Rescate en Tailandia: una proeza técnica y una recuperación que sorprenden a todos
Los nuevos detalles revelan la audacia de la operación y la angustia de quienes participaron; el estado de salud de los chicos es bueno
MAE SAI, Tailandia.- Parece una marcha hacia el martirio. El buzo se ajusta la máscara y encadena pasos esforzados, con el agua arenosa sobre su pecho y el lodo frenando sus pies, hacia una cavidad de amplitud menguante que poco más allá es pura tiniebla. Las primeras imágenes del rescate de los 12 chicos y su entrenador en la cueva Tham Luang Nang Non, en Tailandia, dejaron al descubierto la angustia del equipo de submarinistas, tanto como su proeza. Sin embargo, el buen estado de salud del grupo sorprendió a los médicos, que solo tienen que lidiar con problemas menores.
Las grabaciones y una conferencia de prensa revelaron ayer los entresijos escatimados hasta ahora.Algunas especulaciones quedaron resueltas. Los chicos no nadaron ni bucearon a pesar de las clases aceleradas en la cueva. Ni siquiera caminaron en los tramos secos, sino que fueron cargados en camillas empujadas por dos buzos. Completaron el trayecto con máscaras respiratorias integrales conectadas a las botellas de aire comprimido que portaba un submarinista.
"No hicieron nada. Solo flotaron. Podrían haber estado despiertos o dormidos", remató el comandante en jefe de la Marina tailandesa, Apakorn Youkongkaew.
Las imágenes los muestran siempre inertes, lo que conduce a la cuestión de si estaban conscientes. Los expertos habían recordado que el mayor peligro para rescatistas y chicos era un ataque de pánico, pero el primer ministro, general Prayuth Chan-ochra, estimuló un absurdo debate días atrás desmintiendo que hubieran sido sedados. Los responsables confirmaron ayer que fueron "tranquilizados", en cumplimiento del protocolo de rescates con chicos.
Hubiera sido complicado el éxito sin el holandés Jeroen van Heck, llamado tras cualquier inundación en Europa y voluntario en Tailandia.
El diseño de su sistema, que comprendía cientos de bombas extractoras, secó las galerías incluso con el monzón rugiendo durante dos noches consecutivas. El mar de agua evacuada dejó como víctimas colaterales a cientos de campesinos que vieron sus cosechas anegadas. El gobierno provincial ya destinó una primera partida de 50 millones de bahts (1,5 millones de dólares) en indemnizaciones.
De los cuatro kilómetros que separaban la boca de la gruta de la explanada donde se hallaban los jóvenes, solo quedaba agua en 350 metros. Y de esos, era imprescindible el buceo en apenas 150. Fueron los tramos más exigentes, con galerías serpenteantes, sin visibilidad, por donde cabía un cuerpo humano con dificultad.
Los submarinistas australianos revelaron que el rescate pudo acabar en tragedia cuando ya se descorchaba el champagne. Habían salido todos los chicos y quedaban los últimos buzos recogiendo los bártulos a 1,5 kilómetros de la salida cuando se escucharon gritos. Las bombas de extracción acababan de fallar y el nivel del agua subía con rapidez. Los responsables del rescate describían ayer las frenéticas carreras como una película de suspenso.
El centenar de trabajadores ganaron la salida menos de una hora después, incluidos los dos miembros de la Marina tailandesa y el médico que habían acompañado a los chicos durante buena parte de la semana.
Los últimos detalles describen una operación tan audaz como arriesgada. La decisión, explicaban ayer, no permitía más dilaciones. A las inminentes lluvias se sumaba el deterioro del oxígeno en la plataforma conocida como "la playa de Pattaya" por el febril trasiego desde que los chicos fueron encontrados por dos buzos británicos. La concentración de oxígeno había caído al 15% cuando la respiración humana óptima exige el 21%. El 12% es peligroso y con el 10% se bordea el coma.
Artífices
La conferencia de prensa de ayer en Mae Sai fue el merecido autohomenaje de los artífices de la gesta. Comparecieron los máximos responsables de la policía, de los médicos, de la Marina y hasta de los bosques, todos premiados con salvas de aplausos.
Youkongkaew confesó sus desvelos cuando enviaba el primer día a parejas de buzos que debían regresar en seis horas y aparecían tras 23 horas. Y la desolación cuando emergió en solitario el compañero de Suman Ganan. No hay más héroes verdaderos que el buzo tailandés muerto, sostuvo el responsable de las operaciones de rescate, Narongsak Osottanakorn.
"Todos quedamos tristes y deprimidos, pero pronto nos conjuramos a cumplir la misión en su memoria", dijo.
También ayer se vio por primera vez a los chicos en el hospital. Las imágenes muestran a los ocho rescatados en las dos primeras jornadas compartiendo habitación, con máscaras quirúrgicas verdes y ofreciendo el tradicional saludo tailandés con las palmas de las manos unidas y la cabeza inclinada. El video emitido en la rueda de prensa corrobora su categoría de ídolos. Los presentes gritaban sus nombres (Dom, Titan, Pong...) y aplaudían a medida que la cámara recorría sus rostros como en la alineación de un equipo de fútbol antes del partido.
Su buen estado fue una grata sorpresa para los médicos. Uno tenía una ligera arritmia, que ya ha sido controlada; a dos se les están suministrando antibióticos contra la neumonía, y otros tienen infecciones cutáneas y niveles anómalos de leucocitos en la sangre. Los chicos, que fueron extraídos de la gruta con los ojos vendados, siguen aún con anteojos de sol. Fueron vacunados contra la rabia, por la presencia de murciélagos, y el tétanos.
El miedo a que hayan contraído enfermedades infecciosas explica la mampara de vidrio en las reuniones con sus padres. Los chicos permanecerán una semana en el hospital y seguirán en observación durante un mes. Los expertos alertan sobre lesiones mentales como el estrés postraumático, más difíciles de detectar que las físicas.
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