, explicó a El Mercurio que “la relevancia de Afganistán ha ido cambiando a lo largo del tiempo”, y que, “en términos concretos, cobró importancia geopolítica a partir del siglo XIX, despertando el interés de grandes imperios de la época, como el ruso o el británico”, ya que “controlar Afganistán permitía una gran influencia en la región de Asia Central, sobre todo en función de las rutas comerciales terrestres, además de la posibilidad de explotar sus variadas materias primas”.
En tanto, actualmente, dice que “más allá de su importancia geopolítica, Afganistán es un territorio cuyas fronteras lo conectan con países tan diversos e importantes como Irán o China, que son muy recelosos de sus esferas de influencia regionales”.
Además, si bien su principal sector productivo es la agricultura, “lo cierto es que en pleno siglo XXI su relevancia está relacionada con las importantes reservas de minerales, como cobalto, oro, hierro y, sobre todo, litio”.
“Se calcula que Afganistán puede tener reservas de litio equivalentes a los de Bolivia, y si esos minerales pudieran ser explotados por otro país le garantizaría grandes riquezas, pero también una posición privilegiada en términos tecnológicos”, explica Rojas. A eso se suma que es “uno de los mayores productores de opio en el mercado mundial del narcotráfico”.
Afganistán hoy “es relevante para todo el sistema político internacional”, según el analista chileno, quien afirma, además, que “con el triunfo de los talibanes, aumenta el peligro del resurgimiento de grupos islámicos radicales que busquen aumentar su influencia o reactivar los ataques terroristas en Occidente”.
Los talibanes aumentaron su poder
Rojas advierte que “hoy los talibanes son mucho más poderosos que cuando tomaron el poder por primera vez, en 1996”. Detalla que en ese entonces, “Afganistán era un país en ruinas tras los diez años de ocupación soviética y que después vivió una guerra civil de siete años; era un país con armamento casi obsoleto y muy poca tecnología”.
Sin embargo, “ahora los talibanes toman el control de un país que tuvo veinte años para modernizarse y que cuenta con mejor infraestructura, en todo sentido”. También, “se apropiaron del equipamiento de las ya desaparecidas Fuerzas Armadas afganas, desde rifles de asalto modernos, municiones y vehículos blindados tipo Humvee hasta helicópteros artillados”.
“Esto abre la posibilidad de que Afganistán vuelva a transformarse en un ‘santuario’ para grupos terroristas, como lo fue para Al-Qaeda a fines del siglo XX. De hecho, esto podría fortalecer a una debilitada Al-Qaeda y otros grupos similares como el Estado Islámico. Con el regreso de los talibanes al poder, hoy el mundo se ha vuelto menos seguro”, continúa Rojas.
Preocupación en Paquistán, Rusia y China
En el caso de los países más cercanos, “para Paquistán, donde los talibanes son fuertes y activos en la montañosa región fronteriza, representa una amenaza en la medida que intentarán exportar su yihad a su territorio; basta recordar el intento de asesinato de la activista Malala Yousafzai”.
Mientras, “a Rusia le preocupa que el fundamentalismo islámico se filtre a través de países como Turkmenistán, Uzbekistán y Tayikistán”. Según indica el académico, “las dos guerras separatistas de Chechenia le demostraron al Kremlin que el radicalismo islámico puede ser una amenaza real y difícil de controlar”. En China ocurre algo similar: “Siempre ha buscado tener una fuerte control sobre su población musulmana”.
Estos dos últimos países han reaccionado con mesura ante la llegada de los talibanes al poder en Afganistán. En el caso de Rusia, el responsable de Afganistán en el Kremlin, Zamir Kabulov, dijo el lunes que “el reconocimiento o no” a las autoridades talibanas “dependerá de las acciones de este nuevo régimen”, e informó que el embajador ruso en ese país, Dmitri Jirnov, se reunirá con los talibanes este martes en Kabul.
“Nuestro embajador está en contacto con los líderes talibanes y se reunirá con el coordinador talibán para la seguridad (…) Los talibanes garantizan ya la seguridad del perímetro exterior de la embajada rusa”, señaló.
En tanto, el gobierno de China manifestó que espera que los talibanes lideren una transición “pacífica” en Afganistán. “China espera que los talibanes respeten sus promesas de establecer, mediante negociaciones, un gobierno islámico abierto e inclusivo. Esperamos una transición pacífica y que termine la violencia y el terrorismo”, afirmó la portavoz del ministerio de Relaciones Exteriores chino, Hua Chunying, que evitó responder si reconocían al gobierno de los insurgentes.
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