“Reducción de riesgos”: qué es el “de-risking” y cómo se explica el giro en la estrategia de Occidente para contener a China
El término se popularizó cuando la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, explicó por qué Europa no seguiría los llamados al desacoplamiento que comenzaron durante la era Trump
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HONG KONG.– En el recién concluido cónclave del G7 en Hiroshima, las democracias más ricas del mundo afirmaron que quieren reducir la exposición al riesgo frente a China, en lugar de desvincularse por completo del gigante asiático . Sin embargo, Pekín considera que Occidente está obstaculizando sus industrias estratégicas y aumentando sus presupuestos de defensa.
Occidente puede querer frenar las ambiciones del presidente Xi Jinping sin poner en peligro sus cadenas de suministro o su acceso al mercado. El canciller de Alemania, Olaf Scholz, dijo que el grupo continuará invirtiendo en la economía de 18 billones de dólares. Sin embargo, los sinónimos amables de lo que, en general, es un movimiento escalatorio probablemente no resulten reconfortantes. “De-risking” o “reducir riesgos” suena razonable, pero en palabras llanas significa reducir forzosamente la demanda de las exportaciones chinas en un momento económicamente vulnerable.
El G7 también quiere aislar diplomáticamente a Pekín. El asediado presidente ucraniano, Volodimir Zelensky, invitado por Tokio a la cita, trató de cautivar a líderes como el indio Narendra Modi para que se alejaran de Rusia. Cualquier acercamiento de Nueva Delhi o Brasilia hacia Kiev haría que el apoyo de Xi al presidente Vladmir Putin parezca aún más extremo. Además, el G7 tiene la intención de impulsar la inversión en infraestructura y aumentar la condonación de deudas en países más pobres, lo que podría debilitar la influencia financiera de China en África, América Latina y otros lugares.
En términos de poder duro, los aliados liderados por Estados Unidos están mostrando su fuerza en relación a Taiwán. Australia, Japón y el Reino Unido han anunciado recientemente grandes aumentos en sus presupuestos de defensa. El primer ministro Fumio Kishida planea aumentar el gasto militar a más del 2% del PBI para 2027 y desea ajustar el marco legal del país, antes pacifista, para que sus fuerzas armadas puedan luchar más fácilmente junto a los estadounidenses.
“Lo que Japón pretende hacer, más que desvincularse de China, es identificar estratégicamente las áreas en las que la colaboración es posible y las áreas en las que deben evitarse los riesgos”, declaró al Financial Times Yoshimasa Hayashi, ministro de Asuntos Exteriores de Japón. “El gobierno japonés seguirá fomentando la cooperación en el ámbito económico de forma que contribuya al interés nacional de Japón en su conjunto”.
Pero molesto por las declaraciones del G7, el gobierno de Xi ya ha llamado la atención al embajador de Japón. Y el domingo, el regulador de ciberseguridad de China prohibió ciertas compras de productos del especialista en chips de Estados Unidos, Micron Technology, después de una investigación de seguridad nacional sobre la empresa de 75.000 millones de dólares lanzada en marzo. El momento no fue casual; ocurrió apenas unos días después de que el director ejecutivo Sanjay Mehrotra anunciara una inversión de 3700 millones de dólares con el gobierno japonés, como parte de las iniciativas del G7 para fortalecer las cadenas de suministro tecnológico entre sí. Aunque el impacto financiero parece manejable para Micron, es la primera vez que el poderoso organismo de ciberseguridad de Pekín actúa contra una empresa extranjera y es poco probable que sea la última.
Para estar seguro, China, con un superávit comercial mensual de 90.000 millones de dólares, que se mantiene cerca de niveles récord, no puede tomar represalias fácilmente contra sus oponentes. Su influencia en el Sur Global se está debilitando a medida que los bancos chinos se retiran de préstamos de desarrollo de alto riesgo frente a una gran cantidad de incumplimientos. Sin embargo, no es de interés de Xi ni de las empresas chinas quedarse de brazos cruzados y permitir que el G7 “reduzca los riesgos”, lo cual hace que el eufemismo sea más amenazante de lo que parece.
Cómo se popularizó el de-risking
El término se popularizó después de un discurso de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, el 30 de marzo, cuando explicó por qué viajaría a Pekín con el presidente Emmanuel Macron de Francia y por qué Europa no seguiría los llamados al desacoplamiento que comenzaron durante la presidencia de Donald Trump en Estados Unidos.
“Creo que no es viable ni está en interés de Europa desconectarse de China”, dijo. “Nuestras relaciones no son en blanco y negro, y nuestra respuesta tampoco puede serlo. Por eso debemos centrarnos en reducir los riesgos, no en desconectarnos”.
Más tarde, diplomáticos alemanes y franceses presionaron por el término en ámbitos internacionales. Países de Asia también han estado diciéndole a funcionarios estadounidenses que la desconexión iría demasiado lejos en el intento de desenredar décadas de exitosa integración económica.
En una entrevista, David Koh, comisionado de ciberseguridad de Singapur, explicó que el objetivo debería ser la seguridad, con separación en algunos ámbitos y cooperación en otros. “Creo que obtenemos una gran cantidad de valor económico, social y de seguridad cuando los sistemas son interoperables”, dijo a The New York Times. “Quiero que mi avión despegue de Singapur y aterrice de manera segura en Pekín”.
Lo que preocupa a las economías globalizadas, agregó, es la “bifurcación”, con los mercados y la fabricación china por un lado y las cadenas de suministro aprobadas por Estados Unidos por el otro.
Estos argumentos parecen haber favorecido a la reducción de los riesgos. El 27 de abril, el asesor de seguridad nacional de Estados Unidos, Jake Sullivan, utilizó la palabra en un importante discurso de política. “Estamos a favor de reducir los riesgos, no de desconectarnos”, estimó. “Reducir los riesgos significa fundamentalmente tener cadenas de suministro resilientes y eficaces y garantizar que no podamos ser sometidos a la coerción de ningún otro país”.
Our policies towards China need to change because China is changing.
— Ursula von der Leyen (@vonderleyen) May 19, 2023
Decoupling from China is neither viable nor in our interest.
Leaders united behind the idea of de-risking, but not decoupling ↓
El 17 de mayo, Subrahmanyam Jaishankar, ministro de Relaciones Exteriores de la India, adoptó el término, diciendo que era “importante reducir los riesgos para la economía global y, al mismo tiempo, asegurarse de que haya un crecimiento muy responsable”.
Sin embargo, para el gobierno chino, como era de esperar, la “reducción de riesgos” no es una gran mejora. Existe la sensación de que la “reducción de riesgos” podría ser un “desacoplamiento disfrazado”, escribía el diario estatal Global Times en un editorial reciente. Argumentaba que el enfoque de Washington no se había alejado de “su malsana obsesión por mantener su posición dominante en el mundo”.
Algunos comentaristas de la región también se muestran escépticos respecto a la reducción de riesgos. “¿Un cambio sustancial de política?”, se pregunta Alex Lo, columnista de The South China Morning Post. “Lo dudo. Sólo suena menos beligerante; la hostilidad subyacente permanece”.
Con información de Reuters y The New York Times
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